Por: Txema Mañeru
Los enamorados del sonido del piano tenían muchas ganas de que llegara un disco como este. La japonesa Hiromi es la pianista más virtuosa, destacada y alabada del nuevo milenio. Se nota que está bendecida por los dioses. La velocidad, la delicadeza y el colorido que consigue con sus dos manos (prácticamente iguales) sobre las teclas blancas y negras no tiene parangón en las últimas décadas.
El caso es que, a pesar de su juventud, tiene ya una amplia trayectoria a sus espaldas, moviéndose, sobre todo, en territorios jazz pero sin importarle acercarse, por momentos, a la clásica contemporánea o incluso añadir toques, arreglos y canciones pop y rock. Tiene ya más de una decena de discos publicados, pero hacía una década que no entregaba un disco ella sola al frente de su Yamaha CFX Concert Grand Piano. Concretamente desde el también alabado “Place To Be”. Ahora quería volver a mostrar que su paleta de colores y sus gustos son variados, y de ahí el título de este anhelado nuevo disco. “Spectrum” (Telarc / Distrijazz), que contiene más de 70 minutos sola ante el piano que sin embargo no se hacen largos ni pesados en ningún momento. Más bien todo lo contrario.
Y si hablamos de “Espectro” y de colores, el disco no podía comenzar más que con un colorista tema titulado "Kaleidoscope". Ya nos abruma y embelesa con sus increíbles digitaciones y su magia. Velocidad por igual en ambas manos y también precisión. Como cantaba Antonio Vega, magia con precisión. Vuelve al blanco más puro en la deliciosa calma de "Whiteout" y nos deja caer gotas de funk en "Yellow Wurlitzer Blues". Explota en mil colores en la ágil "Spectrum" y regresa a la intimidad en los momentos de mayor paz en el "Blackbird" de Paul McCartney, en el que también cabalga rápida en otros momentos del tema logrando una de las versiones más asombrosas y emocionantes que hemos oído de esta maravilla jamás.
Hay espacio igualmente para homenajear a Charles Chaplin con los juegos de su piano en "Mr. C.C." y para hacernos creer que los milagros son posibles en "Once In Blue Moon". Luego llega la cumbre con los más de 22 minutos de "Rhapsody In Various Shade Of Blue", donde se atreve a partir de un único color como inicio. Se trata del "Rhapsody In Blue" de Geoge Gershwin, al que comienza a añadir colores sin parar y se pone a jugar con el "Blue Train" de John Coltrane. No contenta con ello, suma a su paleta el "Behind Blue Eyes" de los Who. ¡Qué mujer! Acaba melancólicamente con una "Sepia Effect" más sencilla, pero realmente hermosa. Con ella nos quiere hacer que ver muchas veces los recuerdos son mucho más bonitos que la verdad… y lo logra. Un viaje por el mundo a través de sus teclas que no deja a nadie indiferente.