Por: Artemio Payá
Grata sorpresa la que nos dio Alfredo García a finales del año pasado editando nuevo material. Se dice pronto pero este trotamundos lleva más de un cuarto de siglo amenizando nuestros oídos ya sea con los sensacionales Buenas Noches Rose, evadiéndose por las callejuelas porteñas en Le Punk o entregando una serie de seis epés bajo el nombre de Alfa. Después de emigrar cerca de los pastos asturianos y tras un periodo de descanso que incluyó la edición del libro “ Los Hijos de Euterpe” el veneno del rock ha vuelto a hacer efecto y Alfredo ha vuelto a agarrarse a las seis cuerdas para dar vida a nueva música.
En este caso da un giro de guión y se viste con otros ropajes, Alfredo García es su nueva encarnación pero es únicamente una cuestión nominal y lo que está claro es que su inmenso talento permanece inalterable. Si en su andadura como Alfa la narrativa era mucho más personalista, en este caso se pone delante del espejo para encontrar el título del álbum “Aicrag Oderfla” y para pintarnos un buen puñado de canciones pobladas de singulares personajes que conforman un viaje en el va deshojando medios tiempos manchados de blues y rock que se mecen al ritmo de unos vientos que dominan gran parte de este disco.
El primer corte, “Bolero Falaz” nos hace recordar sus tiempos de Le Punk y quien sabe si tenía guardada esta tonada desde el momento en el que estuvieron a punto de volver a la carretera. No vamos a descubrirlo ahora, Alfredo es un estupendo letrista aunque diría que más que esto es un enorme contador de historias y buena prueba de ello la encontramos en canciones como “La Fantástica Historia” o “La nación Felina” para posteriormente emprender un viaje hacía Memphis (“Salamina”) o a las costas de “Pangea” en la que por primera vez enseña los dientes y hace vibrar su guitarra.
En la recta final encontramos sin duda dos de sus mejores momentos: “Ares” y “Carta de un vampiro” que es una postal repleta de melancolía a un viejo amor con la mente paseando por la vieja Europa. Es capaz todavía de intentar meterse en el triste final de “Eva Braun” y para el final deja una canción marca de la casa (“Tonto Feliz”) en el que también merodea el espíritu de su anterior banda y una fabulosa “La última frontera” que va creciendo desde la intimidad acústica hasta la desatada electricidad en dónde acaba su viaje.
Feliz regreso del viaje de Alfredo, entonado desde una aldea Asturiana en el que nos demuestra que sus virtudes siguen intactas y ojalá con este trabajo mucho más público descubriera a este enorme compositor que sigue sin fallar después de muchos discos a sus espaldas. Podemos encuadrarlo en la nómina de compositores mayúsculos que inexplicablemente pasan más desapercibidos de lo que deberían como es el caso de gente como Santi Campos o Rafael Berrio y cómo estos será un placer disfrutar en vivo de estas canciones que se añaden a un más que notable repertorio del autor.