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Entrevista: El Ser Humano

"La felicidad no la mido ni en likes, ni en cachés, ni en las listas de lo mejor del año"

Por: Kepa Arbizu
Fotografía: Antonio Madrid Souto

Tras el antropológico nombre de El Ser Humano se encuentra Gonzalo Fuster, músico valenciano que envuelto bajo tal nombre acumula, y acumula ya, un jugoso recorrido entorno a un poliédrico -pero siempre artesanal- pop. Partiendo desde un concepto independiente y alejado de los grandes caminos -cada vez más escasos por otra parte- que ofrece la industria musical, sus creaciones se escapan de falsos oropeles para buscar una meta mucho más gratificante: el interior del oyente.

 "Casa" se trata de su nuevo trabajo, auspiciado esta vez por el sello Discos Belamarh, y en el que nos deleita de nuevo con otro ramillete de variadas y delicadas melodías que, desgranadas durante todo el año anterior en la web Muzikalia, nos hace fijar nuestra mirada en ellas, dando esta vez un paso adelante y poniéndonos en contacto con el propio autor para escuchar sus palabras...

Antes de editar este disco, “Casa”, fuiste presentando y explicando mensualmente cada una de las canciones que acabarían formándolo a través de la web Muzikalia, ¿sabías desde que iniciaste ese proyecto que todos esos temas iban a formar parte de un álbum único o se fue fraguando la idea según pasaban las entregas? 

Gonzalo Fuster: En absoluto, me planteé ese periodo de publicaciones en Muzikalia como una salida. En la premisa inicial que acordé con Fidel Oltra, miembro de dicha web, estas entregas (canciones y textos explicativos sobre ellas) suponían ya un todo, no perseguía nada más. Por mi parte, al comienzo del año, la creación de un disco como tal no me motivaba. Pensar en ello me quedaba muy lejos. Por suerte, Luis Moner, de Discos Belamarh, me escribió con la posibilidad de editarlo y, ante alguien así, tan motivado y con afinidad estética pues… me atreví. Me sentí muy halagado puesto que percibí un amor por mi música muy sano y poco útil en el sentido neoliberal de la palabra. Así que de cabeza.

Además, un sello como Discos Belamarh, pequeño y artesanal , a priori parece una buena combinación con tu música y tu propia idiosincrasia…

Gonzalo Fuster: Sí, totalmente de acuerdo. No esperaba nada y de repente aparece Luis, una persona a la que he leído muchas veces y a la que admiro por su eclecticismo e inconformismo. Me dejé llevar, contradiciéndome a mí mismo en cuanto a la idea de no hacer “otro” disco. Pero chapeau. Me siento muy halagado por su interés, y admiro su forma de trabajar y entender la música. Los apasionados somos así de inconscientes e insensatos, pero si no fuera por esto, estaríamos muertos. La edición del disco es realmente bonita, gracias a Francisca Pageo, quien ideó el concepto que luego desarrollamos juntos en formato digipack. Todo posible gracias al esfuerzo de Luis y a su empuje.

Y en un momento en el que se escuchan canciones de forma aleatoria y sin ningún afán por profundizar sobre los autores o su contenido, tú decidiste explayarte sobre la intrahistoria de tus composiciones, ¿por qué decidiste hacerlo y con qué sensación te quedaste una vez hecho?

Gonzalo Fuster: Sí, lo de ir solo por el bosque parece que sea marca de la casa. Pues la decisión la tomé poco antes del empezar el año, basta asomar un poco la cabeza (la verdad es que no lo hago mucho) y ver la cantidad de estrellas del rock que tenemos a nuestro alrededor, con los misterios de sus creaciones y sacos y más sacos de grandísima actitud; y la ropa les sienta tan bien… Bromas aparte, me hice totalmente transparente. Soy un tío de 43 años, afortunadamente con mucha más pena que gloria y muy feliz con mi familia, pero a la vez no dejo de analizarme, de examinarme, de ponerme a prueba. No llevo una vida complaciente, todo lo contrario, me aprieto. Y todo esto, junto con un ligero toque de “esta es una profesión como otra cualquiera pero la adoro”, y ganas de seguir conociéndome, derivaron en estos textos y canciones.

La sensación posterior ha sido muy positiva, incluso ahora echo de menos expresarme así. No me esperaba ninguna retroalimentación y, sin embargo, algunos lectores han agradecido el formato y lo han ido siguiendo y comentando. Y, por lo visto, ha sido todo un éxito, quizás porque las expectativas eran… ningunas. 

Comentas que el origen de los temas de este álbum está en el punto de inflexión que supuso una actuación en el 2017, ¿qué sucedió en ese momento y ante qué situación te puso?

Gonzalo Fuster: Agosto de 2017, sí. Venía ya cargado, estaba acabando de grabar el disco EP triple ("El Ser Humano", Luscinia Discos, 2018 ), sobresaturado y ya conocedor de cómo funciona el mundo de la música. Además de varios motivos personales, lo de dar conciertos aquí y allá se me atragantó. Fue en un concierto en un chiringuito en la playa, ante bastante gente. La inmensa mayoría pasaban de escuchar, hablaban y reían de sus cosas, pero yo estaba tratando de expresarme, de sacar fuera mis emociones.¿Qué hacía yo ahí? ¿Era esto lo que quería? No fue nada grave, pero sí fue la gota que colmó el vaso. Lógicamente no pienso en triunfar ni en el éxito, sino en que, como músico, soy alguien que interpreto unas canciones nada superficiales, lo más alejado a una banda de homenaje a nadie. No conseguí meterme ni en mi propio yo, no pude comunicar. Mis canciones requieren una escucha activa y eso, como decías anteriormente, no se lleva. 

¿Y de qué forma sobrelleva un músico como tú, con las características que citas, un contexto actual que prima la inmediatez y la superficialidad condenando al ostracismo a tantos creadores?

Gonzalo Fuster: Buena pregunta, ahora no la sobrellevo, solo voy por mi camino. Me centro en mí mismo, no tengo la virtud de ser permeable y navegar con la corriente, tampoco es aquello tan bonito de ser una roca impermeable y sólida. Soy yo, suficiente. No quiero ocultar que, anteriormente, me hubiera gustado conseguir más relevancia o notoriedad, pero he asumido que se trata del precio a pagar por esta autonomía.

Respecto a este contexto musical, he llegado a la conclusión de que existen líneas paralelas, incluso que se tratan de disciplinas distintas. No sé si llamarlo entretenimiento por una parte y expresión por otra, sin ánimo de aportar un sesgo en ello. Para explicarme, te cuento lo que me pasó una vez en un concierto: Una sala prácticamente llena, gente sentada en mesas tipo taberna, me acerco al escenario para empezar el concierto y un chaval de la mesa en primera fila me pregunta que qué voy a tocar. Me sorprendo, pensando que se conoce mis canciones, puesto que el bar estaba forrado con posters de mi concierto y habían hecho muy buena promoción. Antes de responderle nada me lanzó otra pregunta. ¿De quién son las versiones?. Al decirle que eran canciones mías, sonrió, se giró y dijo algo corto a sus 8 o 10 amigos, quienes se levantaron de golpe y abandonaron el local. Entretenimiento versus "contarles-mi-vida". Supongo que todo esto mucho mejor que yo ya lo explicó Gilbertástico en su “monta-toca-vete”. 

Las canciones que forman "Casa" revelan un proceso que desemboca en una nueva y más plácida situación personal, ¿fue decisiva la composición de estos temas, en definitiva de la música, en ese periplo hacia cierta estabilidad emocional? 

Gonzalo Fuster: Totalmente, ha sido imprescindible hacerlo. Y aunque parezca una paradoja, escribir abiertamente sobre ello, íntegramente para mí aunque fuera publicado en Muzikalia, fue la clave. Estas canciones están compuestas y producidas solo para mí, pero hacerlas públicas ha completado el proceso de comunicación real. No sé si me explico, me baso en la idea de que lo más valiente es mostrar y explicar algo que es solo mío, sin esperar nada de nadie. Ahora me siento feliz por lo que he conseguido y la felicidad no la mido ni en likes, ni en cachés, ni en las listas de lo mejor del año.

De hecho, pese a que la concepción de "Casa" responde a una forma de trabajo individual, en ella aparecen repetidamente nombres como Juan Terol y Fede Trillo, ¿hasta qué punto han sido relevantes ellos en el resultado final? 

Gonzalo Fuster: Suena a tópico, pero sin ellos no habría nada de esto. A nivel técnico, Fede me ha enseñado el 90% de lo que sé de producción, su carácter ha ayudado mucho a que no me encerrara en mí mismo, como hago con otras cosas. Me ha dado mil consejos, me pasaba links para descargarme plugins, respondía mis dudas. Es un grandísimo productor con quien conecté al instante, mientras grababa el tercer EP de 2018. Qué paciencia tiene…

Respecto a Juan, pues, no sé, es Juan. Le quiero. Somos amigos desde los 16 años, me fascina su capacidad para no juzgar al opinar y su fidelidad (escribí una canción sobre ello con Trinidad!). Además su punto de vista siempre es muy valioso y me conoce perfectamente. 

Las canciones del disco oscilan entre la casi total desnudez y una instrumentación con capas y detallada, ¿sabes rápido descifrar cuándo una canción necesitará más o menos “vestido” o llegas a esa conclusión tras un ejercicio de prueba-error? 

Gonzalo Fuster: Normalmente durante la composición ya atisbo qué necesita. Aún así, en ocasiones al grabarlas me voy liando poco a poco y acabo sorprendiéndome. “Corbera”, por ejemplo, la concebí como solo piano y voz, pero una vez grabadas esas dos pistas, pensé lo bien que quedaría un violoncello (realmente 3) y un bajo en agudos. Lo más interesante ha sido no saber bien qué iba a publicar a un par de meses vista. Y esto no quiere decir que compusiera canciones por obligación, pero normalmente espero a tener un buen paquete de 10 o 12 y de ahí ya grabar y elegir. Ha sido muy enriquecedor. También ten en cuenta que venía de publicar dos discos con solo guitarra y voz, muy premeditadamente, aquí me liberé en todos los aspectos. 

Además hay una variedad estilística evidente en el disco, e incluso se puede apreciar una diferenciación entre aquellos temas de un formato más clásico “pop” y otros que trabajan texturas más electrónicas o similares, ¿son temas que responden a una forma de componer muy diferente o simplemente toman rumbos diversos en su desarrollo?

Gonzalo Fuster: Pues hay varios factores. Yo no soy un gran instrumentista, y en cuanto a producción y grabación soy un absoluto principiante, así que tenía que ir buscando qué sonidos podía hacer yo mismo que me gustaran y sorprendieran. Por otra parte, la ilusión de toda mi vida ha sido saber tocar el piano. Sabía los acordes pero no tenía destreza, así que "la Morena" me regaló un curso de solfeo y piano. Conforme iba aprendiendo, trataba de ir aplicándolo, siempre supeditado al interés de la canción, pero claro, yendo hacia delante. El tema de las baterías, por ejemplo, es clarificador. Sé tocar la batería, ritmos simples, con sus redobles y tal, pero una vez me puse a grabar me di cuenta de que no tenía el toque ni la técnica (obvio), así que me puse a programar ritmos, baterías midi… Hubo un par más sencillas que tuve que pedirle a Luis Torregrosa que me ayudara. Yo creía que podía con todo, pero no. La forma de componer suele ser la misma, el "no método", como explico en los textos de Muzikalia, pero luego esas texturas han de verse materializadas de una forma u otra. Prueba y error. Para la primera del disco, hasta que di con los contrabajos, probé con más de 20 sintetizadores.

Ya que acabas de aludir a "la Morena", tu pareja, en esos comentarios sobre tus canciones haces referencia al tema de la opinión externa, ¿eres permeable a la que te ofrece la gente de confianza o tienes claro que tu obra es sola tuya e inamovible? 

Gonzalo Fuster: Ambas cosas, mi obra es solo mía y es intocable. Soy muy orgulloso en este aspecto, y no por superioridad, ojo, sino por mera individualidad. Pero, a la vez, la opinión de "la Morena" y de Juan (y solo de ellos) es importante. Luego no les hago caso, pero me gusta saber. "La Morena" es muy crítica conmigo (papel imprescindible) y Juan es más objetivo, como más analítico. Son las dos únicas personas que han escuchado todas y cada una de mis canciones antes de estar acabadas.

En varias de las canciones del disco hay referencias directas al paisaje, al entorno, a las localizaciones.. ¿Hay en el disco además de una evidente mirada interna también una orientada al exterior? 

Gonzalo Fuster: Van acompañadas, no puedo hacer una introspección profunda en medio de la calle, con coches, autobuses y bares con pantallas gigantes proyectando fútbol. Además, en el caso de Dénia, es un lugar que está unido muy profundamente a mí, al lugar donde me hice como individuo, el primer beso, la primera borrachera, la primera soledad voluntaria, el primer trauma, etc… y eso cala. Necesito el lugar físico para aclarar la mirada interna. En Corbera pasó algo similar, no me unía nada a ese lugar hasta marzo de 2019, pasamos una semana allí la familia entera y nos dio mucho tiempo para meditar, leer, componer. Salieron a la luz muchas cosas y eso acabó siendo una canción. Aunque soy bastante despistado, también soy muy observador. Nada perspicaz, pero sí contemplativo de cosas y texturas. Miro para pensar mejor. 

De esas explicaciones plasmadas en Muzikalia se deduce que algunos temas han tardado años en ser acabados y otras han sido creados en poco más de diez minutos, ¿existen motivos más o menos racionales para esa diferencia de tiempos o responde a la siempre aleatoria inspiración?

Gonzalo Fuster: No hay motivo racional, funciono de forma totalmente orgánica. “Nación” era una idea de años atrás, al igual que “Sánate”, aunque las hubiera modificado en función de mi estado actual. Son canciones que se quedaron sin ensayar ni grabar en discos anteriores y que las he adaptado al día de hoy y encajan. No las incluí porque me faltaran, sino porque en ese momento las redescubrí y casaban con lo que sentía. El resto son todas compuestas durante el proceso. No es nada normal lo que me pasó con “Mi patria es el mar”. Salió del tirón, me poseyó de forma demoníaca, quiso salir en ese momento. Normalmente les doy muchas vueltas. Ahora es la que más me gusta del mundo, quizás porque aún no la asumo como mía o porque no la he gastado, dándole vueltas y vueltas, estrujándome el cerebro para cuadrar métricas, etc… 

Comentas, y haces mención en alguno de los temas, a la importancia que le das al silencio en la vida, ¿hasta qué punto ese sentimiento tiene reflejo en tu música? 

Gonzalo Fuster: Es lo que más me gusta. En “Dejadme en paz” lo explicito. Me molestan las conversaciones vacías (y la mayoría de conversaciones, no voy a maquillar lo que pienso). Me interesan los diálogos que van a alguna parte, por eso trato de elegir bien a mis interlocutores. He de reconocer que tengo fama de antipático, no me apetece empezar hablando del tiempo para luego acabar con Fernando Alonso o no se qué mierdas de Amazon. No hace falta que se hable sobre John Berger o Cole Porter, pero un poco de personalidad me es imprescindible. Probablemente si tu tópico es muy estándar no me interese. Dicho todo esto, sí, me encanta el silencio. Además, he aprendido a valorarlo aún más puesto que tengo dos hijos… imagínate, el silencio es oro. Los adoro, pero prestar atención tanto tiempo seguido me agota y necesito compensar con el más absoluto silencio. Maravilloso.

Tampoco tienes problema a la hora de hablar sobre las múltiples referencias en tu música o señalar directamente canciones que te han inspirado, ¿te sientes en cierto sentido más un fan de la música que un creador o son cosas para ti que deben de ir juntas? 

Gonzalo Fuster: Van muy unidas, no creo que exista un gran creador que no sea melómano. Y no hablo de éxito, una canción puede vender millones y ser una mierda, aunque aquí entramos en el escabroso tema de los gustos, etc… A la vez, obviamente, puedes ser muy melómano y no tener ninguna virtud para la creación. Esto no son matemáticas. Soy músico porque primero soy melómano. La sensación de descubrir a Tom Zé, por poner un ejemplo, fue un propulsor aeroespacial. Desordené y reestructuré mi cerebro totalmente a la hora de componer mis canciones, aunque luego no sea palpable, es un proceso meramente interno. No puedes ser taxista si no conoces las calles, el GPS te puede llevar al sitio, pero seguirás sin orientación.

Entre esas referencias a las que aludes hay espacio para músicos de pop melódico, y mayoritario, español de décadas pasadas, ¿crees que muchas veces existe una cierta dictadura anglosajona e incluso un complejo a la hora de recurrir a algunos nombres? 

Gonzalo Fuster: Sí, totalmente. Solo mola lo anglosajón, lo indie y lo de Radio 3. No sigo en absoluto las noticias musicales de actualidad, pero el otro día me enteré que María Dolores Pradera toca en el FIB o en el Primavera Sound. Ya quisieran el 85% del cartel tener su talento. ¿Está mal decirlo? Pues vale... Adoro a Mina, a Terry Riley, a Robert Wyatt, a Serrat, a Tom Zé, la versión española de Jesucristo Superstar, a Pippo y a Konono Nº1. Y el hecho de disfrutarlos me es más que suficiente. Uniendo con lo que decíamos antes, obviamente no vas a poder hablar de Lamonte Young o Mouse on Mars con los padres de otros niños en el parque infantil, sino de M Clan u Operación Triunfo, por tanto, mejor silencio.