Dice Jorge Martínez, el mítico líder de Ilegales, que el rock es en sí mismo un ejercicio de arrogancia, afirmación que comparto en toda su extensión y que además defiendo como absolutamente necesaria. De hecho creo que esa es la gran cuestión que marca la diferencia entre los conceptos de pop y rock, más allá de una forma de sonar concreta. El rock es actitud, arrogancia y grandes dosis de pasión, mientras que el pop suele alejarse de esos tres conceptos, salvo gloriosas excepciones que en éste casa siempre gozarán de nuestro respeto y defensa.
Y son esos tres conceptos, junto con la heterodoxia, los que se me han venido recurrentemente a la cabeza mientras desgranaba las bondades de "La Pasión según Igor Paskual", el tercer larga duración que firma el músico donostiarra, que en ésta ocasión nos regala un disco escrito a mitad de camino entre el corazón, que suele poner a todo aquello que toca, y las tripas, puesto que nos encontramos ante la obra más furiosa y vital, por momentos ruidosa y urgente, que nos ha regalado hasta ahora.
Desde la inicial "Dios es Colombiano", descarnada en su interpretación, tratando temas religiosos entrelazando pasajes autobiográficos, lisérgicos y hasta crítica social, enlazando con "Cansado de la Vida", toda una declaración contra la desgana, y el primer fogonazo del álbum "Con la Suerte de nuestro lado", hasta llegar a la maravillosa "Cristo de los Mineros" y a la urgencia de "Nuestra Señora de la Consolación" (Házlo Tú), "Ratas" y "Maquiavelo iba en Serio", me encanta esa frase de "para mí el rock and roll y para ti el indie pop so cabrón", de lo mejorcíto que he oído últimamente.
"Inmortal", una canción contra la muerte, a favor de la vida, toda una declaración de intenciones que va creciendo con cada escucha, algo similar a lo que le ocurre a "Nuevo Bautismo", con esa intro en acústico de tono confesional, donde religión y surf se dan la mano, que sirven como previo a una canción a la que personalmente le tengo gran cariño como es "Waterloo", un corte que ya ha visto la luz, defendida por Loquillo, y que Igor lleva tocando en directo desde aquellos comienzos en pequeños garitos, emotiva y brillante, previa al colofón que supone la aventura de haber grabado "El Gavilán", original de Violeta Parra, en una adaptación de nueve minutos de la que el artista sale indemne y victorioso.
Con su tercer disco en solitario el maestro Paskual, nos regala un cancionero totalmente autobiográfico, social y hasta cotidiano; desnudo, eléctrico y por momentos sintetizado, tanto en el sonido como en sus mensajes, poniendo el corazón y desnudando el alma como suele acostumbrar a hacer en todo aquello que toca, regalándonos la que hasta la fecha es su mejor y más redonda obra, a la cual se debe atacar con paciencia y mucha atención si se quiere disfrutar en todo su esplendor de un conjunto de composiciones más que notable.