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Gospelbeach: El poderoso influjo de la Costa Oeste

Sala Caracol, Madrid. Sábado, 15 de febrero del 2020 

Texto y fotografías: Skar PD 

Como la banda sonora de una road movie de los 70, con ese look de telefilm americano de la misma década, con el pelo largo, gorras de beisbol o sombrero cowboy y con esa genética deudora del country que tienen estos tipos. Exactamente como aquellos tipos que, sentados en algún porche del medio oeste o del sur de los USA, miraban expectantes la llegada del forastero a su pueblo.

¿Los Angeles es un pueblo? En realidad, todo el sur de los USA parece serlo, y como tal tiene sus tradiciones, desde Florida a California, desde Grateful Dead a Tom Petty. Es genética, no me cabe duda, la genética que lleva años produciendo bandas exquisitas plenas de armonías y guitarras cristalinas. No es necesario citar nombres todos los tenemos en la cabeza.

El motivo de esta gira de Gospelbeach es la presentación en sociedad de su cuarto disco, y tercero en estudio, "Let It Burn", pero en el concierto de ayer tuvieron su cuota de protagonismo todos ellos, casi a partes iguales. Desde el principio dejaron claro que su propuesta es jovial y luminosa, de viajes tranquilos, de playas y ambientes soleados. "Sunshine Skyway" lo definió meridianamente. "Strange Days" y su negativa a la derrota "estoy aferrándome a algo que dijiste" dio paso a "Dark Angel", primera muestra de su reciente álbum.

Cuando atacaron "Hangin' On" -¡ese comienzo demoledor!- las armonías vocales cobraron absoluto protagonismo y es que no hay nada más "costa oeste" que las armonías vocales bien trenzadas, y para ello Brent Rademaker tiene en Trevor Beld Jimenez (también en Parting Lines) un socio de altura, en la composición o en las citadas armonías ejecutadas en directo por Matt Hill.

"Bad Habits" nos llevó, sin lugar a duda, a los Grateful Dead más desnudos, a los de "Workingmans' Dead", con la guitarra de Matt Hill agarrándote por el estómago durante más de tres minutos. Aceleraron con "Kathleen" porque ¿quién no se acelera cuando queda con su chica, después de trabajar, para ir a bailar?

Los paisajes desérticos afloraron con "In the Desert" (no es una redundancia) y "Let It Burn", con ese imaginario desértico y su melancolía asociada que forman parte de las raíces por las que se mueven GospelbeacH, dejando todo encauzado para afrontar el final del concierto volviendo a rescatar su primer disco. Y así "California Steamer" y "Mick Jones", y el espíritu de la americana básica, la de los paisajes infinitos y de su Shangri-La particular (los reflejos de Laurel Canyon), cerraron un concierto de sonidos cristalinos y de bienestar compartido. 

Apenas fueron 45 escasos minutos, así que el bis era esperado, y merecido, porque el que más y el que menos tenía aun las emociones encendidas. Y así ocurrió. Y como no podía ser menos volvieron a salir para recordar al gran Neal Casal (en la guitarra de Matt Hill ya lucía una pegatina con la leyenda "I love Neal Casal"), haciendo sonar "Freeway To The Canyon" intimista y majestuosa en memoria del guitarrista desaparecido. "Baby I'ts All Your Falt" sonó amorosa, vamos sonó como debe de sonar una canción que repite una y otra vez "todavía te quiero". "You Aint Going Nowhere", con Germán Salto, que había tocado unos 20 minutos en formato acústico para abrir la noche, espolvoreó de optimismo a toda la concurrencia... ¡ese infeccioso "uuuiiiii ride me high!".

"Fighter" y su premeditada falta de complejidad cerró un concierto cercano, brillante y soleado, de esos conciertos que te acarician y te proporcionan la dosis de felicidad necesaria, la imaginaria percepción de que todo es más fácil de lo que parece y de que no quedan bandas que te alimenten el presente con todos los fotogramas del pasado idealizado. Ese de Byrds, de desiertos, de Buffalo Spingfield, de playas, de amores, de optimismos y de telefilms juveniles. Bandas como GospelbeacH.