Diez años de "Josephine", el último disco de Magnolia Electric Co.

Por: Saúl Ibáñez

Anécdota personal 1

La segunda y última vez que vi en directo a Magnolia Electric Co. (y a Jason Molina) fue en el Primavera Sound de 2009. Bajo un calor pegajoso el quinteto salió ante un público sorprendentemente silencioso para ese tipo de festival y se marcó un repertorio lleno de canciones que nadie conocía porque aún no habían sido publicadas. De once canciones un total de seis pertenecían al por entonces inédito Josephine. Nada de eso importó, las novedades ("The Rock Of Ages" o la misma "Josephine") igualaron en emoción a las clásicas "Hard To Love A Man" y "Leave The City". Solo eché en falta "Hold On Magnolia", que durante mucho tiempo solía ser la canción de clausura de la banda. Una hora después, Molina estuvo firmando discos en un stand y corrí hasta allí para hacerme una foto con él y que dejara su firma y algún dibujo sobre una copia de "What Comes After The Blues". No entendía bien cómo se escribía mi nombre, así que me pidió que se lo deletreara y él se lo escribió en el dorso de la mano con el rotulador para después transcribirlo en el disco.

En ese momento pocos sabían que el nuevo disco de la banda estaba al caer, le faltaban pocas semanas, y ni yo ni nadie sabíamos que aquel iba a ser el último álbum de estudio de la última (y nueva por entonces) banda de Jason Molina. También desconocíamos que se avecinaba un giro al clasicismo, hacia los cincuenta, hacia el country y el soul, su última transformación, una grabación que nos dejaría a muchos expectantes por una continuación que tardaríamos años en saber que nunca llegaría. Jason Groth, el guitarrista de la banda, recuerda en "Josephine’ 10th Anniversary" que meses antes de entrar a grabar no tenían muchas cosas claras, incluso llevaban tiempo sin tocar juntos en directo debido al traslado a Londres de Molina y su mujer. No tenían ni idea de cuál sería el repertorio que grabarían. El resultado fue un compendio de canciones nuevas y viejas, algunas recién compuestas y otras que la banda ya conocía de las giras o que incluso se habían llegado a grabar en versiones diferentes (es el caso de "Shiloh", que aparecía como "Shiloh Temple Bell" en una de las sesiones recopiladas en la caja cuádruple "Sojourner"). Había muchas cosas en el aire, el bloqueo compositivo llevó a Molina a probar nuevas afinaciones y técnicas compositivas, volver a la guitarra barítono e incluso a acariciar la idea de hacer una versión de "On A Airplane Over The Sea" de Neutral Milk Hotel. Una de las pistas que le dio a Groth en cuanto al sonido del álbum sería: "menos Crazy Horse y más crazy", efectivamente, Molina era un discípulo confeso de Neil Young, y sus discos más rockeros habían sido comparados a los de la banda del canadiense.

Mientras se empezaba a perfilar el conjunto de canciones y Molina escribía a destajo sucedió una desgracia en el seno de la banda: Evan Farrell, miembro intermitente de Magnolia a cargo del bajo y del pedal steel, murió en un incendio fortuito mientras dormía en un estudio de grabación. A esta muerte le siguieron más: la del manager europeo del grupo, Jens Pape y la del célebre actor de Hollywood Heath Ledger, amigo personal de Molina, con quien estaba preparando un documental. Jason, supersticioso y creyente en lo sobrenatural, llegó a pensar que estaba maldito y que transmitía su desgracia a los que lo rodeaban. 

En este estado emocional se escribieron unas letras en las que Molina se echaba toda la culpa de sus problemas matrimoniales ("I turned your life so upside down. I don't know how you stayed or why", canta en "Josephine"; "All the goodbyes and the ‘I love you’s I said but not in time", en "The Handing Down"), se regodea en su soledad ("And the loneliness between us is right where you are", en "Map Of The Falling Sky"; "She says ‘But I know a man whose heart is restless. He's never home, and he's never gone. And he had some good things, but he lost them’", dice en "O! Grace") y recuerda a sus amigos perdidos ("Still waiting for you to sing that song again", en "Whip-Poor-Will"). Aunque también hay momentos de claridad en "Hope Dies Last" o "Song For Willie", escrita en honor a la leyenda del country Willie Nelson después de haberlo conocido en persona.

Anécdota personal 2: 

En el verano de 2009 estaba en casa con una amiga y puse "Josephine", que había salido en esos días y yo me lo acababa de descargar (lo siento). Sonó "O! Grace" y mi amiga me preguntó qué era eso, que le encantaba. Dije que era el nuevo disco de Magnolia Electric Co, su respuesta fue: "¿Este disco es nuevo? Parece de los cincuenta". 

Molina reservó por tercera vez Electrical Audio, estudio del célebre Steve Albini (responsable de discos legendarios de Nirvana, Low, PJ Harvey y Palace entre otros), sin saber muy bien qué iba a pasar, pero antes se lanzó con la banda a una gira de «calentamiento». Al entrar a grabar, los músicos estaban más compenetrados que nunca, el entendimiento mutuo era tal que fueron capaces de arreglar las canciones allí mismo, en un tiempo récord, pero sin dejar ningún detalle al azar. El resultado: cada una de las piezas tiene una personalidad propia, un encanto especial, pero a la vez es el álbum más coherente del grupo a nivel de sonido. Una de las razones puede ser que por primera vez todos los músicos tocaron juntos en el mismo espacio y a la vez (incluido Molina, cantando ahí mismo sin usar siquiera cascos). Estaban acostumbrados a grabar en directo pero en espacios separados para aislar la batería y unos amplificadores generalmente ruidosos. Todos tuvieron que bajar el volumen y las revoluciones (nunca la intensidad): usaron amplis pequeños y el batería Marc Rice usó escobillas y sábanas sobre la caja. Las imágenes y vídeos de la grabación (atención al documental de Ben Schreiner "Recording Josephine") muestran lo que podría haber sido una grabación de Elvis o Johnny Cash en Sun Studios en los años cincuenta. Mi amiga no estaba tan desencaminada. 

En el mismo documental, Steve Albini cuenta mejor que nadie el funcionamiento de la banda en el estudio y cómo es trabajar con ellos. Sin parpadear afirma que es el grupo «más eficiente» que conoce. Rara vez necesitan una segunda toma, casi no se graban pistas añadidas y utilizan casi la mitad de cinta que la que necesita un grupo medio. En total se registraron treinta canciones, de las cuales trece terminaron en el disco; algunas acabaron en un par de singles del mismo año; la mayoría pertenecen inéditas. 

Y si todos los músicos participantes dieron lo mejor de sí en las sesiones, si todos ellos aportaron su sello intransferible, algo parecido pasa con las canciones. Cada una de ellas posee algo especial, "Shanandoah", "An Arrow In The Gale" y "Whip-Poor-Will" se mueven en diferentes variantes del country; "Shiloh", uno de los puntos álgidos del disco, se acerca al góspel; "The Rock Of Ages" y "O! Grace" están en la línea del rock clásico (con ese solo de saxofón del guitarrista Jason Groth que recuerda Bruce Springsteen); "Little Sad Eyes" está marcada por ese órgano con ramalazos soul; y "A Map Of The Falling Sky" y "Knoxville Girl" recuerdan al Molina más primitivo y oscuro de la época de Songs: Ohia. La banda se abría como una flor, en muchas direcciones (menos Crazy Horse, quién sabe si más crazy), hermosa pero ya no por mucho tiempo. 

Anécdota personal 3: 

A finales de 2009 y mediados de 2010 hice un par de viajes cortos a Estados Unidos, en cada uno de ellos compré discos, y en los dos material de Jason Molina. En Nueva York conseguí el disco conjunto Molina & Johnson, experimento a medias con el líder de Centro-Matic Will Johnson. En Filadelfia compré Josephine, que por entonces ya me sabía de memoria como pocos discos. Recuerdo haber inspeccionado al detalle el artwork del álbum, con las letras en la caligrafía ilegible de Jason y las fotos de plumas, huesos de animales y el camafeo de la portada. Ignoraba que todos esos artefactos respondían a las supersticiones del cantante, se trataba de una especie de hechizo de protección que resultó finalmente inútil.

En 2003 Jason Molina tuvo uno de sus picos de actividad más relevante (quizás junto con el de 2001, cuando se solaparon los discos "Ghost Tropic" y "Lioness"): apareció el último disco de Songs: Ohia, llamado providencialmente "Magnolia Electric Co.", y su primer largo bajo su nombre propio, de título complementario: "Pyramid Electric Co." Venían cambios y mucho material por producir. Había razones para pensar que 2009 iba a ser parecido, llegaron Josephine y Molina & Johnson y se anunciaron giras de presentación de ambos proyectos. La banda apenas giró (con resultados desiguales, según las crónicas) y las fechas con Will Johnson se cancelaron debido a una supuesta enfermedad de la que no se dio mucha información.


Aquí empezó un silencio que al principio pasó desapercibido y luego fue cada vez más preocupante y salpicado con noticias nada halagüeñas. Hubo rumores de cáncer, se habló de tratamientos de desintoxicación, de la separación definitiva de Darcie (la chica pelirroja que puebla las letras de Molina) y de una granja de ganado donde Jason estuvo trabajando una temporada en 2012. Allí, apartado de todo y con la única ayuda de una grabadora de casete y su guitarra acústica, grabó un último EP de ocho canciones llamado "Autumn Bird Songs", al que prácticamente no se le prestó atención. Menos de un año después fue encontrado muerto en Indianapolis, donde intentaba dejar la bebida y trabajaba en nuevas canciones, muchas permanecen inéditas y grabadas únicamente de forma casera.


Es casi inevitable que cuando un artista muere joven se intensifique el interés por su música y persona. Pasa con músicos tanto irrelevantes como imprescindibles. Hasta el momento de su desaparición, Molina era una especie de secreto a voces, tenía un (injustamente) pequeño pero fiel grupo de seguidores enamorados de su voz y de su forma de componer y que seguían todos sus pasos. Y como era de esperar ahora son muchos más sus fans, se reeditan periódicamente sus discos y aparece material rescatado (singles con versiones de Townes Van Zandt y Black Sabbath, sesiones de radio, descartes de sus álbumes más populares, etc.). También, en 2017 se publicó "Jason Molina, Riding With The Ghost", de la periodista musical Erin Osmon, primera y muy recomendable biografía del músico del Oberlin. También se han dado homenajes tanto en directo como en disco, recopilatorios, conciertos conmemorativos, se ha creado el grupo tributo Groshen Electric Co., con exmiembros de Magnolia. 

Pero más que lo que se ha originado es lo que queda: alrededor de una veintena de discos, multitud de singles y grabaciones, todo eso presidido por una voz inconfundible, melancólica, triste y sobrecogedora. Queda el recuerdo de sus conciertos, de horas escuchando su música; queda la huella de uno de los mejores escritores de canciones de las últimas décadas, un compositor único e irreemplazable.

Anécdota personal 4: 

La primera vez que vi a Jason Molina, al frente de Magnolia Electric Co., fue en 2007, en el Teatro Central de Sevilla. El concierto rozó las dos horas, la banda tocó maravillosamente y Molina estaba en estado de gracia, cómodo rodeado de sus colegas, en un sitio con una acústica excelente y con un público arrebatado. No hubo espacio para hablarle al público, para explicar cosas, no recuerdo verlos afinar sus instrumentos ni una sola vez en toda la noche, las canciones se sucedían como una gran letanía, un largo y único canto. Terminaron, esta vez sí, con "Hold On, Magnolia", y muchos llegamos casi a las lágrimas.

 Hold on, Jason