Sala Cool, Madrid. Miércoles, 20 de noviembre del 2019
Por: Clara López Vallejo
Hay veces que no está mal volver a las salas pequeñas; dejarse llevar y disfrutar de un par de horas de música nueva. Lo cierto es que algunos hasta lo necesitamos. Alice Phoebe Lou nos ofreció esto hace un par de semanas en la sala Cool. Un estilo difícil de calificar por la gran cantidad de vertientes que mezcla, creando una música que nos transporta a una galaxia más libre, donde podemos ser y sentir sin ser juzgados. Tras un verano agitado recorriendo numerosos festivales para presentar su nuevo álbum, "Paper Castles", estrenado hace tan solo unos meses, Lou se dedica ahora a recorrer las salas de diversos países. En la actualidad, cuenta con un sólido acompañamiento formado por un saxofón, una flauta travesera, un bajo, una batería y un teclado, además de la guitarra tocada por la propia cantante. Sin duda, un gran cambio respecto a sus comienzos como artista callejera en ciudades como París o Ámsterdam.
La artista sudafricana comenzó el concierto con "Something Holly", extraída de su nuevo álbum, que cuenta con una dosis mayor de música electrónica. Un pequeño trozo de Berlín, ciudad en la que hoy por hoy reside la artista, traído a nosotros a través de su música. "Something Holly" resume a la perfección el estilo que Alice busca en sus últimos trabajos: las primeras notas tienen ese toque de jazz que en ocasiones se le atribuye y que ya habíamos visto en sus trabajos anteriores, pero poco después unos acordes comienzan a acompañar a su voz dándole un sabor más acústico que desemboca más adelante en matices de música electrónica y dream-pop. Todo un recorrido por diversos estilos recogidos bajo la característica voz de la artista, dulce y a la vez capaz de transmitir una amplia gama de sentimientos. Una gran forma de dar comienzo a la velada.
En el segundo tema la artista echó mano de su álbum "Orbit", con "Girl on an Island", una canción algo más reflexiva y melancólica, más próxima al jazz, que enlazó a la perfección con la que vino a continuación: "Nostalgia". Pudimos ver aquí a una Alice auténtica y polifacética, que nos enseñó que la nostalgia no siempre es negativa, tan solo una parte más de la vida. Sin embargo, no todo fue introspección; y es que Alice Phoebe Lou tiene también una faceta luchadora que no duda en mostrar en sus temas de forma abierta. En esta línea, todos los presentes tuvimos el placer de escuchar un maravilloso directo de "Skin Crawl", uno de sus temas más conocidos con letra desafiante y feminista que deja ver una preocupación social: “but let’s stop digressing… How about I take your patriarchy, your misogyny and I put it in the backyard and set fire to it!” Maravilloso no solo por una letra poderosa y un acompañamiento musical a la altura, sino por la actuación de la artista, que disfruta enormemente al cantarlo y nos transmite esa energía. De temática parecida, pero con un tono algo más alegre, "My Outside" fue otro de los puntos álgidos de la noche, con el que público se movió desinhibido al compás de la música, al igual que con "Galaxies".
A lo largo del concierto, Lou aprovechó también para presentar varios temas inéditos, algunos aun incluso sin acabar. Con tan solo unas palabras previas solicitando a su público que dejara a sus móviles descansar en sus bolsillos durante unos minutos y se dedicara a disfrutar de esta nueva música, la artista compartió con nosotros unos temas más personales, subjetivos y sinceros, poseedores aun de esa pequeña parte de improvisación e ingenuidad de una obra que aún no ha pasado ni por el estudio. Y, cercana y personal como solo ella sabe serlo, Lou nos ofreció incluso temas interpretados por ella sola, sin acompañamiento. Para estas canciones, la artista dejo reposar durante unos minutos su guitarra para sentarse ante un teclado, momentos en los que tan solo las notas pulsadas y su voz llenaron la sala, y la conexión entre el público y la artista llegó a su punto más alto.
Por último, Alice puso fin al concierto con "She", otro de sus temas claves. Se trató en este caso de una versión extendida en la que tanto los músicos como el público pudieron dejarse llevar, saborear esos últimos instantes del concierto en los que, conscientes de que el momento está llegando a su fin, ambas partes exprimen sus posibilidades, y, perdidas todas las inhibiciones, se funden con la música.