Por: Saúl Ibáñez
«Straight out the fucking dungeons of rap.» Esta frase, gritada con enfado y cierto orgullo, es la que abre "NY State of Mind", primer corte (sin contar la intro "Genesis") del primer álbum de Nas. Así comienza el disco y prácticamente su carrera, con un grito proveniente de no se sabía dónde, de un barrio, Queensbridge, desconocido incluso para la mitología del hip-hop neoyorquino. Nas venía de las mazmorras, de fiestas en sótanos, de jams improvisadas en las esquinas, en los parques, rodeado de sus amigos. De ahí, a un álbum que cambiaría el rap para siempre, con veinte años y prácticamente nada en medio.
Antes de "Illmatic", cuando aún utilizaba el apodo de Nasty Nas, apenas había pasado nada. Disponía de cierta fama en círculos minúsculos, estaba grabando maquetas y empezó a correr un rumor de un chico menor de edad tenía un puñado de canciones que daría que hablar. En ese mundo subterráneo conseguiría hacer una primera colaboración con la banda Main Source en su disco debut de 1991 "Breaking Atoms" (probablemente así darían los primeros contactos con los productores Large Professor y Pete Rock). Solo una estrofa en "Live at the BBQ" (donde suelta aquel "when I was 12 I went to Hell for snuffin’ Jesus" que dejó a más de uno descolocado) le valió para prender la mecha. Fichó con Columbia Records y al año siguiente apareció su primer single, "Halftime", que puso a todo el mundo a la espera del LP. Tenía apenas dieciocho años.
Pero volvamos un poco atrás, al Queensbridge de mediados de los ochenta, cuando se tomó la foto que ilustra la portada del disco: un primer plano de un Nassir Jones aún niño que se superpone con una calle de su barrio escoltada por dos bloques de pisos de protección oficial, los projects donde en las décadas de los setenta y ochenta hacinaron a las poblaciones negras y latinas de las grandes ciudades estadounidenses. Allí nació y creció Nas, en un mundo que bebía de los libros de historia y activismo de sus padres, la música y los instrumentos de su padre -trompetista profesional de jazz y soul (que aportaría su instrumento en el delicado final de "Life’s a Bitch")-, de una madre luchadora que pronto quedaría sola al frente de la familia después de que la pareja se divorciara. La otra cara de la moneda serían las calles, las esquinas del gueto donde irrumpe el crack para transformar el paisaje y la economía urbana radicalmente y de la noche a la mañana. Nas, aún un adolescente, vio a familias destrozadas por adicciones y a muchos de sus amigos (algunos de ellos lo acompañan en las fotos interiores del disco) dedicarse a vender drogas.
No es gratuito prestar tanta atención a la portada del disco, ya que "Illmatic" puede considerarse un álbum fotográfico, una imagen panorámica. La gran instantánea comienza con "NY State of Mind", un retrato del barrio por la noche, donde caben camellos, prostitutas, adictos al crack y jóvenes entregados al crimen ("got younger niggas pulling the trigger, bringin’ fame to their name"), en un estado mental de tensión y vigilancia continuas: "Beyond the walls of inteligence, life is defined / I think of crime when I’m in the New York state of mind".
El resto del disco sigue ahondando en todas estas historias e imágenes que se entrecruzan y chocan a veces de modo caótico. "Life’s a Bitch" (donde se encuentra la única colaboración de otro rapero de todo el disco, AZ) es una mezcla entre el existencialismo y la esperanza, Nas nos cuenta su decisión de salir del barrio y la pobreza mientras la espada de Damocles pende sobre él y todos sus "compatriotas" del gueto ("Niggas I used to run with is rich or doin’ years in the hundreds"), especialmente Will, su amigo de la infancia asesinado en una pelea delante de su casa. (IllWill, como lo llama también aparece a lo largo de todo el disco como un talismán, como si le debiera hacer el mejor disco posible.)
La escritura de Nas era algo nuevo, utilizaba imágenes nuevas, inesperadas, rimaba de forma impredecible. Las imágenes de la calle y el argot del gueto, se encontraban con líneas de una fuerza poética inaudita. De nuevo esa dualidad entre el mundo interior (su familia, su hogar, la foto de su infancia) y el exterior (Queensbridge, las calles).
Esa singularidad atrajo a oyentes, fans, pero también, y aquí hay otro detalle importante de la magia producida en "Illmatic", a varios de los mejores productores de hip-hop del momento (y de la historia), que en ese momento estaban construyendo un nuevo sonido y reforzando la presencia de Nueva York en el mapa del rap después de la irrupción del gangsta rap y la explosión que produjo el álbum "The Chronic", de Dr. Dre en 1992. La ciudad se estaba recomponiendo: en 1993 aparecieron "36 Chambers" y "Juvenile Hell", debuts de Wu-Tang Clan y Mobb Deep respectivamente; en 1994 Notorious B.I.G. lanzó "Ready to Die". Y en ese momento de ebullición y creatividad exagerada, puede decirse que se alinearon los planetas cuando pioneros del boom-bap como Large Professor o DJ Premier (miembro de Gang Starr), Pete Rock y Q-Tip (creador del universo jazzístico de A Tribe Called Quest) se prestaron (y aceptaron cobrar menos) a construir el sonido de un novato. De repente, Nas estaba en la línea de Run DMC, Eric B. & Rakim y Big Daddy Kane, por nombrar algunas de las figuras fundacionales de la llamada Golden Age.
Q-Tip es el responsable del beat de "One Love", uno de los momentos álgidos del disco. Sobre un sampler de los Heath Brothers dominado por una marimba disonante, Nas entrega el que se considera el primer rap epistolar de la historia. Se trata de una carta a un amigo en la cárcel: "What up kid? I know shit is rough after you slid / When the cops came you should of slid to my crib […] / Plus congratulations, you know you got a son / I heard he looks like you, why don't your lady write you?". En estas pocas líneas se despliega una crítica sutil y a la vez feroz contra el sistema penitenciario norteamericano, más centrado en la venganza y la represión que en la reinserción social, que separa familias y abandona a las madres solteras a su suerte.
La presencia del jazz, y de la música negra norteamericana en general, es constante en el disco. DJ Premier cuenta que pasaron horas escuchando discos hasta encontrar el sampler de John Chamber para "NY State of Mind". En la final "It Ain’t Hard to Tell" caben Kool & The Gang y Michael Jackson. Nas nos hace escuchar lo que salía de los equipos de sonido de los projects mientras nos cuenta lo que pasaba en los ángulos ciegos de Nueva York. El efecto conseguido es el de un joven que mira por la ventana y observa su propio barrio con miedo, frustración y rabia. "Check the prognosis, is it real as showbiz? / My window faces shootouts, drug overdoses / Live amongst no roses, only the drama, for real", rapea en "Memory Lane" sobre un sampler de Reuben Wilson.
En el documental "Time Is Illmatic" el propio Nas confiesa que su intención era la de hacer que el oyente experimentara su propia vida; el objetivo se consigue con creces. Los oyentes (no solo los fans acérrimos del hip-hop) recibieron el disco con entusiasmo. Se le comparó con Rakim y en la pionera revista especializada The Source Miss Info le dio la máxima puntuación, lo consideró el debut del año (por encima del de Snoop Dogg) y lo calificó de obra maestra. "Illmatic" sonaba al Nueva York de los noventa, ese que se recuperaba de la cura de humildad a la que lo sometió la Costa Oeste, que respondía a sus competidores sin olvidar sus raíces. Jones bebía tanto de KRS One y Rakim como de Ice Cube y antes de NWA.
Aunque lo mejor que se puede decir de un disco en su aniversario es que sigue vigente, despertando admiración e influyendo a nuevos artistas. Pruebas de ello son el multitudinario concierto conmemorativo del neoyorquino en el reciente Primavera Sound en Barcelona, en el que conmemoró su debut en su totalidad; o que, muy lejos de Nueva York, el rapero underground gaditano Dheformer haya incluido en su último disco un tema titulado "Illmático", que comienza traduciendo el principio de "NY State of Mind". Un puñado de canciones para la eternidad.