Por: Javier González
Había ganas de charlar con Igor Paskual para que nos hablara de su nuevo trabajo, el que contiene la colección de canciones más redondas que ha firmado nunca, y al que tan valientemente ha titulado “La Pasión según Igor Paskual”, un término que en su caso bien podría sustituirse por la palabra rock.
Porque el rock es el medio de vida que eligió el donostiarra, un género que defiende desde el corazón más absoluto, con las miras bien altas, derrochando glam, por momentos desnudez, y una actitud punk y urgente, plagada de mensajes tan mordaces como demoledores, que conviven con medios tiempos sintetizados rebosantes de intensidad y belleza.
Como siempre nos recibe con esas ganas tan características de hablar y de lanzarse de lleno a nuestro cuestionario, regalándonos otra de esas entrevistas que bien valdría su peso en oro. Pura pasión, puro Igor Paskual.
Hace algunos meses vio la luz “La Pasión según Igor Paskual”, tu tercer trabajo y personalmente considero que el más redondo. ¿No sé si tú mismo tienes esa opinión al respecto?
Igor: Sí, la verdad que sí. Cuando me puse a trabajar en el primer disco, “Equilibrio Inestable”, con mi productor Carlos Stro. lo hice a sabiendas de que comenzaba una labor a largo plazo en la que tardaríamos uno o dos discos en conseguir lo que queríamos. El objetivo iba más allá, por eso no he cambiado de productor, porque estábamos trabajando sobre una base. Creo que en efecto hemos conseguido un sonido diferencial que no rememora a nadie en el rock español, sin dejar de ser rock. Es un sonido más extremo, donde las canciones punk suenan más pun y las dramáticas son mucho más dramáticas. He llegado a un extremo que buscaba. Luego a nivel compositivo me he esforzado mucho, he seleccionado un montón de canciones y creo que también estoy en mi mejor momento creativo. Sí, creo que es el más redondo, pero mi trabajo me ha costado.
Desde el mismo título, me parece que te has planteado hacer, entre otras cosas, un absoluto ejercicio de arrogancia, algo que por otra parte es totalmente rockero. ¿Qué te parece la afirmación?
Igor: Más que arrogancia… hay una pequeña parte de arrogancia al utilizar el nombre de “La Pasión”, cuando Bach o Passolini ya lo han utilizado en alguno de sus títulos. Más que ponerme a la altura artística, trato de inscribirme en una tradición compartida, que es la cristiana o católica, en el caso de Passolini, y utilizar esos recursos expresivos para contar algo que todos entendemos. Más que de arrogancia trato de buscar un lenguaje común para contar una peripecia vocal. Hay un punto de arrogancia a la hora de inscribirme en esos títulos tan afamados, pero no por mostrar un nivel artístico. Es una forma de inscribirme en ese relato. Me gusta que digan qué arrogante y qué mamón. (Risas)
Al escribir la reseña del disco dije que se trata de tu obra “más furiosa y vital, por momentos ruidosa y urgente”. ¿Compartes esa misma visión?
Igor: Sí, yo también lo creo. Creo que la palabra clave es vitalismo. Es una forma de dar la respuesta a un problema que es la muerte. Sucedió que murió una amiga muy cercana a la banda y al productor. Es una respuesta a qué hacer en este caso. Nunca me había enfrentado a la muerte en mi vida. De hecho, no me gustan los discos que hablan de muerte ni los grupos oscuros como Joy Division. Sí me gustan pero no conecto con ese mundo, no me interesa. Pero cuando te pasa muy de cerca te preguntas porqué el mal vence, porqué le ocurren cosas malas a gente buena. Me vuela la cabeza.
Ahora entiendo mejor cortes como “Inmortal”, en el que das un palo a la muerte, apostando por la vida, algo que también tocas en “Cansado de la vida”, aunque desde otro lado, criticando a los aburridos.
Igor: Mi solución es ante la muerte, más vida. La vida es la respuesta, hay celebrar que estamos vivos. Todo el disco está lleno de vida y contiene un mensaje sobre disfrutar de la vida. A veces no sabemos qué es estar vivo. Y más en estas condiciones que tenemos en Europa, donde, más o menos, tenemos una seguridad social casi digna, hay agua potable, etc. Vivir así es un lujo. Quizás de vivir en Sudán o Kenia tendríamos muchas más razones para quejarnos.
También comenté que era un trabajo “totalmente autobiográfico, social y hasta cotidiano; desnudo, eléctrico y por momentos sintetizado”. ¿Demasiadas cosas en un solo disco?
Igor: Con éste disco tenía la ambición de hacer la obra artística de mi vida. A veces los músicos tratamos de escudarnos en que el álbum no ha salido más redondo porque se ha tardado menos de la cuenta, en que no había presupuesto y que había prisas, yo no. Quiero dejar este disco como constancia para el mundo. Quería hacer un disco del que estuviera orgulloso por si acaso me muero, que ojalá que no sea así. Tenía que hacer canciones con muchos recovecos, había que meter de todo, sintes, rock, ser desnudo y a la vez metafórico. Debía ser fiel reflejo de la condición humana, que a veces somos geniales y a la vez muy mongolos. Dices bien, es un disco desnudo donde estoy muy expuesto en lo que cuento, pero a ratos estoy protegido por los sintetizadores y me vuelvo a quedar más expuesto con las acústicas. Hay de todo porque tenía la ambición de contar algo intenso a mis cuarenta y cuatro años. He vivido y aprendido mucho porque he trabajado con músicos y productores increíbles. Tengo mucha suerte, trabajo con Loquillo, un rockero de primer nivel en este país, la formación que he tenido no la ha tenido mucha gente. Ya era hora de devolver parte de lo que he recibido, no voy a hablar de generosidad, pero sí que tenía que dar algo de lo que otros me han dado, que ha sido mucho.
Abres fuego con “Dios es Colombiano”, donde bien podrías generar una cuantas polémicas, en estos tiempos de corrección moral y política, impuesta en muchos casos desde el margen izquierdo.
Igor: Es una percepción que nos intentan hacer ver. La corrección política es un avance, aunque no lo creamos. A la gente le cuesta mucho cambiar de usos morales y mentales. Lo que en los ochenta era divertido, que era un chiste sobre “maricones” de Ozores, nos podía hacer echarnos unas risas; o el chiste de Martes y Trece sobre la mujer maltratada, tenía mucha gracia en aquella época. Hoy en día no tienen gracia porque nos manejamos con otros códigos, pero no porque seamos unos puritanos. Hace poco estuve haciendo un recopilatorio para una fiesta y me planteé incluir una canción de un grupo medio gótico que se llamaba “El Pederasta”, era una buena canción, pero decidí no meterla en la lista. ¿Por qué? Pues porque tengo tres hijos y ya no me hacen tanta gracia ciertas cosas. No me he vuelto un puritano ni he dejado de tener humor, cuidado. Pero hay cosas que son como los chistes sobre Irene Villa, que a mí nunca me hicieron ni puta gracia. Y eso es trasladable a otros ámbitos. La corrección política tiene su punto de avance. Te doy la razón en que hay una izquierda que es muy puritana, sin sentido del humor. Pero la derecha carga con todo, con abogados inclusive. ¿Por qué no he tenido problemas? Porque no soy suficientemente importante. Sé que se valoró esta canción para ser denunciado por ciertos sectores, pero no soy conocido como para montar un pollo. Con una persona que vende lo que vendo yo no interesa, si hubiera tenido más difusión habría tenido problemas seguro. Cuidadito que estos se ponen muy serios con cosas así.
Otra frase brutal es “Al Calor de la manada, me pegabais palizas gritando bujarra, pero en el fondo os asustaban que os gustaran mis famosas mamadas”
Igor: Es que fíjate cómo se hace avanzar a la sociedad. Esa canción habla de cuando era pequeño, e iba al cole y me pegaban. Hoy sigue habiendo acoso escolar a través de los móviles, porque antes al menos te protegías en tu casa. Aquella era una época en que tenías que tragar o defenderte, porque ni tus padres ni los profesores daban la cara por ti. Nadie tenía herramientas para luchar contra eso. La naturaleza imponía meterse con el débil y que el débil para enfrentarse a la vida, tenía que defenderse. Había gente que podía y lo hacía, y otros no. Nuestra mentalidad ha ido cambiando, ahora en casi todos los sitios hay protocolos contra eso. Es una frase que creo que define bastante bien el disco.
“Con la suerte de nuestro Lado”, es quizás el trallazo más directo de toda la colección
Igor: Es la canción más canción. Muchas de las canciones están arropadas por una gran producción, pero creo que esta es la que mejor se sostiene con guitarra y voz. Es la más de autor. Contiene un estribillo y unos acordes interesantes. Creo que es la composición más de oficio. Me gusta mucho. Es la más inmediata. Siempre me ha gustado mucho el pop y el rock británico, creo que es la que más tiene que ver con esa forma de trabajar la canción, con cambios de tono y modulaciones.
En “Maquiavelo iba en serio”, sueltas un alegato contra el indie pop y a favor del rock and roll, sabemos que tienes amigos del lado oscuro. ¿Cómo se toman estos alegatos que les dedicas?
Igor: Creo que los grandes amigos que tengo en el lado oscuro, al menos los que yo conozco, tienen buen sentido del humor. Saben bien lo que quiero decir. Tienen claro que critico una manera de estar en el escenario y de entender la música. Me he tomado todo lo musical desde el lado dramático, porque el rock and rollo me salvo la vida. Por eso creo que conecto tan bien con el Loco. Encuentro poca gente que se lo haya tomado en ese sentido. El rock para mí era todo o nada. Tengo una forma de entenderlo muy a la desesperada. De una forma vital, no profesional, cuidado. Echo a faltar esa desesperación y esa entrega en mucha gente, lo que no quiere decir que haya malos músicos o compositores en el indie. Pero también sé que desde el indie pop o la independencia miran al rock por encima del hombro. Existe la visión contraria que mira al rock como algo de paletos, como un arte menor o de gente a la antigua. Aquí tenemos de todos para todos. Quizás ellos no lo dicen explícitamente, pero lo piensan.
Recuperas “Waterloo”, una canción que te acompaña desde tu primera etapa, donde solías ofrecer conciertos en acústico. ¿A qué se debe que hayas decidido grabarla en este momento?
Igor: “Waterloo” es una canción que compuse para el Loco, pero cuando la fue a cantar la desechó en el último momento porque no se identificaba con la letra. Al final se retomó porque eran necesario una serie de extras para un recopilatorio que se sacón con Warner. Se trata de una canción que quise incluir en el primer disco, pero ya tenía “El Corazón del Hielo” y “Bipolar”, de cara al segundo se incluyó “Sin Miedo”, que también responde al patrón de baladas. “Waterloo” me parecía muy relevante pero he tardado en dar con el tono para la canción. En el disco está ayudada por Josu García, porque estábamos cerrados con ella y no queríamos sacarla con la producción que se había hecho con Jaime Stinus, así que acabamos pidiendo ayuda externa. Esa canción la coproduce él, porque estábamos en punto muerto. Y tengo la suerte de tener un productor tan generoso que cuando andábamos atascados, dio vía libre para tener una ayuda externa. Fue increíble. Combinar ambos trabajos ha permitido incluir “Waterloo”. Costó mucho llegar a donde llego. Y me encanta, creo que es de lo mejor que he hecho en mi vida. Menos mal. He tardado, así que ya ves, soy lento. (Risas)
Incluyes la revisión de un clásico de Violeta Parra, “El Gavilán”. No sabía que fuera una de tus influencias musicales.
Igor: Bueno, no está entre mis referencias musicales, la verdad. Esta canción la conocí por casualidad en Gijón y no me podía creer lo que escuchaba. A mí lo que me interesa de Violeta, no es su parte folclórica ni su parte compiladora de folclore chileno. Me mata su parte más vanguardista, que la tiene. En esa parte incluiría “El Gavilán”, “Las Anticuecas” o la banda sonora de “Mimbre”. Creo que ni Lennon/McCartney, ni Bowie ni Pink Floyd, tienen una canción a nivel compositivo como esa. Es una mezcla entre música campesina y Stravinsky increíble. No está entre mis preferencias, pero cuando algo es bueno y te sorprende, lo metes. Ocurrió que me emocioné escuchándola como cuando tenías trece años, pero ya de mayor. Creía que tenía que hacer una versión porque me pareció increíble. En buena hora me metí en ese barullo porque me costó meses hacer la canción. Fue muy difícil grabarla, pero también estoy realmente orgulloso.
¿Crees que estás ante el que debe ser el disco de tu consagración?
Igor: A nivel artístico es un disco del que me siento orgulloso, creo que puede competir contra cualquiera sin problema. Las consagraciones en éste país vienen de cierto sector de la crítica en el que no sé si voy a entrar. Y también de un lado numérico, moviendo grandes audiencias, al que creo que no llegaré. Siento que estoy pisando un terreno sólido. Pero no soy yo quien lo debe juzgar, y no lo digo con humildad, lo deben juzgar los demás. Tengo un gran disco entre manos, sí que noto un respeto de mis compañeros de profesión y de cierta crítica que no noté con los dos anteriores trabajos.
¿Crees que con el nuevo gobierno se modificará finalmente el estatuto del artista/músico?
Igor: La verdad es que si te fijas en todos los debates que ha habido se ha omitido la cultura. Cuando luego es una herramienta promocional y política de gran nivel. No sé si se podrá hacer algo al respecto, creo que quieren hacer ciertas reformas con los autónomos, que es lo que somos. Confío en eso, en una ley de mecenazgo que un gobierno de izquierdas debería abordar. Luego hay un problema que es definir la condición de artistas. ¿Quién es? ¿Quién se dedica a ello a tiempo completo? ¿Quién lo hace a tiempo parcial? Es algo que se puede hacer y el modelo francés está para copiarlo. A veces no hay ni que inventar, hay que copiar al que lo hace bien. Como hago yo con Bowie. (Risas)
¿Qué planes manejas a corto y medio plazo?
Igor: Ahora mismo lo que quiero es seguir sacando videos y singles. También me gustaría sacar alguna canción inédita, porque para este disco he grabado bastantes. Estaría bien hacer un dueto con algún artista que se emocionara con mi música. Lo que no quiero es desaparecer una vez que arranque la gira con el Loco, al menos no tanto como he hecho estos últimos años. He tenido una carrera un tanto guadianesca. Quiero combinar las dos cosas a la vez. Sería el objetivo. No desaparecer porque luego retomarla en términos de carrera es complicado.