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Entrevista: Rubén Pozo y Lichis

“Nos sentimos vivos y queremos contar cosas en las canciones”

Por: Javier González
Fotos: Ana Maracas

Rubén Pozo y Lichis hacen gala de su cortesía al invitarnos a su particular “Mesa para Dos”, amables, cercanos y locuaces. Casi tan cercanos y cotidianos como las canciones, que tras una maravillosa gira que sirvió como toma de contacto, han grabado en el Ep que sirve de perfecta excusa para esta toma de contacto. 

Citados en las oficinas que Sony, su discográfica, posee en el madrileño Paseo de la Castellana, tierra siempre enemiga para rojiblancos de pro como ellos, nos citamos para desarrollar una intensa charla entre el ruido de la calle y canciones de rock tocadas por guitarras cristalinas, profundas en sentimientos y siempre sinceras, que nos brindan la oportunidad de conocer todavía más de cerca el proyecto de dos de los primeros espadas de nuestra música en un más que envidiable  momento compositivo.

Una charla amena y cercana que no hace sino ampliar nuestras ganas de reservar junto a su mesa en alguna de las muchas noches que aún les quedan para dar a conocer un repertorio más que interesante y de obligada escucha. 

Acabáis de editar “Mesa para Dos”, un Ep con varias canciones, que es la plasmación de lo que habéis ido mostrando durante estos meses en gira. Aunque realmente me gustaría mirar mucho más atrás, hasta el momento en que os conocéis. ¿Cuál es el primer recuerdo real que tenéis el uno del otro? 

Rubén: Hay muchos momentos anteriores a lo que voy a contar pero creo que debo hacerlo porque tiene cierta carga simbólica. Me acuerdo haberle visto en un taxi de la M-30 mientras yo iba en otro taxi. Ambos nos vimos y nos saludamos con el gesto tan característico de nos llamamos. Sé que debería hablar de La Cabra Mecánica y de cuándo le escuche por primera vez, pero sé que ese momento tiene algo significativo. Ese gesto de nos llamamos ocurrió hace diez años, los que hemos tardado hasta llegar aquí. 

Lichis: En la música las relaciones son tan intensas como superficiales. Normalmente se coincide con muchos compañeros en diferentes sitios y horas normalmente intempestivas. Aún a pesar de eso creo que con dos o tres miradas es más que suficiente para saber qué hay y con quién vas a tener unos vínculos. Mas allá del estilo musical, la realidad del músico es similar. Nos habíamos visto en diferentes saraos, habíamos hablado y había buena sintonía. Creo que la primera que coincidimos fue en el año 1997 en el parque Tierno Galván, aquella noche tocábamos Sobrinus, Buenas Noches Rose y La Cabra Mecánica, tres grupos que acabaríamos siendo míticos en un auditorio semivacío. De hecho creo que fue la última que se utilizó dicho recinto para un concierto. 

¿Qué surgió primero, la admiración, el cariño, quizás la amistad?

Rubén: Escuché a La Cabra y en mi cerebro se encendió la luz para tenerle muy en cuenta. Me contaba cosas con las que se me iba el oído. Luego nos conocimos en varios momentos. Me gustaba lo que hacía artísticamente.

Lichis: En ocasiones una de las cosas que más lamentas es que no tenemos oportunidad de profundizar en lo musical. Ahora se han puesto de moda las colaboraciones que a veces tienen más que ver con lo comercial que con un impulso creativo real. Se busca que tus fans conozcan al otro y viceversa. La oportunidad que nos hemos dado a mí me está aportando mucho en muchos factores. Él tiene más recorrido a la hora de colaborar con gente en proyectos. Yo quizás viví aquello más al principio de mi carrera. Una vez que comencé con La Cabra Mecánica eso se cortó. Ahí comencé a viajar en solitario. La verdad es que ahora estoy disfrutando mucho. Está siendo algo nuevo para mí que tiene que ver con lo creativo y artístico. 

¿Cómo surgió la idea de ésta “Mesa para Dos”?

Lichis: Le escribí un whatsapp sin más. El acaba de sacar su disco, había oído en Radio3 una entrevista con Santiago Alcanda y pensé que andábamos en una onda similar. Luego en Huesca sonaron sus canciones antes de un concierto, era uno de los primeros que daba solo con guitarra. No sé porqué pero en mi cabeza lo vi claro. Dije molaría hacer algo juntos. Mezclé mi natural tímido con el suicida. Le escribí “hacemos algo juntos”. Dijo “sí, tío”. 

Rubén: Fue así. Y aquí estamos.

¿La idea inicial fue hacer una gira o directamente tocasteis el tema del disco? 

Rubén: La idea inicial era la de componer y hacer canciones. Nos pusimos a tocar porque nos apetecía y había que calentar el tema. Hemos mezclado repertorios en solitario y según van saliendo composiciones nuevas se incluyen. La verdad es que cada vez hacemos un repertorio más largo. Nos apetece tocarlo y a la gente escucharlo. De momento no lo estamos acortando, vamos sumando y creciendo. 

Sois dos personalidades muy marcadas componiendo, ¿cómo ha sido el proceso compositivo del disco? 

Rubén: Empecé en esto sabiendo que Lichis me saca veinte pueblos en componer. Quería reducir la distancia, dejarlo en quince, y ahora me saca treinta en vez de veinte. Contamos con lo que dices. Cada uno tenemos nuestras maneras y es lo bonito. Que hagamos un Frankenstein de canciones mezclando nuestras cosas. Lo que está saliendo es un Lichben/Rubis. (Risas)

Lichis: Lo que comenta Rubén me ocurre a mí también. Veo más verde el césped del vecino que el de casa. Desde nuestra inseguridad crece nuestro talento. Ves lo ajeno y quieres mejorarte. De esa inseguridad surge el espíritu crítico sano. Ambos al enseñar una idea al otro, le hemos dado una vuelta. De alguna manera ambos somos muy sinceros y neuróticos. Creo que hay más labor de decirle al otro que lo que te enseña está muy bien que cualquier otra cosa. Más que decirnos que se nos ha ido la olla. Todo ha surgido de forma natural. Cuando algo no sale, nos damos espacio para trabajar. A veces te tiras un mes con un acorde o una palabra. Ya luchamos mucho con el crítico interno, así que la labor con el otro es más de terapia. 

Entremos en el disco, si os parece. Me da la sensación de que es un trabajo de guitarras muy limpias, básico y directo. ¿Tenéis la misma sensación? 

Rubén: No sé. Uno entra al estudio y hace lo suyo. Luego no hay vuelta atrás. Lo de limpio es bonito, es un piropo. Ahora mismo estoy en un momento de guitarra limpia. 

Lichis: Nos ha tocado hacer éste proyecto en un momento en que los dos andamos con un montón de producciones. Es un tópico pero es lo que te trae la madurez, el ir a lo esencial. Nuestra visión a la hora de afrontarlo ha sido desde nuestro ser más cancionista. Queremos que destaque la canción, lo que hay detrás es lo de menos. A veces eso se hace con pocos elementos. La suma de elementos sencillos busca tocar más centros neurológicos en el oyente. Hay que saber dosificar el mapa sonoro que a veces es lo más complicado. 

Es curioso, da la sensación que os habéis juntado dos tipos con gran bagaje en nuestra música, viviendo un gran momento compositivo, pero quizás con una cota de popularidad más baja de la merecida. ¿Tenéis esa misma sensación en vuestras conversaciones?

Rubén: Personalmente no lo veo como mi pelea. El día que deje de hacer canciones miraré atrás sin pena. Ahora van saliendo canciones y no tengo suficiente con las ya grabadas. Siguen saliendo muchas. A mí me gusta ir por el camino que da más el sol no por el que me mandan. Lo bonito es que estamos vivos, haciendo canciones y de alguna manera haciendo el esfuerzo de unir lenguajes, manteniendo nuestra esencia. Como experimento musical es bonito para nosotros y para aquellos que quieran verlo. Colaboraciones hay muchas, pero yo no voy entrar a criticar lo que otros hacen. Nosotros no hemos hecho ni la gira ni el disco para juntar fans que suelen ser el motivo de las colaboraciones. Aunque bueno, cada uno que haga lo que quiera, no me quiero meter en jardines. Vivan las colaboraciones. (Risas) 

Lichis: Si examino mi carrera, que comenzó muy joven con 17 años, momento en que comienzo a tocar en diversas bandas, me doy cuenta de que he llegado a los cincuenta. De todos esos años solo en tres o cuatro, he tenido un éxito relativamente masivo. La mayor parte de mi trabajo ha sido en la sombra y de espaldas al favor del público. Es algo que depende de muchas variables fuera de tu control. Quizás en estos años he recuperado cosas importantes, ahora con cincuenta años no me cambiaría por lo que fui antes. Ahora disfruto de lo que vivo y me apetece contar cosas. Me siento vivo y quiero contar cosas en las canciones. 

Rubén: De uno depende hacer lo mejor que sabes en cada momento. Yo creo que hay un público con ganas de escuchar las canciones nuevas. Hay quien se cansa de escuchar mil veces “Hotel California” que por otra parte es una canción brutal. Son tiempos inestables en que entra lo digital, hay un revulsivo en la sociedad. Hemos pasado a tener mil redes sociales. Es un salto que te cagas. Entiendo que en el rollo cultura como que buscas un ancla, buscas tu estilo, el que te forjó cuando eras chaval. En la música está ocurriendo eso. A veces se buscan las canciones que te representan. Hay miedo a lo desconocido, a lo que no está en el núcleo duro que te forjó cuando eras joven. Creo que es una respuesta a tantos cambios que están habiendo.

Otra cosa que me gusta es que os sigo reconociendo en lo que hacéis. Me refiero al hecho de que tanto vuestras voces, como vuestros textos hacen que se os vea detrás de las letras. Esa cotidianeidad me encanta. Os ha salido un álbum que suena a homenaje al día a día más común del mundo. 

Rubén: No voy a decir nada para no joderlo. Tanto Lichis como yo trabajamos mucho la cotidianeidad. Este señor ha escrito “La lista de la Compra”, más cotidiano que eso no hay nada. A mí me gustan canciones que muestren la vida. Hay momentos de subidón en que crees que eres una galaxia cercana a Andrómeda, aunque en general es ir a por el pan, a por el chaval al instituto. Al final somos una encadenación de cotidianeidad. 

Lichis: Hay una cosa que es que cada generación de músicos reivindica la calle como propia. Ahora se habla de “urban music” como si lo de antes no fuera música así. La gente joven creen ser los primeros en ser transgresores por descubrir el sexo, las drogas y en definitiva la calle. Nosotros somos músicos de banco y guitarra española, además de ser gente de litrona y parque. Compartías con la gente de tu alrededor lo que te ocurría en un tú a tú. 

Rubén: Por aquel entonces no había tutoriales como los que tienen ahora los chavales para aprender a tocar “Money for Nothing”. Lichis: Tú compartías tus tardes con la gente que estaba alrededor. La generación anterior hablaba también de calles. La calle se va ampliando, con los años hablamos del día a día. Hablamos del carrito de la verdura y de la señora que lo compra. También de los parados y del chaval que espera para ir a su trabajo. La calle son muchas cosas que van de lo marginal a lo cotidiano. 

Por cierto, ¿“Loquillo” es un homenaje al Loco? 

Lichis: Me inspiré en una canción de Ben Lee que es un cantautor australiano, le he plagiado una idea muy concreta en la que creo que hablaba de Jay-Z. Es un tío especial y frágil. Él hablaba de momentos de duda que tenemos ahora mismo en la sociedad, donde no creo que haya que deconstruir al ser humano. El hecho de ser hombre es muy variado, no se ciñe a unas coordenadas, quizás por lo momentos de desigualdad que hemos vivido. Ahora parece que para luchar con el execrable machismo que nos condena como sociedad, hay que erigir al hombre como rocoso e indudable y luego criticarle. Ser hombre es una sensibilidad que se vive de muchas maneras tanto positivas como negativas. La fragilidad está en nuestras vidas y la sensibilidad también. Somos las primeras victimas del estereotipo machista de macho alfa. La canción era una manera nostálgica, divertida y triste de hablar de qué me pasa cuando no tiro adelante de la vida. Algo que ocurre con mucha gente. Cuando el mundo es indigesto a veces toca tragar. Para mí Loquillo ejemplifica el ejemplo de rockero eterno, que no se resquebraja jamás aunque le caiga un rayo encima y encima mira al cielo desafiante. Lo he aprovechado como figura para hablar de mi fragilidad. Es más una figura, un recurso retórico, que una canción dedicada al Loco. 

Loquillo, Alaska, representan a esas figuras que sin ser grandes cantantes, reúnen todo lo que se puede pedir al mejor de los músicos y cantantes. 

Rubén: Defenderé, porque soy uno de ellos salvando las distancias, a ese tipo de artistas. No necesito tener la voz de Rosalía para hacer una canción y cantar mi verdad que se me va de las manos. Me gusta la gente que no son Yes ni Freddie Mercury pero que tienen algo que se les escapa. Haría falta salir a la calle y decirle a más de uno, “Chaval no necesitas casi nada para emocionarme con una canción”. Soy de esos. Amén. 

Musicalmente hablando, quizás la que más peso tiene sea “La canción maldita”. ¿Estáis de acuerdo? 

Rubén: Bueno es un rock que habla de estos tiempos de Instagram en que da la sensación de que al de al lado le va mejor que a ti. Habla de eso. Todos sacamos nuestra cara guay y divertida en las redes sociales. Da la sensación de ser una consigan a veces. Son tiempos jodidos ya que da la sensación de que a los demás les va mejor. No es más que una canción para limpiarte y quedarte a gusto que para eso se inventó el rock and roll. Sacar las basuras fuera con cajas destempladas.

“Nudo Sur” da la sensación de ser vuestro homenaje al barrio, al currela y al autónomo. 

Lichis: El mensaje de todas las canciones es hablar de una realidad que nadie habla. Es lo que hablamos antes. Es una sociedad que vive de espaldas al dolor y a la muerte, o al paso del tiempo. Es la mayor de las autocensuras, por encima de lo políticamente correcto. Hay cosas de las que no se hablan porque te llamarán llorón y agonías. Tiene mucho de política neoliberal, ya que hemos construido una política vital perfecta. Mucha culpa la tienen todos los hijos de puta del coaching y de la autoayuda que defienden el discurso de que si no te va bien es que tú no estás haciendo todo lo que debes. Algo que es muy nazi por otra parte. Hay cosas de las que es mejor no hablar. Da la sensación de que mi vida acabó con veintitantos y la gente no cuenta lo que viene detrás.

Entre la política neoliberal y la autocensura de la izquierda, políticamente correcta, estamos bien jodidos.

Lichis: Por encima de la censura política, creo que el delito viene porque entre unas cosas y otras estamos tratando de salvar la cara a una sociedad y a un mundo que no tiene cura. Pienso que nuestras canciones hablan de muchas cosas que seguramente no sean amables, pero nos ha salido con un tono de humor negro, sin resentimiento con alegría, queriendo transmitir. 

Rubén: Queremos ser divertidos. El arte sesudo mola, pero mola más el que quiere entretener, me cago en la puta.

Lichis: La música anglosajona tiene una amabilidad que está por encima de la latina. Aquí se canta al amor, la pérdida o el despecho, muy a lo latino, con afán de venganza y resentimiento. Todo con ganas de ser intensos. La cultura anglo entiende, quizás por la herencia religiosa anglicana, las cosas de otra manera. Entienden el dolor y la muerte como parte de la vida. El rock viene de gente mayor negra que toca blues, algo que jóvenes blancos copian. Es otra realidad distinta a la suya a la que quieren imitar. Ellos bailan las penas como Hank Williams. Cuentan sus penas y miserias para que ese tipo de enfrente baile y sea feliz. De esa forma vuelve a su vida de mierda con energía y sin sentirse solo, con cierta alegría incluso. La mayor burla a la pena y al dolor es bailar y tratar de ser feliz. 

Rubén: “Nudo Sur” es un gran retrato social que ha hecho el amigo Lichis, algo en que la gente no ha reparado es en la forma cómo lo dice y a la gente a la que se lo dice.

Entonces me anotaré el tanto de haberla entendido (Risas). ¿Qué vida pensáis que puede tener el proyecto tras el disco y la gira? 

Lichis: No hemos hablado de la continuidad del proyecto. Ambos somos inquietos y tenemos cosas que decir y repertorios que nos llamarán en algún momento. No sé cuánto durará esto. Creo que la puerta quedará abierta siempre para entrar o salir, como debe ser. Ahora mismo, lo estoy disfrutando y no me planteo otra cosa. Todo está más que bien así. 

Ambos sois catalanes, afincados en Madrid desde hace mucho. ¿Cómo vivís la situación que está aconteciendo en vuestra tierra natal? 

Lichis: Lo que veo, hablo en particular, es que está ocurriendo en todo el mundo. Hay dos conceptos que hacen agitar al mundo dentro de un caos controlado que beneficia a los mismo. Tócame dios y patria entonces habrá jaleo. Así nos entretienen y la gente que mueve el mundo se beneficia. Detrás del nacionalismo español y del catalán se esconden los mismos intereses. Quizás unos son más maquiavélicos que otros pero es así. En ese sentido la izquierda es más bisoña e ingenua y crea acuerdos transversales que les hacen hacerse socios de élites de millonarios despreciables que llevan años robando. Por mi parte hago canciones, soy fan de los Rolling Stones, Bob Dylan y Led Zeppellin. Mi oficio es hacer canciones, además toco el bajo. Quiero decir que no soy quien para hablar de nadie ni de nada. He leído mucho de forma caótica, en su momento no acabé los estudios, mi formación me la he dado yo mismo de forma atropellada, He trabajado mucho de muchas cosas, hasta ganarme la vida con la música, no soy ningún intelectual. Pero esa mi opinión. Hay mucha incertidumbre política en el mundo en general y han tocado esos temas y se ha liado. Hay que cambiar el sistema que va más allá de lo que vemos. Cuando los poderosos se han dado cuenta de que la gente les había calado, han llegado a acuerdos y han liado un cristo por el tema de la patria y dios. Han tocado los temas que más conflictos han generado y les ha vuelto a funcionar. Mucho internet, muchas herramientas de conocimiento y seguimos siendo unos neandertales.

Rubén: No me has dejado hueco para meter baza Lichis. Los políticos nos deberían defender de las grande élites pero están comprados. Estamos indefensos ante ellos, pero las personas deberíamos saber tender puentes. Están repitiendo el mensaje que viene de arriba y nos lo hemos creído. Nadie nos defendiendo del capitalismo salvaje que esquilma el planeta. 

Por suerte, como diría Luis Eduardo Aute, queda la música. 

Rubén: Y el cine. (Risas)