Por: Albert Barrios
Prejuicios. Temores. Y una extensa amalgama de ideas y pensamientos me asaltaron al saber que el próximo disco de una de las grandes esperanzas del rock and roll de raíces, el joven Marcus King , sería producido por el omnipresente Dan Auerbach. Vaya por delante que no soy entusiasta seguidor de su labor (ni de la de Jack White, caso similar) como productor ,ya que siempre impone su propio sonido, restando valor y protagonismo al afectado/a. En el caso de “El Dorado”, todo lo que podía ir mal, ha ido peor.
Mal síntoma el que King prescindiera de su banda habitual para ponerse en manos de Auerbach y sus músicos de estudio. El resultado final es a todas luces tan frustrante como decepcionante. No sé si la intención de Marcus al aliarse con el líder de Black Keys era llegar al público mainstream, pero donde antes había energía ahora hay autocomplacencia, donde antes había una respetuosa puesta al día de los sonidos más clásicos ahora solo hay una música en perpetuo piloto automático.
“El Dorado”, grabado en los estudios Easy Eye Sound de Auerbach en Nashville, consta de 12 canciones, todas coescritas por King y Auerbach con la colaboración de clásicos singer-songwriters del Country como Pat McLaughlin, Paul Overstreet, y Ronnie Bowman. Como antes he comentado el joven prodigio de Greenville no se acompaña de su banda habitual, sino que se rodea de varios de los mejores músicos de sesión de Memphis y Nashville : el teclista Bobby Wood , el batería Gene Chrisman (ambos integrantes de la legendaria banda de American Studios en Memphis) y el bajista Dave Roe (miembro de la banda de Johnny Cash en su etapa de American Recordings).
“Young Man’s Dream” comienza a pelo, en acústico, un medio tiempo en el que se incorpora el resto de la banda y con el que pretende justificar la autenticidad de esta nueva obra, mientras que “The Well” (que arranca con un moderno riff tipo Black Keys ) acaba desembocando en un rock and roll de manual, nada del otro mundo. Pero es con “Wildflowers & Wine” donde realmente comienzan las malas noticias: una balada Soul formalmente impecable pero sin alma , rabia ni destellos de originalidad.
Las cuatro siguientes canciones representan la perfecta definición de cómo arruinar un disco: “One Day She’s Here” podría haber sido compuesta por cualquier banda británica de segunda división de Neo Soul de principios de los noventa; “Sweet Mariona” y “Beautiful Stranger” son dos baladas tan olvidables como insulsas y “Break” es digna de cualquier vinilo de Soft Rock setentero de cubeta de saldos. En mi opinión, peor imposible.
Los primeros brotes verdes aparecen con “Say You Will”, con unas guitarras tipo Clapton que insuflan una muy necesaria contundencia al empaque definitivo. “Turn It Up” y “Too Much Whiskey”, aunque lejos de su estilo, son de lejos las mejores canciones del álbum: la primera bañada en un trotón groove y la segunda una movida pieza Country con punteos a lo BB King que destila FM por los cuatro costados. Un puro espejismo. Para cerrar “El Dorado” llegan “Love Song” y “No Pain”, dos canciones pop que nos hacen volver a comprobar si no nos hemos equivocado de artista y álbum al pinchar el disco.
Falta por saber si el sonido de “El Dorado” es el escogido por King para seguir su carrera y sus tres discos anteriores con la Marcus King Band, auténticos tótems del rock del siglo XXI , quedarán para el recuerdo, o si de lo contrario este nuevo disco será un efímero traspiés de un chaval con un talento natural tan descomunal como necesario. Otro vital cruce de caminos.