Por: Javier Capapé
“&” es el segundo disco en directo de La Maravillosa Orquesta del Alcohol. Un título que pretende hacernos partícipes a todos del gran momento que vive la banda burgalesa, porque sin lugar a dudas la gira de su último disco de estudio “Salvavida (de las Balas Perdidas)” les ha consagrado como uno de los grupos más populares del momento. Su folk fresco y contagioso, que han paseado por todos los rincones de España, les ha llevado a este inmenso fin de gira con un directo grabado en el Wizink Center de Madrid el pasado 23 de noviembre y que en este disco nos presentan a modo de resumen con catorce cortes, por el momento solamente publicados en Spotify. La versión íntegra de este directo puede disfrutarse en vídeo en YouTube (probablemente en vistas a publicarlo en DVD próximamente), ya que fue retransmitido vía streaming, por lo que resulta interesante su visionado si se quiere vivir toda la intensidad del combo de Burgos en vivo.
Su anterior disco en directo, “Todavía no ha salido la luna”, sirvió de punto y final a la gira de “La Primavera del Invierno”, su álbum de 2015, y parecía entonces difícil de superar una hazaña como la que estaba consiguiendo el grupo en su ascensión meteórica. Pero con esta última gira, donde han pasado de recintos de media capacidad a otros mastodónticos como el Wizink Center, parece que ya no hay nada que se les resista.
Una banda como La Maravillosa Orquesta del Alcohol era necesaria en nuestro país desde hacía tiempo, porque aúna las sonoridades más verbeneras con el espíritu combativo de bandas de los noventa como Celtas Cortos, que ya habíamos perdido en nuestra escena sustituidas por experimentos vacuos como La Pegatina, y a las que tan solo se acercaban las pretensiones de artistas más emparentados con la world music como Macaco o Chambao. La M.O.D.A. levantan a todo el público que se congrega en sus conciertos y a la vez consiguen que la crítica no sea excesivamente severa con ellos porque su música está repleta de referencias de calidad hacia artistas como su admiradísimo Johnny Cash o a algunos más recientes como Mumford & Sons.
Este disco supone el broche de oro, el punto y final a los 140 conciertos que han realizado durante los últimos dos años, con los cuáles han pasado a estar en boca de todos. Porque son muy pocos los que no han oído hablar de esta banda de orígenes humildes pero pretensiones universales. Desde que arrancan con “Mil demonios” el ambiente entre tabernero y jovial no se detiene y tan solo bajan de marcha en canciones como “Colectivo Nostalgia” o “Amoxicilina”, donde se aprecian más los matices que los pueden emparentar con Kings of Convenience o Fleet Foxes. Aunque el combo castellano leonés no se queda solo en las sonoridades más acústicas, no por ello menos potentes, sino que se adentra también en terrenos más ásperos y sucios como ocurre en “Altamira”, que grabaron en su versión de estudio bajo la batuta de Steve Albini, y que muestra en directo toda su dureza sin cortapisas, rompiendo con la característica “fiesta nacional” de la mayoría de sus singles.
Todo, absolutamente todo el público, canta cada una de las estrofas. Aunque no los veamos los sentimos como un miembro más del grupo, que se excita cada vez que David Ruiz les increpa con alguno de sus característicos y provocadores gritos de guerra. Los discursos son lanzados al vuelo en cada una de las canciones como salvas y los sugerentes riffs de saxo de Alvar de Pablo se graban como tatuajes en el tuétano de todos los presentes. Por corear son coreadas hasta las líneas de acordeón trazadas por Joselito Maravillas “El reverendo del blues”. Sin lugar a dudas, La M.O.D.A. es un grupo que sabe manejar a su público para que éste les adore y vaya hasta donde ellos quieran llegar.
En todo caso, el directo de estos siete músicos peca de convertirse en algo repetitivo. Sus crescendos suenan reiteradamente en muchas de sus canciones y podemos tener la sensación de estar dando vueltas en bucle tras la primera media hora de concierto. Quizá por eso sea más que suficiente para hacernos una idea global de sus presentaciones en vivo la versión reducida en forma de disco de este concierto (cuya duración no llega a una hora) que la versión íntegra en vídeo, con la que podemos llegar a cansarnos si no somos uno de sus seguidores acérrimos. Otro aspecto que chirría de este lanzamiento es su intento de equipararse a ese magnífico disco en directo registrado por Vetusta Morla al final de su gira “La Deriva” en este mismo escenario. Aquel se llamó “15151” y en la portada de “&” encontramos muchas referencias que podrían asemejarlo al de los de Tres Cantos. En ambas portadas los protagonistas son el público en lugar de la banda y los títulos hacen partícipe al oyente de ser uno más en la fiesta, aunque ambos discos distan mucho entre sí a pesar de estar grabados en el mismo recinto y presentarnos a dos bandas en uno de sus momentos cumbre.
De las canciones registradas en su versión disponible en Spotify me quedo con “Hay un fuego” en colaboración con Morgan, que pone los pelos de punta gracias a la aspereza vocal de Nina, que casa a la perfección con el cantante de La M.O.D.A., además de contar también con un final explosivo gracias al solo de guitarra de Paco López. También destaca la colaboración de Quique González en “1932”. El banjo manda en esta canción de estadio, aunque en esta ocasión se lleva el gato al agua la participación del madrileño. Prescindiendo de las colaboraciones destacan la emocional “Colectivo Nostalgia”, así como el cierre por todo lo alto con su gran hit “Héroes del sábado”, sin decaer en ningún momento el ánimo de los congregados a esta fiesta mientras suenan las destacables “Vasos Vacíos”, “Prmvr” o “Nómadas”, que dedican a todo su equipo y a sus seguidores que les han visto crecer en los últimos nueve años. En ese recorrido desde ser una banda casi desconocida en su propia ciudad hace ocho años hasta tocar hace cinco en la sala Sol y rematar con este Wizink a rebosar. Un ascenso meteórico, un sueño, como dice David Ruiz. Un ejemplo de la gran escalada de esta banda humilde que ha sabido conectar de veras con un público ansioso de canciones que derrochen verdad.
Si nos adentramos en el concierto íntegro en formato vídeo encontraremos algunas sorpresas que han quedado fuera del disco como la colaboración de Fetén Fetén en “Flores del Mal” (aunque con una mejorable mezcla de sonido que deja casi fuera de la ecuación a Diego Galaz), la intensa “Catedrales”, la emotiva “Vals de muchos”, la juguetona “La Vieja Banda” y ya en las distancias cortas las tremendas “Rascacielos”, con Nina de Morgan, “La cuerda floja”, con Quique González, o una de sus canciones-refugio como es “Campo Amarillo”. Sinceramente creo que incluyendo estas tres últimas en el disco habrían hecho de éste un producto mucho más atrayente por salirse de lo que es estrictamente más esperable y definitorio de La M.O.D.A.
“&” tendrá aspectos mejorables y quizá necesite de una cuidada edición física que mejore el continente, pero hay que reconocer que su contenido es fácilmente disfrutable gracias a su fuerza incontenible, su medicina en forma de himnos, la entrega y precisión instrumental de todos sus componentes y, ante todo, un talante seguro y decidido que lleva por delante el coraje por bandera de una banda absolutamente genuina.