Por: Albert Barrios
La calma (o en este caso la inspiración) antes de la tempestad. El trabajo bien hecho, la claridad de ideas y concepción común del mensaje antes de acometer unas turbulencias de resultado desconocido. Así podríamos definir la concepción y realización del exquisito nuevo trabajo de nuestra hermandad favorita, Chris Robinson Brotherhood y un “ Servants Of The Sun” que desde ya mismo se convierte en una de las mejores obras del combo californiano.
¿Cómo afectará la marcha de Adam McDougal, uno de sus pilares, al futuro del grupo? Adam ha sido (junto a Neal Casal) la mano derecha de Robinson desde que se unió a The Black Crowes en 2007, y fue miembro fundador de la hermandad en 2011, por lo que la pérdida de MacDougal se antoja como menos sorprendente y de consecuencias impredecibles. No solo por su valía como músico (soberbio), sino porque con el paso del tiempo sus teclados fueron adquiriendo cada vez más importancia, en esa tranquila transición del folk –country-rock de sus primeras entregas al cosmic-groovin’- rock de sus últimos albums.
Sin noticias del porqué de la ruptura, la hermandad se toma un tiempo de reflexión para asimilar la nueva situación, mientras que Adam sigue adelante con una de las bandas más excitantes del planeta tierra, unos Circles Around the Sun comandados por un Neal Casal acostumbrado a lidiar con complicados lideres (Robinson, Ryan Adams…).
“Servants Of The Sun” es uno de esos discos que aunque entra bien a la primera, es en sucesivas escuchas donde todos los matices y elaboraciones musicales aumentan su nota final. “Some Earthly Delights” abre el conjunto a la manera cósmica del dúo Casal/ McDougal, con un groove y unos teclados espaciales que nos conectan directamente con su banda paralela, hasta que la voz de Chris nos vuelve a situar en esa zona en que siempre se ha sentido cómoda la banda, ese melting pot de finales de los sesenta con los más rítmicos primeros setentas. En “Let It All Fall” Robinson coge el timón, y nos lleva muy cerca de sus dos grandes referentes, Grateful Dead y los Little Feat de su adorado Lowell George. “Rare Birds” emerge con el slide marca de la casa de Casal y unos coros femeninos con ecos de los cuervos, y “Venus In Chrome” se muestra como un más que potencial single.
“Stars Fell On California”, más reposada y elaborada (y con cita a Barcelona), ralentiza por un instante el tempo del álbum, y “Comin' Round The Mountain” se destapa como una gran puesta al día de ese country-rock que dominó las ondas radiofónicas americanas hace cuarenta años. “The Chauffeur's Daughter”, o cómo ponerle una marcha de más al legado de CSN&Y gracias a un estratosférico solo de Casal, destaca por una gran jam final para enmarcar. “Dice Game” es una de las delicatesen de esta nueva entrega. Comienza como balada, pero cuando llegan los estribillos la batería de Tony Leone agita todo el conjunto para llevarla a una coda final de "diez". “Madder Rose Interlude” es un simple divertimiento lisérgico de 42 segundos, mientras que “A Smiling Epitaph” es el perfecto epitome de cómo suena un grupo que supura clase a raudales.
Estamos ante un trabajo tan apasionante como estimulante, un posible canto del cisne de una banda que no restallaba tan decidida desde sus inicios. Nunca han sonado tan setenteros, cohesionados y valientes, sumergiéndose no solo en las conocidas aguas del cosmic rock, sino que también guiñan el ojo al soft rock y al country rock más puro y menos comercial. El futuro es ahora, y empieza hoy…