Los discos de artistas con larga trayectoria musical tienen un elemento que suele jugar a su favor. Estamos ante obras que son firmadas por un solo músico y a la vez representan, en mayor o menor medida, todas aquellas pieles en las que de una u otra forma se han transformado en los años de carrera que les contemplan. Y algo así se percibe en el más que interesante debut de Álvaro Suite en solitario; sí, oyen bien, porque después de mil y una batallas sonoras, el sevillano se lanza ahora a la aventura defendiendo su propio nombre.
Al andaluz se le tiene en mente de manera recurrente, entre otras cosas porque en la última década y media viene siendo uno de los espaderos mayores de Enrique Bunbury, pese a que también se le ha visto sobre las tablas en proyectos de menor repercusión como Suite, Pinball y Los Labios, por lo que seguir la pista de sus movimientos ha sido tarea sencilla. Lo que sin embargo no ha servido para prevenirnos sobre el disco que podía firmar, ya que nos ha sorprendido para bien con “Xana”, al mostrarnos a un artista sensible, camaleónico y que se mueve a la perfección entre diversas sonoridades, y al que acompañan unas dotes interpretativas realmente inesperadas a estas alturas de la película.
Estamos ante un álbum sinuoso que se mueve entre medios tiempos y arrebatos rockeros, que se dejan llevar por sonidos orgánicos para sin remolonear electrificarse, creando ecos y sonidos ambientales que transportan a paisajes inventados, en los que el peso de los teclados es realmente importante, y donde la mano de Paco Loco asoma en la penumbra a cada instante, en los que se observa un trabajo cuidado hasta el milímetro y donde los recursos de los intrumentistas -Ramón Gacias a las baterías, Julián Maeso y Víctor Cabezuelo, a los teclados y Robert Gómez, guitarras- son extraordinariamente exprimidos.
El viaje se inicia entre los recuerdos que encierra “Loopdrama”, poderosos juegos de teclas y una potente base rítmica abren a la perfección con una intensa letra que te invita a querer tirar más del hilo que se propone, “Mientras Duermes”, es una canción redicha y poética, con guitarras sumergidas y aromas glam del siglo XXI, guiándonos hasta la suavidad de “Toda esa Belleza”, una letra escrita en homenaje a Antonio Vega, en la que la voz de Coque Malla corta la melodía enfrentada a la de Álvaro, quien en una interpretación contenida comienza a marcar terreno como vocalista a tener muy en cuenta; llega el turno de “Dices”, una composición arrastrada, casi a ritmo de blues, que pasa por ser una de esas joyas ocultas que crece a cada escucha, como anticipo a otra de esos regalos que representa “La Dama que Amé”, un paseo entre la multitud, un sueño en mitad de la vida y una historia de amor imposible convertida en recuerdo, solo diré que si “La Estatua del Jardín Botánico” de Radio Futura tuviera que sonar en 2020, lo haría tal y como este auténtico trallazo, cuyo juego de teclados final es simplemente brutal.
La segunda parte del disco cobra velocidad con el single de adelanto, “Como la Espuma”, un trallazo vacilón y juguetón, con guitarras y palmas, hedonista y libertina, rock and roll moderno y electrizante que disfrutaría tocando el mismísimo Igor Paskual, la más festiva pero ni por asomo la mejor de la colección, sin ir más lejos tras ella llega “Tu Silencio”, elegante y atinada composición de guitarras cristalinas, que también se encuentra entre las más brillantes de toda la obra y que a buen seguro será muy disfrutada en directo, y “Parque Rubén Darío”, un ejercicio entre psicodélico y de nostalgia por parte de su autor que habla de cambios invisibles, enfilando la recta final con la sintomática “Jaula de Oro”, donde entre imágenes y estaciones, Álvaro muestra todo su poderío vocal, cantando muy alto, en una canción donde tendrían cabida David Bowie, Depeche Mode y hasta Jean Michel Jarre, y cerrando con la cadenciosa “De Cenizas”, amorosa y ardiente composición que pone punto final a estas diez canciones entre loops, down tempo y guitarras de furia contenida.
Debemos felicitar a Álvaro Suite por haber conseguido grabar un disco como “Xana”, regalándonos una obra abierta y poliédrica, con afán experimentador y juguetón, cuadrando el círculo con diez temas disfrutables, por su intensidad y admirable ejecución. Un álbum reposado lentamente hasta su culminación definitiva, que ahora se nos ha entregado para ser una de las grandes sorpresas del año que acabamos de estrenar.