Vaya por delante que no deja de resultar paradigmático que Mikel Erentxun haya decidido llamar a su nuevo disco "El Último Vuelo del Hombre Bala", un título poético, proveniente del mundo circense, tan cercano por momentos al ambiente musical, que sin lugar a dudas invita a evocar un final cercano, pero que encierra en su interior una auténtica falacia, puesto que dudo se trate de una última apuesta, ni tan siquiera que anuncie un cambio de rumbo radical, sobre todo cuando últimamente se le escucha cantar, tocar y escribir con un acierto, sensibilidad y una sensación de libertad inusitada en toda su carrera.
Una colección de canciones que marca el final de la trilogía iniciada años atrás en compañía de Paco Loco dejando en el recuerdo dos obras como "Corazones" y "El Hombre sin Sombra", en un maravilloso binomio que nos ha legado al Mikel más experimental, liberado y vehemente al que uno recuerda; pero dejemos la palabrería y vayamos al disco que es lo realmente interesante, ya que en él disfrutaremos de un artista reencontrando el equilibrio en su voz, que defiende una colección temas inconmensurables entre ecos de Johnny Cash, Velvet Underground, Beatles, los del álbum blanco, y de un Marc Bolan tamizado de modernidad, además de la habitual cuota de personalidad del genial Erentxun, a la que debemos sumar las genialidades, juguetitos psicodélicos y delirios de un Paco Loco que tras la mesa de mezclas, continua rompiendo esquemas y llenan los recovecos de maravillosas trampas.
Desde la inicial jugada onírica de "Tu amor es un Nudo", con emboscada sonora muy Velvet en "Muchacha de Ojos Tristes" y "Tiempo de Descuento", que recuerda a "Loco de Atar" en su línea vocal; hasta ese ramalazo folkie de "Círculos", que le emparenta con los Duncan Dhu de "El Duelo", un trallazo en toda regla como es "Déjalo Estar", la emocional y me temo que autobiográfica "Gigante". También cabe destacar el arranque social y crítico de "Animales Heridos", acelerada y vitamínica, el aire fresco de base potente de "Amor Círcular" con su buen latigazo eléctrico, enlazada genialmente con "La Vereda", con otro arranque crítico de refugio en el amor, enfilando el final con la genial "Donde estabas tú ahora estoy yo", el aspecto lo-fi de "Tengo ganas de Ti", "Ángel en Llamas" y "Corazón de Mil Inviernos", fenomenal punto final a un minutaje intenso que bien merece cada segundo del mismo.
Al hombre bala del corazón de acero aún le quedan muchos vuelos que realizar, respaldados por letras que nacen de las entrañas y envueltos en melodías que se mueven entre texturas cristalinas y rugosas, en los que seguir regalándonos algunos de los capítulos más disfrutables del pop-rock estatal, volando quizás no muy alto, cosa discutible si se quiere, aunque seguro que en un camino libre y solitario, renunciando a cadenas y protocolo, a la manera de un Cyrano de Bergerac moderno, quien a buen seguro podría haberle dedicado dicha frase si hubiera atendido a los geniales trabajos que anda entregando últimamente el donostiarra.