Sala Oasis/Plaza del Pilar, Zaragoza. 10 y 11 de octubre del 2019.
Texto y fotografías: Javier Capapé
Las Fiestas del Pilar del 2019 en Zaragoza serán recordadas irremediablemente por la presencia de Eva Amaral como estandarte y emblema de la mayoría de sus paisanos, que la auparon como su mejor embajadora además de profeta en su tierra cuando protagonizó junto a su inseparable Juan Aguirre uno de los conciertos más multitudinarios que se recuerdan en la capital aragonesa en muchos años. Eso ocurrió el pasado viernes 11 de octubre en la Plaza del Pilar, pero una noche antes pudimos ver al dúo protagonizando el último de los “básicos” organizados por la emisora de radio “Los 40”, que también actuaba como patrocinadora del concierto del día siguiente. Conciertos con un objetivo muy claro: presentar oficialmente las nuevas canciones de su más reciente álbum “Salto al Color”. Pero dos conciertos con dos atmósferas muy distintas. El primero frente a un público reducido al que podían mirar cara a cara en la Sala Oasis y el segundo delante de más de 70.000 personas y con todo el gran montaje de la gira a pleno rendimiento. Dos conciertos diferentes (aunque no demasiado en el repertorio ofrecido), pero en ambos representando un tremendo salto que más que mortal se convirtió en dulce y vivaz, saliendo reforzados tras volverse a presentar al mundo como un grupo que no sabe de edades ni pone objeciones ni demasiadas dificultades a sus seguidores.
Las canciones de “Salto al Color” mostraron esa cara más amable y colorida en las dos actuaciones. Unos temas donde se impusieron los toques electrónicos y que contagiaron casi al instante a todo el público de la energía que desprenden a pesar de estar algo más vacíos en contenido, aunque en directo se mostraron igualmente eficaces. En el concierto “básico”, algo más ajustado en duración, se podía intuir que se centrarían en el nuevo disco, del que llegaron a sonar hasta diez de sus trece cortes, pero en el espectáculo masivo de la Plaza del Pilar parecía que quedarían más en segundo plano estas nuevas canciones, pero nada más lejos de la realidad. Eva y Juan las defendieron ante un público que en su mayoría las conocía poco o más bien nada (hay que tener en cuenta que en estos conciertos gratuitos se reúne mucha gente que está muy lejos de considerarse amantes de la música en directo) y eso es algo digno de alabar. Aunque algunos no nos creamos mucho este cambio de rumbo plasmado en “Salto al Color” ellos lo defienden a capa y espada, sin importarles el qué dirán, seguros de sí mismos y con la misma energía renovada que han mostrado desde que dieron a conocer este nuevo proyecto. Si en un concierto multitudinario (y al parecer la tónica que seguirán en el resto de la gira) otorgan el mismo peso a los temas nuevos que a los más conocidos, y si además dejan fuera del setlist algunos clásicos casi obligados, es que Amaral están muy seguros de lo que hacen, e insisto, eso es digno de mención y vale ya de por sí todo un concierto.
Como apuntaba, el espectáculo de esta gira muestra desde los primeros compases una cadencia electrónica que arranca con la aparición de Eva Amaral con una bola de espejos sobre su cabeza en la que se reflejarán los colores de la noche. Al ritmo de “Señales” (imposible no acordarse de “Estrella de Mar” al escucharla) consiguen que el público haga del evento una auténtica fiesta más cercana al pop que a una rave, pero con intenciones de pista de baile. Junto con las canciones más coloridas de su último álbum de estudio se mezclan otros clásicos, además de alguna sorpresa más esquiva de su cancionero. Sirvan como ejemplo de esto último el inserto de “Van como locos” en la parte final del show o la dupla “Hoy es el principio del final” y “Lo que nos mantiene unidos” que fueron las que verdaderamente sorprendieron a su público más exigente. Pero por encima de todo predominan sus éxitos más radiables, deteniéndose especialmente en aquel “Pájaros en la Cabeza”, disco con el que este último comparte muchas intenciones, sobretodo en el hecho de intentar sonar más cercano a todos los públicos y donde encontramos canciones más ligeras y algunas incluso ruborizantes como “Marta, Sebas, Guille y los demás”, que no faltó en la gran cita zaragozana, aunque no nos habría importado ignorarla a un gran número de los presentes. Una de las más coreadas fue “Cómo hablar”, un auténtico himno pop de su segundo disco que cumple casi veinte años y que nos emocionó haciéndonos ver lo que este grupo ha sido capaz de hacer, convirtiendo algunas de sus mejores canciones en historia viva de la música popular. Estremeció escucharla por las miles de almas congregadas en la Plaza del Pilar, pero lo hizo todavía más en la intimidad de la Sala Oasis la noche anterior, donde pudimos ver a una Eva sensiblemente emocionada al encarar canciones como ésta o la tremenda “Peces de Colores”, que dedicó a su protagonista, presente en la sala, y con la que cerró el “básico” tras poco más de hora y cuarto. Sin embargo, la puesta de largo de su gira, al día siguiente, se extendió un poco más y nos permitió degustar algunos otros clásicos como “Moriría por vos” o la coreable “Días de verano”, convertida en explosión colectiva unánime. Convencieron más en directo que en el disco canciones como “Bien alta la mirada”, “Lluvia” o “Juguetes rotos”, pero apenas se notaron cambios en la sonoridad de las mismas con respecto a sus versiones de estudio. Los overdubs no dejaron que volaran libremente en sus adaptaciones en vivo, donde solo ganaron por la interpretación entregada de Eva, que se metió al público totalmente en el bolsillo gracias también al momento en que recitó la jota “El Ebro guarda silencio” antes de encarar la enérgica “Hoy es el principio del final”.
Juan Aguirre no consiguió destacar como en anteriores ocasiones ya que no invirtieron tiempo en dar rienda suelta a sus improvisaciones clásicas en temas como “Sin ti no soy nada” (la gran ausente de las dos noches). Tan solo pudimos oír el rugido de su SG en “Revolución” o en el cierre con “Hacia lo Salvaje”, que sirvió además como pequeño momento de improvisación final que incluyó “A Galopar” de Paco Ibáñez o la ya citada de su cancionero menos previsible “Van como locos”. Prácticamente su guitarra desapareció en “Soledad”, donde hubiéramos agradecido una valiente adaptación para el directo que diera protagonismo a la eléctrica y la alejara de su versión de estudio, y se tapó entre las programaciones casi tecno de “Entre la Multitud”, en la que terminaron recitando unos versos del “Bizarre Love Triangle” de New Order, como queriendo hacer ver a los más entendidos que no se han vendido, que siguen fijándose en los clásicos. No obstante, y a juzgar por la tónica de estos conciertos, parece que esas referencias se quedan solo en algunos guiños, como en el reiterado “All tomorrow’s parties” de la Velvet Underground que siguen utilizando para subir al escenario, y se pierden entre la maraña de temas más banales que consiguen levantar a todos sus incondicionales como “El Universo sobre mí”, “Días de verano” o la más reciente y en la misma línea de estas últimas “Mares igual que tú”, en la que Eva afirmó como muestra de agradecimiento a su público que son “lo que nos mantiene unidos, el universo entero y todos los mares”. Pasado y presente vivo del grupo.
Una escenografía apabullante les puede confirmar como los reyes del directo en nuestro país en este momento (con el permiso de Vetusta Morla, por supuesto) si de lo que hablamos es de continente, porque en contenido todavía tienen mucho que limar. Quizá la solución esté en darle otro tono a las canciones del nuevo disco dejando de lado sus constantes programaciones para vestirlas con sonoridades más acústicas y orgánicas, como sucede en “Nuestro tiempo”, que tras escucharla en directo se convierte por encima de cualquier otra de sus nuevas composiciones en el nuevo clásico de la banda, pero además éste de calidad sobrada. También pueden optar por darle más cancha a temas más contundentes de su discografía que se salen de lo más comercial como sucedía con “Llévame muy lejos”, “Antártida” o “En solo un segundo”, por citar algunos ejemplos que por supuesto obviaron en la puesta de largo de la gira.
Le queda mucho por recorrer a este “Salto al Color” y habrá que ver a dónde les lleva la gira que acaba de comenzar, pero sin duda necesitan algo más de poso que de escenarios grandilocuentes cargados de pantallas con efectos. Si se acercan por un momento al ambiente vivido en la sala Oasis con motivo del “básico” de “Los 40” las canciones conseguirán brillar, aunque a alguna le falte gancho, y la emoción que brote de entre los músicos será real. Una emoción de las que de verdad importa, no esa que se obtiene por no ver el final de los congregados a tu concierto, sino precisamente por todo lo contrario, por verles las caras y comulgar con ellos en cada una de las palabras que salen de tu boca. Eva Amaral lo sabe y parece que no quiere perderlo, por eso, agradecida por haber conseguido casi todo lo que hasta ahora se ha propuesto, se entregó a los quinientos afortunados que nos congregamos en la Oasis (¿quién no hubiera querido que se alargara esa placentera velada un poco más?) y aparentó estar sensiblemente conmovida ante los 70.000 de la Plaza del Pilar que recibieron con los brazos abiertos desde los versos de alguna jota bien querida en esta tierra hasta el maremágnum de efectos que inundaron la pantalla gigante colocada al fondo del escenario, instando desde lo alto del mismo a ser “siempre salvajes y de colores”, en clara referencia a su último disco así como a aquel con el que se desmarcaron de lo más convencional iniciando su andadura en los márgenes de las grandes compañías. Y es quizá por ese compendio entre lo suave y lo salvaje, entre lo corriente y lo arriesgado lo que hace que les perdonemos casi todo y que, a pesar de sus tropiezos, sigamos confiando plenamente en ellos.
Tal vez no sea lo más acertado afirmar que estos dos conciertos en la capital aragonesa fueron un doble salto mortal, pero sí que pueden considerarse así si el grupo se reafirma en esta fórmula con la que pueden perder a su público más exigente mientras ganan a una mayoría que se contenta con escuchar una y otra vez canciones de estribillo fácil. Y aunque no terminemos de apoyar este giro comercial, también podría considerarse un doble salto mortal por defender sus nuevas canciones, su presente, por encima de cualquier pasado de éxito rotundo, ya que a pesar de lo difícil que es levantar pasiones apostando por canciones nuevas ellos no reblaron y mantuvieron su empeño en seguir defendiendo su nuevo giro estilístico. Nos quedarán grandes canciones acumuladas en estas dos noches, nos quedará también la enormidad de la voz de Eva (algunos siguen empeñados en afirmar que es por ella y por su voz por lo que siguen al grupo a dónde sea, aunque quizá no hayan escuchado a otras grandes voces femeninas de nuestro panorama que podrían ensombrecerla), y ante todo nos quedará la certeza de que Eva y Juan, Amaral, tienen muy claro lo que quieren y demuestran que siendo fieles a lo que ellos creen han subido definitivamente al cielo (como rezaba una de sus mejores canciones), y desde esa altura poco más pueden pedir ya.