Qué necesarios deberían ser siempre los libros musicales. Son ellos los que mejor nos hacen entender en profundidad la carrera de ciertos artistas de nuestro rock, andaduras en las que a veces el glamour y el éxito que se presupone a la profesión, llevan implícitos un peaje de lucha y pasajes de introspección que en muchos casos pasa totalmente desapercibido a ojos del gran público que tienden a no acercarse a obras de éste calado.
Quizás la gran enseñanza que uno encuentra tras leer la biografía oral que Arancha Moreno ha conseguido elaborar sobre Coque Malla, "Sueños, Gigantes y Astronautas"- Efe Eme- sea la de que solo a través del riesgo, la duda y la apuesta firme, no exenta de momentos en el alambre con serio peligro de caída dolorosa, el artista es capaz de encontrarse consigo mismo para acabar por firmar los mejores álbumes de toda una extensa carrera musical.
Un libro intenso como pocos, con voces en primera persona y compañeros de profesión relatando y aportando su visión y vivencias con el artista madrileño, donde la voz del propio Coque cobra total protagonismo, con las tripas y el corazón, sin censuras, para contar su historia, con el ascenso, llegada a los cielos y posterior caída de Los Ronaldos, hasta desembocar en una dubitativa andadura solista que paso a paso, bar a bar, escenario a escenario, desde la sinceridad más absoluta, ha conseguido convertirse en una de las más interesante de nuestra actual escena rockera.
Un trabajo arduo de arqueología musical y literaria, que desemboca en un libro emocionante y denso que no solo nos habla de la existencia vital de Coque Malla, que por supuesto se nos cuenta a las mil maravillas todo sea dicho, sino que sirve como radiografía de lo costosa que es la existencia musical en la piel de toro; la dureza y crudeza de la misma, el olvido repentino de nuestro público, quizás sea mala memoria o mala fe cainíta, nunca lo sabremos, y que por supuesto es la historia de una fe inquebrantable, la de aquel que ha nacido para pisar fuerte sobre las tablas, aunque eso implique casi literalmente agarrar uno a uno de la solapa al público, hasta convencerle de su valía canción a canción, para brindarnos una colección tardía de discos más que emocionantes que sumados a una andadura insultantemente juvenil tan brillante no hacen sino colocar al eterno Coque en lo más alto de nuestro cartel.