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Comet Gain: "Fireraisers Forever! "

Por: Pepe Nave 

David Feck es una de esas personas que antes que músico es fan de los discos, de las películas y de los libros que le gustan y le inspiran. Un tipo de clase obrera con orgullo de pertenencia, cuyas canciones reflejan sus obsesiones, sus ideas y sus gustos. Alguien apasionado, realista, pero nunca un cínico.

Comet Gain, su banda, que se inició en Londres en 1992 y que ha tenido múltiples miembros, tiene filiación mod, punk y garagera. Y aunque tiene un núcleo fiel de seguidores, nunca han estado en la portada ni en las listas de lo mejor del año de las principales revistas musicales, ya que su camino no es el del sonido del momento. Ellos suelen citar los artistas que les gustan en sus letras y en las entrevistas. Si no los has escuchado pero te gustan The Byrds, los primeros The Who, el Northern Soul, los grupos de garage del recopilatorio Nuggets, The Jam, Dexy’s Midnight Runners, The Modern Lovers, The Cramps, Billy Childish, Television Personalities, Julian Cope, The Go Betweens, The Subway Sect, Orange Juice, Felt, The Clientele etc., tienes muchas posibilidades de que te encanten.

No tienen ni un disco flojo, pero éste que nos ocupa es el más inspirado de los tres que han publicado esta década. Si el anterior, "Paperback Ghosts" (2014), fue su producción musical más reposada y otoñal, ahora vuelven cabreados, incluso con rabia por los tiempos que corren, armando ruido pero sin olvidarse de las melodías. La primera en la frente, "We’re all fucking morons" abre con contagioso sonido garage 60’s y es una diatriba en la que se encaran tanto con los votantes “tories” como con esos hijos de Thatcher que siguen esquilmando el país, pero también con el resto de paisanos, sin excluirse en los “jodidos imbéciles” que han permitido todo eso. Es un tema anterior a las recientes elecciones presidenciales británicas, con lo que cobra si cabe más sentido aún. Por cierto, la voz la pone otro de los componentes más longevos de la banda, Rachel Evans, que aparte de coros liderará otras tres de las doce canciones, normalmente las más ruidosas.

En la tercera canción, si no los conocías, puedes pensar dónde está aquello del gusto por las melodías, pues vuelve a comenzar garagera y amenazante hasta que en el 1’24” ¡voilà!, estribillo pop marca de la casa, y que a partir de aquí se impondrá en el resto del álbum. Las dos siguientes son trotonas herederas del mencionado northern soul y el pop mod, en "Víctor Jara Finally Found!"  nos recuerdan que la parca no acalla el ruido de los huesos fríos (de los que ya no están), un sonido furioso.

Siguiendo con los difuntos, una de las canciones más emocionantes del año para cualquier fan del rock es "The Godfrey Brothers", sepa o no que tras el nombre artísticamente están Nikki Sudden y Epic Soundtracks, artistas en solitario y con sus grupos en común como Swell Maps y The Jacobites entre otros. Los dos fueron fanáticos apasionados del rock and roll way of life al estilo Rolling Stones y músicos de gran talento y poca suerte con el éxito comercial y con la vida, que perdieron a los 49 y 38 años respectivamente. David Feck canta con pasión que serán recordados con amor después de todo.

La segunda cara del disco no cede un ápice en emoción, las dos primeras canciones son un pop "uptempo" con orgullo, criticando en "Mid 8Ts" el vivir exclusivamente de la nostalgia por parte de algunos de sus colegas mods en lugar de seguir viviendo aquí y ahora.Para rematar, alternando de nuevo garage y pop, se despiden con una sentida "I can’t live here anymore", puntuada por unos coros de un niño pequeño.

Cualquier fan de la banda podrá seguir reivindicándoles con orgullo mientras escucha una y otra vez el disco. Se habrán hecho muchos otros este año con sonido más moderno, arriesgado, con mayor técnica musical o unas letras con mejor literatura, pero pocos más contagiosos, auténticos y con mejores canciones que éstas.