Por: Pepe Nave
A estas alturas todo el mundo sabrá lo ocurrido. El inicio del verano nos sorprendió con la noticia de la publicación de un nuevo disco de David Berman, ya no como Silver Jews, sino con un nuevo y atractivo nombre, Purple Mountains. Salió el 12 de julio y se anunció una extensa gira por Estados Unidos. Cuando muchos estábamos en plenas vacaciones, disfrutando del disco, nos llegó la terrible noticia de que David se había suicidado el 7 de agosto en un apartamento de Brooklyn, tras sufrir una profunda depresión según comentó su compañero y amigo Stephen Malkmus.
Es extraño repasar el disco ahora, ya que la mayoría de las críticas profesionales fueron publicadas durante el mes de julio. Casi todas coincidían en que era un gran disco, con unas letras brillantes pero muy oscuras e íntimas, en las que llegaba a flirtear con la idea del suicidio. En una reciente entrevista para Poetry Foundation, Berman comentaba que le ha costado mucho terminar las letras porque quería contar con claridad por lo que había pasado estos años sin ningún verso de desperdicio. Curiosamente cuenta que en sus discos hasta 2001, sus letras eran pura ficción y a partir de ahí empezó a utilizar sus vivencias como material para sus canciones.
Así, en parte, se puede entender este álbum como la crónica de estos once años pasados desde la publicación de "Lookout mountain, lookout sea" (2008), último disco de Silver Jews. Su retiro comenzó con una declaración en la que atacaba duramente a su padre, Richard Berman, un lobista ultraconservador muy influyente en la política estadounidense con el que hace años que rompió relaciones. Se recluyó literalmente en casa leyendo, mientras su esposa Cassie Berman, también miembro de los Silver Jews, seguía saliendo. Finalmente se terminaron separando a principios de 2018. Anteriormente, en 2014 falleció su madre a la que estaba muy unido, hecho que motivó que retomara la guitarra y compusiera la primera canción de esta nueva colección, "I Loved Being My Mother’s Son". Con este panorama y teniendo en cuenta que Berman había pasado hace más de diez años por procesos de desintoxicación de las drogas, tras haber sufrido varias sobredosis y un intento de suicidio y con una importante deuda económica a sus espaldas, las letras son fiel reflejo de todo ello.
En contraste, musicalmente, las canciones tienen empuje y vitalidad, además de ser el disco de su carrera con más y mejores arreglos, con la presencia de piano, melotrón, melódica y armónica. Quizás también es el más accesible melódicamente. Desde que decidió volver a grabar, estuvo buscando compañeros de aventura. Probó con Dan Bejar de Destroyer y Stephen Malkmus de Pavement y ex-Silver Jews. Según Berman, no salió bien porque no conseguía terminar las letras durante el proceso y él no puede hacerlo con la música ya compuesta y grabada. Finalmente su compañía le puso en contacto con la banda de Brooklyn Woods, que además de sumarse como músicos, dos de sus miembros, Jeremy Earl y James Taverniere, lo harían como productores de forma brillante. Confiesa Berman en una de sus últimas entrevistas que se había expuesto tanto que no podía evitar llorar cantando durante la grabación, y ello le avergonzaba al ser los músicos casi quince años más jóvenes y prácticamente desconocidos para él.
Abre el disco "That’s Just the Way that I Feel", y efectivamente nos cuenta cómo se siente a ritmo de un animado honky tonk, y cómo dice en su primera estrofa “…las cosas no han ido bien esta vez, creo que finalmente me he jodido…”. No alberga ninguna esperanza, dice “cuando intento ahogar mis penas en ginebra, veo que mis peores ideas saben nadar” para rematar al final: “este tipo de herida no cicatrizará, el final de todo querer es todo lo que quiero…y esta es justo la forma en que me siento”.
Si no ha quedado claro, la segunda remacha, "All My Happiness is Gone", sin ironía alguna. De nuevo una dura letra para una canción que suena a pop luminoso y a potencial éxito, de hecho fue elegida como primer single. Los versos son contundentes y brillantes, “últimamente, tiendo a hacer extraños donde quiera que voy, algunos antes serían personas que me alegraría de conocer”. El video del tema, con Berman, como protagonista es bastante clarificador y en el momento en que alude a una felicidad pasada con alguien, sale una imagen de su ex-mujer Cassie, que protagoniza en persona el video del segundo single del disco," Darkness and Cold". Parece ser que las relaciones entre ellos eran cordiales tras la ruptura. En las imágenes se muestra a David mirando cómo se arregla ella para salir en diferentes ocasiones, mientras él se queda en el sofá. En la letra lo cuenta con poesía: “La luz de mi vida va a salir esta noche, mientras el sol se hunde en el oeste, la luz de mi vida va a salir esta noche con alguien que acaba de conocer”, mientras tanto la oscuridad y el frío le van calando.
"Snow Was Falling On Manhattan" es un pequeño paréntesis en su crónica autobiográfica en forma de preciosa balada que suena casi a villancico y que parece dedicada a sus fans. En una de las mejores estrofas que cualquiera podrá escuchar este año (o cualquier año de este siglo o el anterior), nos cuenta el precioso misterio de la música: “las canciones construyen pequeñas habitaciones en el tiempo y alojado en su interior está el fantasma que el anfitrión ha dejado allí para barrer, dar la bienvenida al huésped, atizar el fuego y cantar estas líneas”. Estas palabras que serían igualmente emocionantes, dado el desenlace fatal, resultan desgarradoras. La guinda la pone la cantante Anne St. Louis con sus coros, que al igual que en otras canciones del disco contrastan con la grave voz de Berman.
Cualquier fan de Silver Jews reconocerá el tempo y la línea melódica marca de la casa en "Margaritas at the Mall", que muestra al mismo tiempo las novedades en los arreglos, con una slide guitar y una trompeta de sonido fronterizo. En ella la dura mirada se vuelve hacia afuera, hacia un mundo que se va al carajo, sin noticias de Dios y con el personal tomando cócteles en el centro comercial.Quizás la canción menos emocionante del lote sea "She’s Making Friends, I’m Turning Stranger", un medio tiempo de aire muy americano, en el que incide desde el propio título en lo comentado anteriormente en la canción y video de "Darkness and Cold"; su mujer haciendo amigos y él volviéndose un extraño.
Nos vuelve a tocar la fibra con la canción dedicada a su madre, "I Loved Being My Mother’s Song", una pequeña joya, que termina con unos maravillosos coros cantando “she was, she was, she was”, ella fue, porque ya no está. Si nadie ha soltado una lágrima a estas alturas de disco, ahora llega la puntilla que lo hará casi inevitable ahora que todo ha pasado. "Nights That Won’t Happen", “noches que no sucederán, tiempo que no pasaremos juntos de nuevo”, en la que empieza diciendo que “los muertos saben lo que se hace cuando abandonan este mundo” y remata con “cuando la muerte ha sucedido finalmente y el sufrimiento se apaga, todo el sufrimiento es finalizado por los que dejamos atrás”. Palabras mecidas a ritmo lento, con unos bonitos arreglos y coros femeninos esta vez a cargo de Haley Fohr, que le hace sonar casi a los Prefab Sprout de "We Let the Stars Go".
En contraste, la siguiente canción, "Storyline Fever", suena animada, un medio tiempo al estilo de los Kinks. La letra es más irónica que el resto, ve la vida como si fuera una historia con muchas salidas posibles, pero en la que le entra la crisis del argumento y no sabe qué dirección tomar. Hay un párrafo brillantísimo respecto a lo que se espera de los autores hoy en día: “cuando eres a la vez vendedor y producto, debes venderte inmodestamente, convierte tu pedestal en una tabla de carnicero, si eso es lo que el público ansía”.
Como cierre, una declaración de principios que parece cantar con orgullo y un asomo de coraje, "Maybe I’m The Only One For Me", de las más “Silver Jews” del lote, a lomos de una gran melodía se da cuenta que ya no le resulta atractivo a nadie, le resulta evidente cuando ve a parejas por la calle quizás porque él es el único adecuado para él mismo. Así, termina un enorme y emocionante disco y con él una brillantísima carrera. Seguiremos escuchando al espíritu de David Berman a través de sus canciones.