Ante la tesitura de un panorama tan mimetizado y predominantemente bien pensante, tener entre tus manos toda la discografía de Los Nikis no deja de ser un acto de socarrona rebeldía que hará esbozar una sonrisa a todo aquel aficionado que se precie, más si cabe en los tiempos de ruina moral, económica y sociopolítica que nos ha tocado vivir.
Y es que si algo tuvieron a su favor fue el hecho de no tomarse nunca demasiado en serio nada. Me temo que ni a sí mismos y mucho menos a la banda de espíritu ramoniano que con tanto acierto montaron allá por los años ochenta cuatro chavales de las afueras capitalinas. Su objetivo era mucho más divertido y hedonista que los absurdos debates que aún hoy les siguen persiguiendo. Que si fachas, que si pijos. Que si los Ramones de Algete. Un buen puñado de estupideces que con éstas maravillosas 65 canciones quedan en un segundo plano para dar paso a una buena sesión de desenfadado disfrute.
Porque Los Nikis no son sino un maravilloso producto de su tiempo que nos ha legado una maravillosa colección de trallazos urgentes, donde las preferencias varían según con quien se hable, pero donde relucen cortes como la archiconocida "El Imperio Contraataca", quizás la que más controversia les ha generado, y "Los Niños del Brasil", que bien miradas no hacen sino apuntarnos sucesos históricos llevados al extremo, el drama de un juicio injusto que es "Diez Años en Sing Sing", o su maravilloso homenaje a la filmografía Kubrick con "La Naranja no es Mecánica", quizás ellos fueran los únicos que intentaron hacer entrar en razón y comprendieron al pobre Álex, o su acercamiento al glam rock de la mano de un mastodonte de la baja Tesalónica con "Ave César".
Más sorprendente si cabe es la oscuridad de "La Canción de la Suciedad" o La "Increíble Historia del Camarada Vladimir", otra vez la Guerra Fría asomando en la temática de uno de sus clásicos, alternando con la rabia de "Enrique el Ultrasur, que no deja de ser la historia de todos aquellos que nos sentimos futboleros durante dos/cuatro horas llevada al extremo, abandonando nuestra calma semanal para convertirnos en el salvaje que casi todos llevamos dentro, para desdecirse con "Voy a Benidorm"/ "No Vuelvo a ir a Benidorm", hasta desembocar en maravillosas joyas pop como "Pasión por los Decibelios".
Rematando con joyas totalmente atemporales de raigambre Pegamoide como "Mi Chica se ha ido a Katmandu" y "Silvia Sobrini", para llegar a demostrar sus ganas de seguir tocando la moral y los cojones en canciones como "Me confunden con un Hipster", donde una de las tribus urbanas modernas más absurdas les sirve para echarse unas risas desde el buen rollo demostrando que siguen estando en la mejor de las formas posibles.
Lo más gracioso de éste recopilatorio es que Los Nikis nos muestran desde su retiro el camino a seguir para ser felices. En un mundo de piel fina y ofendiditos, tienen que volver cuatro tíos veteranos de las afueras de Madrid, y desempolvar algunas de sus viejas canciones para demostrarnos que la vida no sirve si no es para vivirla. Su fórmula es la de arrancar una sonrisa, reírse de casi todo, con canciones urgentes de apariencia desenfadada, que encierran sutiles mensajes que desgranados con calma, desde opciones totalmente apolíticas, son capaces de cortar con más precisión que una navaja de Albacete. Sin infulas de grandeza ni mamarracheces progres del siglo XXI y desde Algete, Los Nikis siguen siendo hoy más necesarios que nunca.