Por: Àlex Guimerà
Siempre es buena noticia que el de Shefield vuelva a publicar nuevo álbum. Ahora bien, que nadie espere otro "Coles Corner" (2005), pues dicho magnánimo álbum se nos antoja imposible de superar ni tan solo de igualar. Ese es el punto de partida al que tenemos que agarrarnos para atacar esta continuación del logrado "Hollow Meadows" (2015), que significa el octavo álbum de estudio de quien fuera guitarrista de Pulp.
Un disco que se cocina con su receta infalible: voz de crooner, solos de guitarra, composiciones redondas e instrumentos clásicos de fondo. Aunque para la ocasión el bueno de Richard ha querido concentrar su fórmula en piezas de tres minutos de duración para seguirnos mandando las sensaciones de siempre.
Destaca el tono relajado y sosegado que reina en este nuevo vinilo (con alguna excepción) de portada preciosa que luce al músico ante un colorido crepúsculo y en el que por primera vez su título no hace referencia a ningún rincón de su amada Shefield. Eso a pesar de que uno pone el disco y escucha una "Off My Mind" de fornido guitarreo, solo letal a cargo de Hawley quien además canta con la voz raspada. Una pieza que entronca con la tradición rockera británica más reciente de Miles Kane o los últimos Oasis. Sensaciones que volverán en "Gallery Girl", y su misterioso aroma blues, o en el rhythm and blues campestre con harmónica "Time Is" (la única que alcanza los cuatro minutos).
Para el resto del contenido nos encontraremos con piezas pop, muchos violines y una voz melosa que luce como siempre. se trata de la pegadiza "Alone"; la pluscuamperfecta "Further", de ritmo taciturno; la frágil "Not Lonely", que se agranda con las escuchas hasta el infinito; la balada cristalina "Midnight Train" y "Doors", que podría pasar por un tema sixties del recientemente malogrado Scott Walker. Su cara más Morrissey aparecerá en una "Is There A Pill?", cargada de épica y de efectos típicos del "Muro de Sonido" de Phil Spector, mientras que "My Little Treasures" suena a musical añejo, bien orquestado y muy melancólico.
De nuevo Richard Hawley sigue fiel a sí mismo, dando vueltas y más vueltas a sus principios creativos. Lo que en otros artistas acaba en aburrimiento y tedio, en él se convierte en música bonita. Que no deje de hacer canciones nunca.