Por: Javier González
Casi diez años contemplan la carrera de Rulo y La Contrabanda como proyecto, tras ellos un buen puñado de discos donde el rock sincero es la nota predominante y sobre todo una más que notable cantidad de escenarios pisados, con el cartel de no hay entradas persiguiéndoles obsesivamente allá donde van, para acabar por dar forma a uno de los proyectos más sólidos de nuestra música actual.
Canciones reales, canciones desnudas y cotidianas que no entienden de edulcorantes y que son el reflejo del sentir de Rulo, uno de los músicos con los que más se disfruta en la distancia corta, donde uno puede ver con facilidad las grietas del artista y donde se puede ver las arrugas y cicatrices de la vida convertidas en composiciones “Basadas en Hechos Reales”, como son todas las que firma el de Reinosa.
En una soleada mañana nos citamos con él en las oficinas que Warner tiene cerca del Paseo de la Castellana, para que con su habitual cercanía y afabilidad nos hable del nuevo disco y de todo lo relacionado con esa forma de escribir y sentir la vida tan suya.
¿En qué momento y de qué forma comenzaron a surgir las canciones de éste nuevo disco?
Rulo: Siempre intento hacer los discos durante la gira, cosa que normalmente no consigo. Suelo hacer una media de cuatro canciones mientras andamos en la carretera. Luego me toca parar un año y es donde empiezan a surgir las composiciones. Esta vez ha sido una buena cosecha, se me ha dado bien. La realidad es que nunca me tienen que decir cuándo voy a grabar, siempre digo que cuando tenga doce canciones que me gusten les llamaré para hablar del plan. Esta vez solo quería hacer diez, imitando el estilo de la antigua usanza, donde se hacían cinco por cara. Una vez que llegó el CD la gente comenzó a meter más canciones, pero ahora quería un viaje musical que rondara los cuarenta minutos, que creo que es lo que debe durar el disco, más o menos, aunque tampoco lo he mirado. Las canciones surgieron de manera muy rápida. Hubo un pequeño bache compositivo de dos meses a raíz del que surgió “Mal de Altura”. La creación tiene un punto de sufrimiento y también de gozo, pero esta vez no ha habido sufrimiento ya que las canciones han brotado con relativa facilidad.
Hay una vuelta a los discos más cortos como bien dices, creo que impuesta por la saturación de información y la necesidad de ser inmediatos.
Rulo: Personalmente creo que cuesta mucho escuchar diez canciones. De hecho me he tirado mucho tiempo dando vueltas al orden del disco, ya que creo que es algo importante, porque propones un viaje. Tengo la suerte que mi público es muy fan de lo que hago, de la misma manera que yo lo soy de otros, entonces eso implica que se de una oportunidad al disco, cosa que mucha gente no suele hacer. Al ser así, no suelo estar pendiente de cómo han funcionado los singles. Al tener ese público que me sigue elaboro discos, de lo contrario solo sacaría singles. Me dan energía y gasolina para componer. Sé que mi público da oportunidades a canciones de segunda escucha que me permiten ser creador. Reconozco que me he enganchado a muchas bandas gracias al single. Sin ir más lejos al componer fui consciente de que “Verano del 95” sería un single porque era muy directa, con un estribillo hipnótico y tiene mucha miga. Pero luego también soy un gran fan de las caras b, donde están las canciones de mayores escuchas, como vengo a cantar en la letra de la canción donde abogo porque suenen las caras b de los vinilos.
Lo primero que me ha llamado la atención es que el disco se llama “Basado en Hechos Reales”, más que nada porque si algo tienen tus canciones es que están escritas a golpe de vivencias y de calle. ¿Por qué ahora éste título?
Rulo: Es verdad lo que dices. Cualquiera de mis discos anteriores podría haberse llamado así, pero probablemente cualquiera de los que grabe en un futuro también podría tener ese título. En este caso ocurrió porque se grabó fuera de España. Estábamos a cinco minutos del paseo de la fama de Hollywood. Hubo varios detalles que me llevaron a ello. Grabamos el disco en la meca del cine y me pareció una bonita vivencia, además de un bonito título.
Las canciones encierran un toque de realismo, cotidianeidad, mirada al pasado, con nostalgia y alegría, de amor y desamor… ¿Es la calle el mejor escenario para una trama, sea de película o de una canción?
Rulo: La realidad supera la ficción o casi siempre. La calle es el mejor caldo de cultivo para los compositores. Nosotros tenemos un oficio que consiste en viajar y observar. La calle es el mejor escaparate. Y luego la vida. Todo el mundo habla de lo mismo en las canciones. En realidad la vida son tres cosas. Lo único que nos diferencia es la forma de hacer, pero todas las canciones hablan de lo mismo. De los sueños rotos, de las relaciones sentimentales que funcionan y de las que no lo hacen…Yo siempre he intentado no liarme demasiado, ni liarme demasiado ni hacer las letras muy obvias. He buscado el equilibrio, tratando de cuidar los textos.
¿Quizás estemos ante el disco más madrileño de todos, el que quizás más haya sido condicionado por una gran ciudad?
Rulo: Algunas canciones ilustran que vivo a caballo entre la gran ciudad y un pueblo. Ahora vivo en Torrelodones, que es mi Reinosa en Madrid. Aquí he encontrado mi pequeño sitio. Luego subo a Cantabria una vez cada dos semanas. Como digo en la canción nunca paso más de siete noches en un sitio. Mi familia es nómada totalmente. Tengo círculos afectivos en varios lugares. Sin quererlo “Verano del 95” habla de eso, de mi infancia en Reinosa de la nostalgia que me entra al recordar. Esa canción habla de los dos sitios donde vivo. Tengo un amigo que dice que con la crisis de los cuarenta no me he comprado una moto, sino que me he hecho una canción. Siempre dije que nunca viviría en Madrid por curro. Quizás si fuera actor no podría vivir en Reinosa porque tendría rodaje todos los días, pero siendo músico sí me lo podría permitir. Con la gira te mueves, hoy en día hay aeropuertos, hay buenas autopistas que me permitirían viajar. Me vine por amor, porque mi chica es de aquí. Me vine por algo más bonito que por curro. Tenemos un píe en cada lado algo que se nota en las canciones. Tengo una relación de amor/odio con las ciudades. Aunque debo reconocer que en Madrid me siento muy abrazado, algo muy similar a lo que me ha ocurrido en esta estancia en Los Ángeles. En dos meses que he estado, he visto que hay gran cantidad de gente que va allí a buscar su sueño. Todo el mundo se pone a hablar contigo, algo que nos ocurría al ir a desayunar casi a diario, no hay frialdad alguna. Hay ciudades grandes como Barcelona o Nueva York que no te abrazan de igual forma. Quizás sea porque mucha gente que vive en Madrid no es de Madrid, y te abrazan porque se ven reflejados en ti.
Como bien dices “Verano del 95” es un tema totalmente autobiográfico que desprende una cierta añoranza del pasado. ¿Cómo vives el paso del tiempo?
Rulo: Muy bien. Solo me iría a mi infancia un fin de semana. Creo que lo mejor está por venir. Miro atrás y digo qué bonito. Añoro todo y nada a la vez. No vivo de recuerdos del pasado. No me paro mucho a relamerme, me gusta mirar lo siguiente. Estoy muy contento con mi pasado, la verdad.
Otro corte muy sentido es “Todavía”, parece el tema que le hayas dedicado a tu pareja. ¿Estoy en lo cierto?
Rulo: Mi pareja además de “Todavía”, tiene muchas otras como “La última Bala”. Siempre digo que es mi musa de cabecera. Actualmente las personas queremos inmediatez y no nos aguantamos ni nosotros mismos, así que mucho menos a una pareja. Por eso cuando ves una pareja que llevan muchos años juntos, lo que tienes que pensar es que se lo han currado. Parece que las nuevas generaciones no están por la labor de currárselo. Muchas personas que llevan tiempo con pareja han empatizado con esa canción dándose cuenta de que son muy fuertes.
Las redes sociales tienen su punto de culpabilidad en esto, ¿no crees?
Rulo: Las redes sociales son un buen instrumento para dar a conocer tu producto, pero abiertamente te digo que si yo no tuviera una banda no tendría redes sociales, creo que tienen un punto tan frívolo. Las tengo y lo hago para cosas relacionadas con mi música. Yo no interactúo, aunque las llevo yo, pero no estoy muy pendiente de si dicen que soy una mierda o si dicen que soy Dios. No tengo tiempo para relajarme entre halagos. Luego hay otra cosa importante. Tengo amigos músicos que me consta que leen los comentarios. Personalmente creo que si caes en todo eso eres mucho menos libre a la hora de crear. Te condiciona. Si no ha gustado el disco qué puedo hacer, ¿cambiar la fórmula? Y si ha gustado, ¿vuelvo a hacer el mismo trabajo? No lo voy a hacer. La fórmula es que hago lo que me apetece a cada momento. Nadie hace un disco para que no guste, al revés, todos buscamos gustar al mayor número de gente posible, pero al primero al que tiene que gustar es a mí. Si luego no gusta a la compañía y al público, lo siento. Yo tengo la gran suerte de que al grueso de mi público le gusta todo lo que saco. Se llenó “La Riviera” sin haber sacado el single, ya estamos a punto de llenar la segunda fecha y haremos una tercera.
Eres un privilegiado la verdad, pero también por eso que dices, no evitas el riesgo y ser tú mismo. Algo que es patente musicalmente hablando en cortes como “Polaroid”, por su tempo, sus aires cadenciosos y los toques de cuerdas y casi latinos de percusión es la que más sorprende. ¿Cómo surgió la idea de hacer una canción así?
Rulo: Estoy bastante de acuerdo con tu percepción. Thom Russo es un tipo de productor que no invasivo, pero que lo poco que aporta lo hace de una manera rotunda. Tenía la intención de grabar “Polaroid” tal y como había sido ideada, con una sola guitarra acústica. Él me dijo que era una canción que no necesitaba nada para funcionar pero que “merecía”, utilizó ese término, una instrumentación. En todo lo demás estábamos de acuerdo pero aquí nos bailaba la percepción. De hecho en directo he pensado hacerla solo con una guitarra acústica. Va a ser el único momento que voy a estar a solas con el público, cosa que por otra parte no sé porqué lo desvelo. La verdad es que es un tío muy sabio y me convenció. También es verdad que no soy una persona cerrada y cuando un productor como Thom, con el que la conexión ha sido total, te está diciendo que había que vestirla, tocaba hacerlo. Es mi preferida así, vestida y desnuda.
Si algo presenta el disco son canciones distintas entre sí, buscando no repetir fórmula.
Rulo: “Mal de Altura” es un tema muy The Police, “Polaroid” es una cajita de música y luego está “Verano del 95” que es un hit. No creo que nadie puede decir que la una se parece a la otra. La verdad es que las diez tienen su propia personalidad. Luego está “La Última Bala”, tiene una especie de compás country que nunca había usado. Como compositor y como oyente no me gusta enfrentarme a lo mismo. Antes decía que considero que un disco es un viaje, llámame romántico porque ya nadie escucha discos, pero a mí me gusta verlo así.
Has citado “Mal de Altura”, que me parece que es un tema centrado en lo que es el mundo de hoy en día. ¿Estás de Acuerdo?
Rulo: Habla un poco de estar jodido. Dicen que cuando estás mal del alma compones canciones cojonudas, pero a mí no me ocurre. A mi madre le detectaron un cáncer éste año en una de esas revisiones rutinarias. Se lo pillaron a tiempo. Sé que no soy nadie para aconsejar pero, por favor, vayamos todos a hacernos las revisiones pertinentes. Entonces estaba componiendo mucho y estaba feliz. Todo se cortó porque mi familia sufrió un palo. Revisiones, hospitales…hasta que un día en casa, después de dos meses sin escribir nada, cosa que para un compositor es durísimo, un día cogí la guitarra puse la cejilla en el traste cinco y salió sin más. La sequía me hizo estar jodido. En éste disco he vuelto a grabar las guitarras por consejo de Thom que me decía que nadie lo haría como yo. Comencé a cantar en casa aquello de “Ya sé que estoy perdiendo altura” y como soy muy freak de la aviación comencé a tirar del hilo, todo eran metáforas salvo el estribillo. Para rematar me faltaban unos versos que tomé prestados de una poetisa muy conocida en Argentina que se llama Alfonsina Storni, que igual no es muy conocida en España, aunque seguro que si conocen la canción de “Alfonsina y El Mar”. No encontraba letras para la parte que habla de temblar, no me salía nada, estaba seco en letras y gracias a Google recordé un poema que era de ella. Te juro que la melodía encajaba. El último lo hice yo con lo de tiemblo como las hojas al vientecillo de la mañana. Sin querer me salió un homenaje a Argentina que es un país muy importante en mi carrera al que le tengo un hueco especial en mi corazón. Gracias a aquello se liberó el nudo que tenía en el estómago. El disco se finiquitó con “Bienes y Males” que la compuse en Los Ángeles y con ella cerré el disco. Y en cuanto a lo que tú dices, es extrapolable al mundo actual. A lo rodeados que estamos de gente y lo solos que nos sentimos. Esta maraña de redes sociales y de ritmo de vida loco.
Mirando atrás, han pasado diez años desde que tuviste que comenzar de cero, defendiendo tu nombre tras dejar La Fuga, porque tú siempre has defendido tus canciones. ¿Qué valoración haces de ésta década que ha volado?
Rulo: Soy muy de celebrar el cambio de digito. Este Septiembre cuando cumplí cuarenta, me autorregalé una fiesta de cumpleaños que tardé un mes en organizar y en la que me gasté una auténtica pasta. En vez de hacerme con la Harley, me hice un fiestón. Le pedí el jardín a mi suegro, vinieron amigos de la infancia, de la música, nos hicimos con un backline y estuvimos tocando hasta las tantas hasta que vino la policía. Fue algo increíble. Considero que los cambios de digito hay que celebrarlos. El 20 de septiembre de 2020 estaremos tocando en la Joy Eslava para conmemorar el lanzamiento de mi primer disco. Lo vamos a tocar desde el comienzo hasta el final, en el mismo orden y luego haremos más canciones. No lo vamos a hacer en un lugar gigante sino en uno más chiquitito para estar cerca del público. Para nosotros va estar genial, porque vamos a tocar temas que hace muchos años que no tocamos en directo. Va a ser un bonito reto.
¿En qué punto de tu carrera te encuentras?
Rulo: No me paro nunca a valorar porque siempre ando pensando en lo siguiente. Pero ahora que me obligas a pararme te diré que la estadística lo dice. La mayoría de gente que se va de un grupo que funciona no consigue funcionar. Hay excepciones como Rosendo con Leño, ahora Fito, Bunbury o El Drogas, pero te podría hablar de un montón de casos que no han conseguido funcionar. De gente que ha tenido que volver con su grupo primigenio porque es la manera de seguir en la música, que es algo guay. O porque han firmado las paces. Me considero un privilegiado. Ya sé que he currado mucho, que nadie me ha regalado nada. Todo eso ya lo sé. Está mal que lo diga. Pero también sé que otros curraron tanto o más que yo sin lograrlo. Sé que empatizar con el público es algo totalmente complicado. Se da o no. Nadie tiene la clave. Cuando toda mi familia me decía que no me fuera de La Fuga, que ahí estaban mis cien canciones y el sueño que había creado con Fito Garmendia, no les hice caso. Nos fuimos por no reñir ni discutir más. Nos fuimos de un palacio de oro. A veces la gente te critica por irte, pero a alguno le he dicho que ellos no se hubieran ido. Venía muchísima gente a vernos, ganábamos mucho dinero. No todo el mundo hubiera dado el paso de irse. Mi familia no lo veía nada claro. Menos mal que me fui. No os imagináis lo que he ganado de ilusión y lo rápido que han volado estos diez años. Quedarse en una banda en la que no estás a gusto hace que el trabajo se resienta. Lo vemos en grupos que van bajando el nivel de lo que hacen. Se repiten a sí mismos con peores canciones. Las giras molan, desde fuera, pero por dentro no se vive igual y en los discos se ve la caída de calidad. Algo como esto no puede ser un funcionariado. Mi padre iba a su fábrica contento cuando curraba, pero no como voy yo de contento a mi trabajo. Sigo disfrutando del momento de meterme en la furgo. Antes no era feliz más que en el escenario, pero también me gusta ser feliz con quien viajo. Es la gasolina que necesito.
¿Qué le queda por hacer a Rulo dentro del mundillo musical?
Rulo: Muchísimo. Como a Enrique -El Drogas- que ahora te hace un disco quíntuple. Hace un tiempo hizo lo de la Ciudadela donde fuimos todos a cantar con él. Me sentí un privilegiado de estar con uno de mis ídolos y con un amigo personal. Me queda moverme por ciertos países de América Latina. Me quedan mil cosas por hacer. Acepté el reto de tocar en las azoteas yo solo. Fui con un piano y mis guitarras con ganas de defender mi movida. No buscaba dinero sino retos nuevos. Otros no querrían ir a Joy Eslava, como iremos nosotros el año que viene, ensayando varias semanas, para tocar un repertorio que hace tiempo no tocamos. A mí me estimula. Lo hago porque me apetece, me pone no por dinero. Me pone hacer lo de la gira de teatros. Ya estoy en la cabeza con el tema de la escenografía. Me gustan los retos.