En las próximas semanas Alejandro Díez bajará el telón de su carrera musical tras más de treinta años surcando las olas del universo pop. Tres décadas capitaneando proyectos como Ópera Prima, Los Flechazos y Cooper con los que agitó las cabezas y los cimientos de nuestra cultura, a través de aventuras de toda índole que siempre presentó con afabilidad, una sonrisa y el convencimiento de estar haciendo lo correcto para el mantenimiento de una forma de vida que sigue viva una vez terminan los tres minutos de una canción.
Agitador y dueño de una capacidad innata para dibujar maravillosos pildorazos pop, desde primera hora Álex brindó la oportunidad a la gente de El Giradiscos de ir más allá. Nos dejó trascender la cara reconocible del artista, permitiéndonos primero entrevistarle, cuando nadie nos hacía ni caso, para brindarnos a posteriori su amistad, ayuda desinteresada y muchas horas de contenido extramusical que nos hicieron no solo admirar al creador, sino también al divulgador y a la persona.
Ahora en pleno uso de facultades y en envidiable estado de formar decide parar, buscar nuevos cauces de expresión, que van más allá de la música, para embarcarse en nuevas y estimulantes batallas que seguro nos seguirán deparando buenos momentos en su compañía.
Hoy le entrevistamos, a sabiendas de que con su marcha se lleva un pedacito de historia de nuestra web, para repasar su extensa trayectoria, sus pensamientos y las motivaciones que le llevan a parar, mientras observamos su elegancia y amor por la música por última vez en activo. Sirva como nuestro sentido y sincero homenaje. Gracias por todo, Álex.
Vamos a comenzar por el principio. ¿Cuál es tu primer recuerdo musical?
Álex: El primer recuerdo musical no es mío, la verdad que me lo han contado. Me dicen que cuando era pequeño iba en la sillita cantando la banda sonora de “Un Hombre y Una Mujer”. Ya ves Nouvelle Vague he sido un tío cool desde niño. Luego recuerdo cantar con mi madre un canon vasco que se hacía a dos voces. Quizás de lo que más constancia tengo es de escuchar mucha música en la tele, recuerdo ver a Suzi Quatro. Luego resultó que mi primo tenía sus discos. Obligué a mi madre a ir a una tienda en Palencia y comprarme uno. La verdad que no recuerdo si lo compré o me regalaron. Siendo niños, mis hermanos y yo hacíamos colección de discos. Cuando íbamos a Francia nos compraban un disco a cada uno de nosotros, recuerdo comprar cosas de Boney M, Abba y las canciones de los discos que salían en Eurovisión. También recuerdo mucho escuchar a Los Rubettes, que eran una banda inglesa que salía mucho en la televisión de Francia. Esos son mis recuerdos antes de escuchar música con perspectiva preadolescente.
¿Qué te impulso a comenzar a tocar un instrumento?
Álex: El comenzar a tocar vino mucho más tarde. Mi madre me enseñó algunos acordes de los que ella sabía. Lo que ocurre es que ella era más de rondallas y de la tuna, mientras que yo desde los cuatro años oía pop. En la casa a la que vinimos a vivir a Madrid con doce años había una guitarra, ahí fue donde comencé a tocar. Hubo un momento clave en el segundo año de vivir en Madrid. En la casa alquilada a la que nos cambiamos dejaron dos discos olvidados, uno de Cat Steven y la banda sonora de de “Jesucristo Superstar”. Ahí descubrí que se podía tocar y cantar a la vez, algo similar me ocurrió con Simon and Garfunkel. También aquí, en el centro de Madrid, cerca del congreso, había una tienda de instrumentos donde me compraron un libro en el que venían los acordes de las canciones de Los Beatles. En un principio quería ser batería, todos queríamos ser quien tocaba el “My Sharona” de The Knack, pero gracias a ese libro me fui a la guitarra. La verdad es que con trece años me cambió la vida. Fue una suerte.
A lo largo de la conversación están apareciendo muchos cambios de ciudad y ambientes distintos.
Álex: Yo nací en Alicante pero a los tres meses nos fuimos a San Sebastián, donde estuve hasta los doce. Luego bailamos de Madrid a San Sebastian varias veces. Y en primero de B.U.P., me fui a León. Mi padre no se adaptó a vivir aquí. Lo que ocurre es que E.T.A. amenazó a mis familiares por el tema del impuesto revolucionario. Fueron años muy convulsos. Yo tenía amigos en todos los lados. En Madrid iba al colegio de El Pilar, donde ya había gente con pintas. No sé si eran mods pero las pintas las tenían. En aquel momento la música era una cosa muy de críos. Personalmente creo que en los setenta y ochenta, fue la etapa en que más vivía la música. Todo el mundo hablaba de Nacha Pop, aquí fue también donde descrubrí a The Specials y Madness. Creo que en León amplifiqué mucho todo aquel universo, allí ya me fui sintiendo mod. Estamos hablando del año 1981, donde yo no me enteraba mucho del tema, aunque estaba todo en el ambiente. Había muchos hermanos mayores y bandas que tocaban las canciones de Los Secretos. Me acuerdo que veía mucho el Musical Express y en Madrid viví el nacimiento de las bandas en las radios comerciales. Fue el momento en que todo hizo boom. Conocí a Los Cardíacos y a Las Chinas, gracias a “El Gran Musical” de Pepe Cañavera. En “Aplauso” salía Menta y Los Zombies. Todo eso lo viví a caballo entre Madrid y León.
¿Cómo era León musicalmente hablando durante tus años de adolescencia?
Álex: León tenía mucha escena por aquel entonces, buen realmente todos los sitios la tenían. En un primer momento mis intereses en León también se encaminaban al baloncesto aunque ocurrió algo curioso. En una revista que era el “Nuevo Basket” salió un reportaje sobre El Pilar y sus equipos en el que aparecía con mi antiguo equipo. Los de allí me cogieron manía y me hicieron la vida imposible. Me vine abajo y no soporte la presión. Mandé a tomar por culo el baloncesto y me agarré a la guitarra cosa que me salvó la vida. En León encontré discos sobre historia del rock y había un gran ambiente. Existían muchos programas de radios locales que escuchaba. Había conciertos en una sala llamada la Mandrágora. Con quince años tocaron allí los Secretos en un concierto al que me dejaron ir. Iba a ir con un amigo, pero en un momento dado él pasó de ir. Me acerqué a la disco yo solo, pero en la puerta vi a un grupo de chicas mayores, muy guapas, y me volví a casa sin ver a Los Secretos. Me volvían locos, pero no me atreví a entrar. Años más adelante tocamos “Ráfagas” y hasta grabamos “Niño Mimado” para que veas cómo son las cosas. En León teníamos la suerte de tener a Los Cardiacos y a Why?. Había una columna musical muy chula. En definitiva, había ambiente. Por aquel entonces ya era consciente de que había muchos conciertos en aquella época. Meses más tarde acabé viendo A La Mode, a Nacha Pop con “Más números Otras letras” y a Glutamato Ye-Yé. No vi a Parálisis Permanente en el que fue su último concierto en la ciudad. Aunque sí vi a Seres Vacíos y también a Gabinete Caligari. También a Radio Futura con las míticas pintas que llevaba Enrique Sierra y con Santiago Auserón de marinero, cosa que me dejó flipado. E incluso años más tarde vi a La Polla Records.
¿Qué fue primero el amor a la música o al movimiento mod?
Álex: El amor a la música fue lo primero. Yo llevaba el pelo como Depeche Mode y Yazoo, que era la banda de Vince Clarke, que había estado en Depeche Mode como compositor. Un tío que me encantaba al le gustaban Simon and Garfunkel, algo que me hizo ilusión leerle en una entrevista. Ya tenía pintas de moderno en aquella época. Me hice mod porque me llamó la atención, por los Jam. Me resultaban familiares. Y sobre todo porque era un inconsciente. Mi pregunta es cómo con 16 años abrazas un ideario con pasión sin conocerlo enn vez de hacer otras cosas. Me dediqué a convencer a todo el mundo de que debía ser mod. Yo venía de una familia católica, era de la Real Sociedad, tenía otros intereses. Me creía a pies juntillas lo que escucha de los mods, lo que me enseñaban Brighton 64 y Los Elegantes. Aquello de una explosión juvenil fue mi credo. Fue más mi credo que el suyo. Creo que lo he llevado hasta las últimas consecuencias sin saber porqué. Debe ser que cuando hago algo, lo hago hasta el final y bien.
Tu primera banda conocida fue Ópera Prima. ¿Hubo algo antes de aquello? ¿Qué experiencia y qué valoración haces tras tantos años de lo que viviste con ellos?
Álex: Antes monté una banda llamada FBI con un compañero que tocaba un casio, Alberto Modino, mientras yo tocaba una guitarra eléctrica con la que hacía canciones muy en la onda de Los Aristogatos, una banda que había conocido en San Sebastián en la que tocaba Mikel Erentxun. Era de mi colegio en el que coincidí en clase con Andoni Erentxun, su primo. Me flipaban. Ellos no eran rockabillys hacían más bien pop. Yo monté algo siguiendo su influencia, mientras defendía que hacíamos techno ska. Aquello duró unos meses nada más. Entonces contactó conmigo Pacho Rodríguez con la idea de montar Opera Prima. La formación eramos un mod, un rockabilly, un punk y un pop-rockero. No teníamos muchas cosas en común, solo éramos de los modernos de la ciudad. A mí me gustaban Stray Cats y a Pacho los Jam. Un buen día nos entrevistaron en la radio y nos dijeron que cada cual dijéramos en qué banda nos gustaría tocar. Todo el mundo esperaba que por mis influencias dijera The Jam y recuerdo que dije que 091, porque creía que en aquel grupo podría aportar algo. Vi a los cero presentando “El Deseo de ser piel Roja”. Recuerdo la formación, donde tocaban Antonio Arias, Tacho, Pitos y José Ignacio Lapido. Me impactó la forma de tocar el bajo de Antonio, supermoderno, tocando con unos jamshoes de mod blanco, echándose atrás y adelante en un extraño balanceo que era total. En Ópera Prima teníamos buenas canciones y una bicefalia compositiva. Estábamos hechos a imagen de Nacha Pop, yo era el efervescente al estilo de Nacho García Vega. Finalmente llegamos a hacer dos maquetas, la segunda se comercializó vendiendo 250 maquetas en León . Recuerdo que vinimos a hacer oportunidad a Madrid, grabando en la tele algo que fue emocionante. Todo terminó en el momento de volver de Londres en el 84, yo ya era mod y me echaron del grupo. La verdad que me hicieron un favor. Creo que si no jamás me hubiera comido un rosco. En aquel momento Héctor estaba cerca de mí y fue cómo buscamos la manera de canalizar aquello. ¿Qué hicimos? Montamos Los Flechazos.
La historia de la banda es amplia, con muchos pasajes, discos y anécdotas, así que me gustaría resumir todo en un recuerdo. ¿Cuál es tu mejor momento al frente de los Flechazos?
Álex: Hubo muchos momentos buenos, muchísimos. Para mí supuso el nacimiento de todo. Las grabaciones fueron increíbles, muy divertidas. El recuerdo de estar grabando “Viviendo en la era Pop·, en los apartahoteles Ciudad Lineal cerca de Arturo Soria lo tengo muy vivo. Unos apartamentos que llevaban unos iraníes que habían escapado de Jomeini. Nosotros grabábamos de noche, ya que de día lo hacían Las Ruedas, con Robin Wills de Barracudas, mientras nosotros lo hacíamos con Quique Cardíaco. Aquel Madrid del 87 que pillamos tenía los últimos coletazos de la movida. Nos tocó hacer la transición al indie aunque por naturaleza hubiéramos funcionado mejor en la movida. Vivimos en un ambiente algo más guitarrero, de Masalasaña, con Los Enemigos, Sex Museum, Kike Turmix y sus Pleasure Fuckers. Nosotros éramos más nuevaloleros desde el lado mod. Los conciertos de Madrid fueron de los más especiales. Tocar en club Universal con el segundo disco. Me acuerdo que en el ABC nos decían que “éramos los reyes de los clubs de Madrid”. El concierto del cuarto LP en Aqualung, con metales, tocando “Bring a Little Loving”. La grabación de “En Acción”, el viaje a Gales… fue un momento de plenitud, a nuestra manera. Fuimos a Londres, las fotos en Chelsea, comprando en Porto Bello. Todo eso junto con tocar en el primer FIB o en el primer Festimad. El primer FIB fue la reafirmación de no equivocarnos al irnos de una multinacional a Elefant Records. Mucha gente no lo entendió, pero nosotros éramos una banda independiente. Cuando se nos quiso presionar nos fuimos para seguir teniendo libertad. En muchos instantes tuvimos la sensación de que podía ocurrir algo con nosotros, aunque finalmente no ocurrió así.
¿Cómo has vivido con el hecho de ser una banda referente dentro de un colectivo sin que ese colectivo fuera mayoritario?
Álex: Yo no lo veo así, sinceramente. De hecho creo que Los Flechazos dejaron de gustar a los mods muy pronto. No nos moldeábamos con los vaivenes de la escena. Éramos muy mods, más que nadie, pero nuestra preocupación no era estar al día. En el momento en que los mods nos dieron la espalda, nos dio igual, ya que mucha más gente nos seguía. Mucha gente accedía a la escena a través de nosotros, pero teníamos una personalidad marcada. Si metíamos 1100 personas en el Revólver, quizás había 30 mods. El resto eran fans que nos seguían por nuestra música. Gente interesada en los sesenta gracias a Los Flechazos. Fuimos profetas, quizás sí, pero la trascendencia de la banda fue porque nuestros seguidores iban para otros caminos. Nuestros seguidores no eran los mods, la mayoría no lo eran. Igual que ocurría con Gabinete que la gente que les seguía no iba exclusivamente con botines. Nunca renunciamos a las otras influencias que teníamos e incluso íbamos a más con ellas.
Álex:“Días Grises” fue nuestro último intento de coger la onda de la música contemporánea. Habíamos estado fuera de lo que se hacía hasta que vimos la llegada de bandas como Suede y Supergrass que hablaban nuestro idioma. Ya en ese disco queremos posicionarnos como banda de su momento no revivalista. Al ver que ese movimiento no se entiende, decidimos dejarlo. Nuestro proyecto se había agotado.
Dejaste la música, comenzaste con otros proyectos, entre los que finalmente diste vida a la banda de tu vida. ¿Qué supuso para ti Cooper?
Álex: Monté una tienda de discos y ropa, pensé si sacar unas oposiciones, de hecho las saqué. Mientras tanto estaba rondando en mi cabeza la idea de Cooper. Para mí fue el retorno a la primera línea de música, además sin Elena. Era un grupo de guitarras, sin teclados, supuso montar una banda, volver a grabar en otro contexto musical distinto. Nacía en un momento de cambio, donde la gran diferencia fue la influencia de Internet y de los teléfonos móviles. Todo era distinto. El primer disco sale en las navidades del año 2000. Creo que la aceptación fue grande, había expectación por el retorno. Llegué a tocar en el FIB.
¿Crees que como proyecto ha supuesto tu cuadratura del círculo?
Álex: Yo quería un proyecto personal en el que cupieran todas las cosas que me gustan sin explicaciones ni coartadas. Quise romper con cualquier paralelismo estilístico que se pudiera buscar con Los Flechazos. Que hubiera guitarras, que no hubiera teclados, cambiar la forma de grabar. La libertad me la dio Cooper. Llegué a sentir que no había cadenas. Me importa mucho lo que digan los demás, me gusta el pop, lo que hago es para la gente, pero sí que ha habido otra libertad gracias a éste proyecto. He sentido otra forma de afrontar la composición y su labor. Ha sido mi gran grupo. Es el traje en que me siento más cómodo. Me ha marcado. Ha marcado mi carácter. Me he tenido que responsabilizar de algo que antes compartía con más gente. Lo que más me gusta de Cooper es que es un reflejo muy fiel e inédito de la vida postadolescente en el mundo de la música. Lo que cuento en las canciones es una historia de madurez. De cuando eres padre, de cuando han pasado veinte años, cuando pierdes a tu familia. Se ve sobre todo en mi Universo aunque también en los anteriores. Creo que lo que aporta Cooper afronta una visión madura de la vida, con un lenguaje musical que se adapta a esos cambios.
¿Cuál es el disco con el que te quedarías y cuál es el motivo?
Álex: “Mi Universo” es mi disco favorito. Es más que un disco. Me gustan todos que conste. “Aeropuerto” y “Retrovisor” son recopilatorios, tienen su gracia aunque son lo que son. “Mi Universo” es algo integral, con todo el concepto. Es el más organizado, el más mío y del que más orgulloso me siento.
Tu legado es el de un editor, el del músico, también el del organizador de festivales y un sinfín de cosas más. ¿Cuál de esas facetas te ha hecho sentir más rico a nivel humano? ¿Cuál te representa mejor?
Álex: No puedo separar las diferentes facetas creativas a las que me he dedicado en mi trayectoria claramente. Escribir los artículos del Pussycat o los que he escrito posteriormente, para mí era tan importante como componer. Todo era el mismo lenguaje. La labor de editor viene por mi idea de querer dejar memoria escrita de cosas sobre las que no se hablan. Testimonio. Para mí es un todo. El rollo de artista, activista y artesano está unido, pero sobre todo soy el que cantan las canciones de Cooper.
¿Cuáles son es proyectos que te quedan por hacer?
Álex: Quiero afianzar la editorial, con libros nuevos. Hacer la celebración del décimo aniversario de Chelsea con alguna fiesta. Estamos dando pasos para constituir la Fundación Club 45 para la promoción de la cultura pop. Quiero preservar el legado de mi obra, de la editorial, de mi música, así como el legado del Purple Weekend, que se puedan llevar a cabo actividades que promuevan la música. Busco defender el pop, el beat y la cultura popular, dándoles visibilidad. Creo que es un vacío a llenar. Quiero colaborar a que sea así. Estamos a nada de saber dónde estará la sede física de la fundación, de ver qué proyectos vamos a desarrollar, etc…
¿Cómo te sientes ante todo lo que se te viene encima y ante el final de una etapa?
Álex: Me siento bien. Creo que el trabajo ha sido correcto. Cada concierto es una fiesta, una bonita despedida. Es lo acertado. He hecho lo que había que hacer, ahora voy a cambiar el ritmo. Estoy agotado de mi relación con la música. No me siento motivado a seguir. Estoy saturado y feliz de acabar como vamos a acabar.
Sabemos que eres un hombre de palabra pero aun así ésta pregunta hay que hacerla. ¿Se acaba Cooper definitivamente?
Álex: Es definitivo que Cooper se acaba, con su carrera y también como proyecto grabando discos. Quizás vuelva a dar un concierto dentro de unos años con Mario por pura nostalgia, por ver amigos, que se han convertido en familia, a los que tanto echaré de menos. He tenido mucho trato con gente con la que he trabado amistad. Con personas de diferentes ámbitos profesionales, como promotores, compañeros de bandas y periodistas a los que quiero seguir viendo. No me voy encerrar en casa, ya que voy a echar de menos a toda la pandilla. No sé cómo será. Quizás organicemos una exposición, una pinchada o lo que sea, pero nos veremos. Mi carrera creativa se ha terminado, además creo que es sano. La gente que hace toda la vida lo mismo está equivocada. Hay que explorar y buscar. No hacer siempre lo mismo.
¿Qué te dice tu hija ante el inminente momento de la despedida?
Álex: Le da mucha pena pero la verdad es que ha disfrutado. Ha visto muchos conciertos míos. Ha disfrutado de un padre en casa muchos días. Ella toca la batería. Ahora dará los conciertos ella. Y valorara la posibilidad de tener un padre en casa todos los días.
¿A qué te vas a dedicar cuando eches el telón?
Álex: A estar en casa, a cuidarme, a descansar. A leer. A proyectar ese futuro que poco a poco irá tomando forma. Os iremos anunciando cosas en poco tiempo.
El último concierto lo darás en la sala But de Madrid. Hay un run run que te pide una segunda fecha. ¿Te has planteado habilitarla?
Álex: No va a haber un segundo último concierto. Lo dije en internet un día. Se vendió todo en una semana que es algo maravilloso. Todo el mundo me insiste en que vaya a un sitio más grande o que haga dos noches. No somos otros grupos, somos Cooper, no vamos a hacer eso. No quiero el concierto más grande de mi carrera, quiero despedirme con este concierto. Con uno más. No sería justo hacer ahora una sala que no he hecho antes. Es la cuarta vez que toco en But, con muy buenas entradas, pero nunca la había llenado. En la presentación metí 800 personas, pero no llena. Somos muy fetichistas de ciertos detalles y creemos que aún quedan conciertos que serán brutales antes del último. En todos ellos me voy a dejar la vida igual. No quiero que sea tan especial. Este será el último pero uno más. Quien quiera venir a ver a Cooper está a tiempo aún.
¿Sabes que te llevas algo de nosotros con tu adiós, verdad?
Álex: Te agradezco mucho que me digas esas palabras. En los ochenta agradecía mucho la presencia de los fanzines. Y en el siglo XXI lo hago con los medios digitales como el vuestro que nos habéis apoyado con cariño y claridad siempre. Sé que al irme no me retiro yo solo, soy consciente de que al hacerlo, hago ser consciente del tiempo pasado a más gente. Es como un fin de ciclo para muchos. Me hace ilusión pensar que también para El Giradiscos lo es. En eso consiste este mundo pop que debería ser directo y efímero. Lo que hacemos lo hacemos con ilusión de que sea eterno, pero que tiene valor por ser efímero. Tanto vuestra labor como la nuestra ha sido valorado. Nos queda el honor de haberlo hecho juntos.
Muchas gracias por todo, Álex. Una frase que tiene todo el sentido del mundo, puesto que solo nosotros sabemos qué es ese todo.
Álex: Gracias a vosotros.