Sala Moby Dick, Madrid. Viernes, 25 de octubre de 2019
Texto y fotografía: Jesús Elorriaga
Este año en Madrid hemos sido testigos (y lo volveremos a ser en breve) de la despedida de tres grandes bandas vascas: Delorean (febrero), Berri Taxarrak (noviembre) y el pasado 25 de octubre de los guipuzcoanos Rural Zombies, después de casi cinco años de actividad y dos discos (discazos) en el mercado. Las circunstancias personales y laborales de sus miembros han impedido que este proyecto continuara con la atención y dedicación que se merecía. En este tiempo han podido participar en festivales y telonear a grandes bandas tan buenas como ellos pero que quizás han corrido mejor suerte en este cruel mundo (o arte de sobrevivir) de la industria musical. Por eso en la capital había ganas de asistir a este momento irrepetible en la sala Moby Dick, a la que ya vinieron el año pasado para presentar su segundo trabajo: “From home to Hospital St.”.
Pasadas las 9 de la noche abrieron la velada el trío zarautzano No Wolf en un enérgico setlist repleto de afterpunk muy "ochentas" con aires a los Gang of Four. Una hora después aparecieron los componentes de Rural Zombies (Julia Urreaga al micro y sinte, Manu Rodríguez y Luken Etxeberria a las guitarras, Marcos Pérez al bajo y Aratz Etxeberria a la batería) en un escenario decorado con barras de luces led, como si de un paisaje nocturno y arbóreo se tratara.
Durante el concierto hicieron un repaso a casi todos los temas de sus dos discos, empezando con el último del último, “Hush” y siguiendo con “Whateverest”, donde la voz de Julia fue apareciendo cada vez más “terrenal”, menos reverberante y bucólica que en la exquisita producción del disco, siempre bien acompañada por la sección rítmica comandada por la contundencia de Aratz a las baquetas y la precisión del bajo de Marcos. Continuaron haciendo un viaje en el tiempo con temas de su primer EP del 2015, como “Fall” y “Jack”, dos de los temas que mejor brillaron en su ejecución, en especial con las guitarras sugerentes de Luken y Manu, sin olvidar esa joya del electropop como es “Youth”. En “Fun-eral”, “Wanted” y, sobre todo, en la versión del “I come in peace”, de su primer trabajo, “Bat”, aportaron más efusividad mientras intercalaban temas más contenidos del “From Home…” como “Ethereal” o “Runaway”.
“Stones”, fue una de las canciones más esperadas de la segunda parte del concierto, al igual que sucedió con la versión más guitarrera y bailable del “Shut up” original que tuvo que pelearse con algunos problemas técnicos de sonido, aunque no por ello oscurecieron el acierto interpretativo de “Home” o su single más popular, “Bi”. Su única canción cantada íntegramente en euskera, “Nana”, se coló entre el bullicio del fondo del bar con una elegancia íntima y delicada, para terminar con la estupenda “Golden” antes de que, una vez finalizado este tema y mientras el grupo se juntaba al borde del escenario para mostrar un último agradecimiento a sus seguidores, sonara de golpe y porrazo en los altavoces de la sala el “Sabotage” de los Beastie Boys (¡!).
Una lástima que nos diga adiós tan pronto una de las bandas más prometedoras que han aparecido en el panorama musical nacional de estos últimos años y que no han disfrutado del reconocimiento que se merecen. “Nada dorado puede permanecer” decía en un poema Robert Frost. Las experiencias vividas juntos y la calidad de su música siempre permanecerá en el recuerdo y esperamos que, en proyectos alternativos a Rural Zombies o juntos de nuevo, podamos seguir disfrutando de su talento en más ocasiones.