Por: Albert Barrios
Qué reconfortante es sentirse parte de algo, el tener la certeza de que perteneces a un lugar, a una comunidad o estado mental. Pero esa sensación de confort puede ahogar la eterna búsqueda de una voz propia, anestesiar la voluntad de transmitir un mensaje tan personal como intransferible. Las musas se han apoderado de Tyler Ramsey, y al independizarse de Band of Horses ha madurado de una forma tan descomunal que nos ha podido regalar "For the morning", un álbum creador de espacios y sensaciones, de climas y temperaturas, de sensaciones y sueños.
El guitarrista y compositor fue durante más de diez años pieza clave en la evolución de una de las mejores bandas que han parido los USA en mucho tiempo, los excitantes Band of Horses. En 2004 comenzó una (ejemplar) carrera en solitario que a partir de 2007 discurrió en paralelo a la de la banda madre. Tres discos espaciados en el tiempo en que marcaba distancias con la banda de Seattle, alejándose de estructuras ampulosas para abrazar sonidos más acústicos y minimalistas. Hace un par de años decidió dejar al grupo para centrase en la gestación de su cuarto álbum y dar prioridad absoluta a su faceta de singer-songwriter.
Inspirado en los paisajes de su casa en las montañas de North Carolina, el nacimiento de su hija y la dicotomía que supone la nómada vida de músico frente al calor del hogar, Ramsey ha escrito y producido el disco en su totalidad. Canciones que basculan entre parajes y percepciones, emociones y evocaciones, corazonadas y esa clásica dupla que supone el amor/desamor.
"Your Whole Life" funciona como perfecto recibimiento: guitarras acústicas, delicados pianos y una voz con un suave eco que te legitima para pensar que has llegado al sitio correcto. "A Dream Of Home" evoca amplios espacios, con la batería empujando la canción, mientras que en "White Coat" todo el conjunto se tiñe de un amplio espectro sonoro, una excelsa riqueza musical donde banjos, violines y slides fluyen de manera natural. "Breaking A Heart" podría haber compartido ondas en las emisoras americanas de mediados de los setenta junto a referentes como Poco o America, y en "The Bottom Of The Sea" la sección de cuerda acentúa la serenidad del discurso. De la sublime "Darkest Clouds" solo puedo decir que es una de las mejores canciones instrumentales que he escuchado en mucho, mucho tiempo, un pozo sin fondo de emoción y vida. "Firewood" recoge el guante de la anterior maravilla, una cima de la composición e interpretación musical que solo puede conseguir un artista cuando siente que ha llegado su momento.
En "Cheap Summer Dress" aparece asociado con Molly Parden para facturar a dúo una balada tan efectiva como nada empalagosa, un interludio que rompe ligeramente con el tono del disco pero que no desentona para nada. "Evening Country" se llena de steel y coros luminosos para acercar a Ramsey al country más tradicional, pero manteniendo su estilo y sentido. "For The Morning" se desnuda de cualquier artificio, y de manera minimalista nos llega directa al corazón y nos atraviesa, sin darnos la oportunidad de quedarnos indiferentes.
Un disco de la vieja escuela, en que el músico se vacía con la voluntad de crear una obra que perdure. Que nos llegue, con la que identificarnos, que nos evoque sueños y vivencias pasadas y presentes, paisajes tangibles y pinturas mentales. Sonidos que nos suenan, y otros nuevos, que nos recuerdan no solo lo que significa la música para todos nosotros, sino su poder ilimitado para dominar y guiar nuestras vidas.