"En este disco más que cantar quería contar"
Por: Kepa Arbizu
Por: Kepa Arbizu
Por todos es sabido, incluso en ocasiones contrastado por la propia experiencia, que la vida muchas veces tiene un plan preparado para nosotros muy distinto al que teníamos en mente llevar a cabo. Igualmente, la historia de la música nos ha ofrecido un buen número de obras creadas y desarrolladas entorno a una fuerte crisis sufrida por el autor. Ambas ideas confluyen en el disco de León Torres, "Mi perro negro", un trabajo que surge cuando Manuel Torres, nombre real que se esconde tras este pseudónimo, sufre un terremoto personal y profesional (hasta ese momento siendo un exitoso gestor cultural) que le lleva a perderlo casi todo. Una situación que afronta volviendo a la raíz, recuperando su faceta más creativa y componiendo como terapia a esa hecatombe emocional. El resultado, aunque suene a manido y obvio, es un disco descarnado, íntimo, honesto y emocionante, donde son las raíces del sonido americano, con un claro tinte abluesado en su orgánica y austera expresividad, que remite desde JJ Cale a Quqiue González, las que hacen de bálsamo a la hora de retratar su historia. Todo un logro del que hablamos con su propio creador...
Quizás lo primero que haya que aclarar es que tras León Torres se encuentra Manuel Torres, alguien que ha trabajado en todos los aspectos del negocio musical y que tras triunfar desde el otro lado del escenario, y tras una racha negativa y muy dura en la vida, regresa ahora para grabar un disco. ¿Ha sido volver a escribir el último clavo al que agarrarse o el método más puro y esencial para expresarse y liberar lo que sentías?
León Torres: Es cierto que he realizado el disco en una de las peores épocas de mi vida a nivel personal y si, me agarré a él como a un clavo ardiendo. Es un trabajo que hice para ordenar mi mundo interior, que andaba un poco caótico, y que además me ha servido para ahorrarme una pasta en psicólogos (Risas). A estas alturas, pienso que no se puede poner en manos de nadie tu propia vida, me ha servido para ocuparme de mis propias miserias. Con él he aprendido a mirar hacia dentro también y a autocomplacerme a nivel artístico, sin concesiones, persiguiendo hacer el disco que me gustaría escuchar como público, y siento que lo conseguí. Con eso me quedo.
Un titulo, “Mi perro negro”, que hace referencia a la metáfora que usaba Churchil para nombrar a la depresión, ¿es este un trabajo que te sirvió como terapia para salir de ese duro estado de ánimo o se trata más del reflejo de lo que supuso aquella época?
León Torres: Si, puede decirse que me sirvió de “terapia ocupacional”, necesitaba tener algo que hacer, porque estaba en un punto en el que no sabía qué dirección tomar y me urgían unas “vacaciones” del negocio de la música, estaba quemado y la repentina muerte de mi socio de la sala Paris 15 de Málaga, sumado a un par de marrones personales más, marcó un antes y un después. Me tuve que plantear qué es lo que quería hacer de verdad, y no encontré nada mejor en lo que ocupar mi tiempo. Necesitaba vaciarme, y ya venía produciendo a otras bandas emergentes de Málaga -como La Cena o Jammin´Dose- con la única premisa de hacer cosas que me gustasen mucho, y a través de las canciones de los demás canalizaba mi inquietud artística, pero nada como trabajar en tu propio material.
Tras haber estado durante años en el otro lado de la música, en una zona más organizativa y de negocio, cómo te sientes ahora en esta actual situación, ¿tal y como dices en una de tus canciones es una vuelta a tu terreno, a tu esencia?
León Torres: Hay veces que la vida nos pone en jaque, y yo estaba entre la espada y la pared, ya no conseguía engañarme. Me di cuenta de que lo único que me llenaba de verdad era hacer música, y tengo ya unos años como para fallarme, así que volví a mi terreno, a lo único que se hacer bien, según mi criterio, claro, y además empezando desde abajo.
Este año me tiré casi cinco meses tocando por las calles de Jaén. Ha sido una experiencia alucinante, pero ahora estoy montando la banda que me acompañará en directo y ya tengo ganas de empezar a tocar en garitos y salas y ver hasta dónde llegamos. Me encuentro de maravilla a este lado del río, y habiendo conocido la otra orilla, creo que me da ventaja para disfrutar del camino que me toca transitar.
Volveré a hacer cosas en gestión cultural, eso seguro, pero ahora tengo mi música y mi carrera musical como única prioridad, me siento con muchas ganas y estoy en buena época y quiero disfrutarla al máximo, porque nada dura, ni lo bueno ni lo malo.
En el pasado, en esos otros ámbitos has cosechado muchos éxitos profesionales, ahora, en esta situación y en un proyecto más humilde, ¿qué valoración haces precisamente de esa palabra, del “exito”?
León Torres: Voy a parecer un arrogante o un iluso, pero el éxito ya lo tengo, el éxito es hacer lo que uno quiere en cada momento, y en ello estoy. No quiero tener muchas expectativas, solo quiero dejarme llevar y ver a qué lugares me llevan estas canciones y a qué gente conoceré. No pretendo triunfar ni tener éxito social, todo eso lo veo frívolo y estúpido, solo quiero trabajar y ganarme el pan dignamente.
No creo que sea un proyecto humilde, aunque entiendo a qué te refieres, es un disco grabado con mucho nivel, aparentemente sencillo pero rodeado de los mejores músicos que imaginé para vestir a este ramillete de coplas.
Para el estilo del disco has elegido un rock americano con tintes blues, todo bajo un sonido orgánico, sobrio.. ¿había una intención premeditada por buscar esa austeridad en el sonido?
León Torres: Si, era el disco que tenía en la cabeza y lo perseguí hasta que encontré la manera de dar con ello. No siempre se da con la tecla o coincides al cien por cien con el productor de turno, pero lo he producido yo y aunque ha sido un esfuerzo extra, ha merecido la pena, porque me siento muy satisfecho con el resultado.
Mi preocupación era que las canciones funcionasen solo con voz y acústica, rollo songwriter, y después buscar la banda ideal para acompañar ese repertorio. Por este motivo incluso el guitarrista, Pedro Peinado, y yo buscamos a un luthier, el amigo Lolo, que nos prestó algunos cacharros muy curiosos, como un trozo de valla de un cortijo con dos cuerdas y una pastilla de Telecaster, una sartén con un mastil acoplado y cuatro cuerdas en afinación abierta... El trabajo de Pedro fue hacer sonar aquellos artilugios. El que más nos gustó fue uno que estaba hecho con un mástil de una guitarra vieja y una lata de aceite de cinco litros. Ese era el sonido crudo y rasposo que andaba buscando para vestir mi nuevo material, y más que cantar , quería contar.
Mi preocupación era que las canciones funcionasen solo con voz y acústica, rollo songwriter, y después buscar la banda ideal para acompañar ese repertorio. Por este motivo incluso el guitarrista, Pedro Peinado, y yo buscamos a un luthier, el amigo Lolo, que nos prestó algunos cacharros muy curiosos, como un trozo de valla de un cortijo con dos cuerdas y una pastilla de Telecaster, una sartén con un mastil acoplado y cuatro cuerdas en afinación abierta... El trabajo de Pedro fue hacer sonar aquellos artilugios. El que más nos gustó fue uno que estaba hecho con un mástil de una guitarra vieja y una lata de aceite de cinco litros. Ese era el sonido crudo y rasposo que andaba buscando para vestir mi nuevo material, y más que cantar , quería contar.
Entiendo que al margen de la curiosidad que supone la elaboración de esos instrumentos han aportado un resultado satisfactorio...
León Torres: Si, si, totalmente. Yo tengo buena oreja y sé cómo suena una Gibson, una "estrato" o una Telecaster. Pretendía tener eléctricas en el disco, que no fueran sonidos tan identificables pero vintage o añejo al mismo tiempo. Quería buscar una sonoridad propia, centrarme más en la estética de los sonidos que en hacer canciones muy complicadas a nivel armónico. Buscaba temas con un mensaje directo y un sonido propio para afrontar un estilo de influencia americana, que pese a que ya está muy sobado por muchos, y sin pretender inventar nada nuevo, sí deseaba hacerlo a mi manera, sin mucha “floritura”, con un sonido hiriente y cálido al mismo tiempo.
Por lo que has contado parece un disco en el que tiene mucha importancia la ciudad de Jaén, lugar donde recalas, y el guitarrista Pedro Peinado. ¿Habría sido imposible, o por lo menos no de la forma en que ahora lo conocemos, sin la aparición de dicha localidad y dicho músico?
León Torres: Imagino que sí. Una cosa ha llevado a la otra y Pedro jugó un papel determinante en el sonido del disco y sus arreglos, pero en realidad, quien me animó a arrancar con todo esto fue otro guitarrista, mi amigo El Zurdo, que me conoció cuando me dedicaba al negocio y andaba un poco peleado con mis canciones. Un día de resaca en la casa de Candy Caramelo (bajista de Calamaro y Los Rodriguez), tras el último paso de los Stones por España, le toqué unos cuantos temas y su frase fue: "¿Y tú qué haces cogiendo los teléfonos?", con ese arte gitano que tiene de La Cruz de Humilladero y el acento malaguita propio del barrio. Lo recuerdo y aun me asoma la sonrisa. Me llegó hasta el alma esa frase y ahí empecé a maquetar todo. Él me ayudo montando los ensayos, y después coincidió que empezaba a trabajar con Candy en su primer disco y entró Pedro de sustituto, bendita coincidencia. Pedro es uno de los guitarristas más originales que conozco, hace una mezcla entre flamenco y blues que cuando lo escuche Raimundo va a alucinar, si oís la intro de guitarra de la canción “20 suelas” entenderéis lo que digo...
Antes hacías mención a que has sido tú quien se ha encargado de la producción del álbum, ¿en un trabajo tan personal como éste querías ser tú quien controlara el acabado de los de temas?
León Torres: Me estoy haciendo mayor supongo, aunque me cuesta creerlo a veces (risas) y me apetecía tener el control artístico del disco, ya no aguanto imposiciones, y más ahora que estoy asilvestrado, tras tocar en la calle y haber vivido dos años muy aislado en el campo y solo. No obstante, estoy montando la banda para directo con amigos y quiero plantearles que me ayuden entre todos para la producción del próximo. No creo que pudiera hacer de nuevo ese esfuerzo extra, quiero compartir la responsabilidad con la banda en la que confío. De momento puedo decir que me acompañará gente que es como mi familia: John Cárdenas al bajo, Yura Quintero a la percusión y el nuevo fichaje que se llama David Dommarco, un guitarrista muy joven que toca de una manera muy original también y un tío con un gran concepto musical.
¿Y cómo ha sido la configuración de una nueva banda para tocar al margen de la utilizada en el disco?
León Torres: Cuando tenía las maquetas de las canciones pensé en la banda ideal para el disco, y al llamarlos todos aceptaron a la primera, pero ahora no podré contar con ellos para el directo, todos están en mil cosas. He tenido la suerte de levantar el teléfono otra vez para montar esa “banda ideal” y todos han aceptado también, así que me siento un tipo con suerte.
En el disco grabó Coqui Gimenez las baterías y seguro que en algún bolo se apuntará, pero ahora anda tocando con Tarque y le queda poco tiempo. El contrabajo lo grabó Lere, de Red Rombo. Yo lo conocía de la época de Muchachito y siempre me gustó, porque pilota mucho de rock clásico. Las guitarras o cigarbox las grabó Pedro, como comentábamos antes. Además he tenido el placer de currar en tres temas del disco con Johny y Dani Guzmán del grupo La Cena , quienes me acompañaban en Los Cardos, mi banda de punk-rock con la que empecé, y ha resultado como una reunión de viejos compañeros.
Llama la atención la colaboración de La Shica en el tema “No te podré olvidar", que alcanza un resultado realmente brillante. Creo que su presencia al margen de lo artístico tiene un valor personal importante...
León Torres: Ella viene del flamenco, pero es una tía con mucha fuerza y sin prejuicios. Andreu Buenafuente la bautizó como la coplera 2.0, y estoy totalmente de acuerdo. Además ella y yo somos amigos íntimos y encima me pidió ella misma la colaboración, y cómo negarse a tal propuesta, cuando la quiero y admiro a partes iguales. Ella fue la que me dio la patada en el culo para arrancar con este proyecto personal. Un día me dijo: "Dejate de rollos y saca ya tu disco nene, que tienes rollo hasta cantando sardanas" (Risas). Con ella me parto de risa, parece la reencarnación de Lola Flores.
Cuando alguien publica un disco tan personal como éste y en el que vuelca vivencias tan duras, ¿siente una mayor responsabilidad e incluso presión por su acogida dado el fuerte lazo que le une a él?
León Torres: No, ya no me duele, no siento ninguna responsabilidad, porque es un disco sincero y honesto y además, ahora me pilla en un estado anímico excelente y quiero aprovechar cada experiencia que me regale este camino.
Has dejado caer que ya piensas en un nuevo álbum, ¿tenías al principio la sensación de que este disco había sido el resultado de una necesidad concreta por hablar sobre un momento de tu vida o siempre lo entendiste como un primer paso de un camino más largo?
León Torres: Cuando hice las canciones, ni siquiera sabía si haría un disco, pero ahora que está en la calle, sí que es el primer paso en mi nueva carrera musical, y prometo seguir publicando canciones, aunque no se si en el mismo rollo o estilo. Me gusta mucho el folk americano que mamé desde pequeño, pero también me interesa mucho el sudamericano y el nuestro propio, el flamenco, que es como el jazz de Andalucía y es inabarcable, tenemos mucho donde rascar los músicos que vivimos al sur de Despeñaperros. Del flamenco me interesa sobre todo la parte rítmica, y en la canción “Por la noche” meto subdivisiones flamencas con golpes con las manos en latas grandes de 5 litros de aceite mezclado con palmas. Mi amigo Paquiyo Cortés, gitano, guitarrista de estirpe y flamenco me dice: "León, ¡ahí entro yo!" Siento que esto es mágico, que estos dos estilos tan distantes se puedan mezclar sin forzar y que poder comunicarte con otros músicos …¡me encanta!. Prometo investigar algo más con Paquiyo por ese camino de mezclar diferentes mundos y formas de entender la música.