Sala Riviera, Madrid. Martes, 18 de febrero del 2020
Texto y fotografía: Clara López Vallejo
El pasado martes Milky Chance hizo "sold out" en la Riviera madrileña. Los alemanes saltaron a la fama en 2013 con "Stolen Dance", el tema más conocido de "Sadnecessary", su primer álbum, y han ido cosechando durante estos años un nutrido grupo de seguidores que no ha tardado en aprenderse los temas de su nuevo álbum.Lanzado hace tan solo unos meses, en noviembre del pasado 2019, "Mind to the Moon" posee aun el personal y ecléctico estilo de la banda y, dejando en ocasiones atrás los punteos de guitarra, incorpora más matices de música electrónica. Varios fueron los temas que pudimos presenciar de este nuevo álbum el pasado martes, y con ellos quedó constancia de que la banda sigue en auge, innovando con diversos ritmos.
El dúo, en el que ambos músicos ocupan un papel principal, difuminándose las fronteras visibles en otros grupos donde se distingue fácilmente la figura de un líder rodeado del “resto de músicos”, incorpora matices de diversos estilos, principalmente del reggae, el folk, el indie rock y la música electrónica. Sus temas parecen tener ese aire de piezas casi inacabadas, canciones que parecen no estar pulidas del todo, una imperfección y dureza que es precisamente lo que les aporta la originalidad que rebosan. Sin embargo, y si bien es esa dureza su denominador común, la variedad estilística de sus composiciones las distingue, dando lugar a un concierto variado con subidas y bajadas, cambios de ritmo y de ambiente y un aire fresco que sin duda supera a las versiones de sus álbumes de estudio.
Hay que reconocer también que el grupo no destaca por su interacción verbal con el público; ellos prefieren dejar que la música hable por sí sola. Sí que comentaron, no obstante, que la banda está muy comprometida con el movimiento ecologista, anunciando que colaboran con una organización que se dedica a la reforestación de zonas especialmente afectadas por el cambio climático. Por otro lado disponen de una decoración minimalista pero impactante, con motivos en diversos tonos que refuerzan el aire ecléctico de su música.
El concierto dio comienzo con "Fallen", uno de los temas más conocidos de "Mind to the Moon", que, con sus poderosos acordes, levantó el ánimo del impaciente público. Poco después vino "Fado", el tema que abre el último trabajo de la banda y que es ya uno de los favoritos. Acercándose en ocasiones al reggae pero con un estribillo unificador y pegadizo que recuerda al indie, el tema se asemeja a una montaña rusa en la que los estilos se mezclan y se suceden unos a otros, dando lugar a una canción que sin duda lleva el sello personal de la banda. Otra de las favoritas del nuevo álbum, cuyo directo también tuvimos el placer de presenciar, fue "Oh Mama", cuya percusión, unida a los matices electrónicos y con un simple punteo que queda no obstante perfectamente integrado, la hace enormemente atractiva. Los alemanes arriesgaron y tocaron algún tema nuevo más, como "The Game", con una gran acogida entre el público.
Sin embargo, y a pesar de la gran recepción que su último trabajo ha tenido, las claras protagonistas de la noche fueron "Cocoon", presente en "Blossom", su segundo álbum, y "Stolen Dance" y "Sweet Sun", de su primogénito. En la primera, los coros iniciales atraparon al público desde el primer momento, manteniéndolo consigo hasta romper en un estribillo que aumenta en intensidad para volver a bajar justo después y culminar en un magnífico solo. "Stolen Dance", por su parte, fue un momento especial, como dos viejos amigos cuyo fortuito reencuentro trae a la memoria recuerdos lejanos. Esa antigua conocida cuya originalidad continúa aun latente, y a la que los músicos tienen un apego especial por ser la que les abrió al gran público. Sencilla y a la vez compleja, difícil de definir, pegadiza y bailable pero a la vez melancólica, intensa y profunda. Ritmos que se superponen y que parecen decrecer hasta casi acabar para resurgir momentos después tras una sutil metamorfosis. Una letra que se acopla a la perfección a la música a la que acompaña creando la sensación de desesperación y anhelo que ambas describen.
Milky Chance es justo lo que necesitamos ahora: un grupo sin miedo a innovar, con ganas de fluir libremente sin encasillarse, siempre dispuestos a investigar nuevos ritmos y estilos que dejen salir su talento.