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Kiko Veneno: "Sombrero roto"

Por: Pepe Nave 

Nunca han dejado de colarse rayos de sol por el sombrero roto de Kiko Veneno, pero ésta es una de esas ocasiones en su carrera en que o el agujero era más grande o le daba el sol más de lleno. Tras el anterior intento de reinvención de hace seis años con Refree como productor, que quedó bien pero quizás un tanto sobrio, esta vez el cuerpo le pedía más marcha. Como dice en una entrevista reciente, aparte de gustarle el clasicismo estable del rock, el flamenco, el jazz, etc., él es un amante del pop, como música del presente de cada momento, lo que le permite ir avanzando con cada generación; dice seguir la actualidad musical y que por ejemplo le ha impresionado últimamente el rapero Kendrik Lamar.

Así, decidido a mojarse de lleno, cuando tenía compuestas un buen número de canciones, llamó al músico uruguayo Martín Buscaglia, con el que sacó un disco a medias en 2014 con el nombre de "El Pimiento Indómito". Con él, seleccionó el repertorio a grabar y realizaron una primera producción de las canciones. En estas estaba, cuando conoció al joven músico jerezano Santi Bronquio, productor de música electrónica, y decidió darle una vuelta a todo lo grabado, tanto metiendo pianos, sintetizadores, beats, etc., como produciendo de nuevo todo el disco.

El primer single y primera canción del album, "La Higuera", ya nos hizo aguzar el oído, con ese ritmo tribal y cadencioso y esa forma de recitar, más que cantar, que recuerda en parte a Pony Bravo, celebrando la explosión vital del verano en todos los sentidos. Para Kiko las influencias son de ida y vuelta. A continuación nos encontramos una melodía de sintetizador dando entrada a su reconocible forma de cantar, realizando un "Autorretrato", utilizando las cualidades, o más bien defectos, que todo el mundo trata de ocultar cuando habla de sí mismo en las redes sociales, pero con ese fino humor y esa forma de quitarle hierro que lo alejan de la autoconmiseración . 

Cuando en "Vidas Paralelas" la voz entra sobre ese colchón de electónica pop, casi recuerda a grupos como Postal Service. Una preciosa canción sobre dos personas solitarias que quizás podrían compartir algo más si se encontrasen. Siguiendo con la vena melódica, en este caso algo más clásica pese al barniz electrónico; un tema que entra a primera escucha, "Chamariz", un pájaro que trae la alegría con su canto en cualquier situación, con ecos a El Último de la Fila de "Enemigos de lo Ajeno". Volviendo al tono musical del primer single, la canción con la letra más incisiva, "Yo Quería Ser Español", una feroz crítica a esas corporaciones nacionales (cita explícitamente a Movistar y Securitas Direct) que se dedican a exprimir a la gente con los peores métodos. Interesante sería ver como algunos de esos ultra patriotas que tienen erróneamente a Kiko Veneno como un simpático y folclórico cantante costumbrista se toman esta andanada.

"Obvio" es una balada de amor marca de la casa, casi a pelo con la guitarra, con un suave acentuado de instrumentos de cuerda (o su imitación eléctrónica) de fondo. Tras la breve paz, un ritmo de baile funky comandado por el piano, da paso a la canción que titula el disco, una declaración de principios sobre el tener siempre la antena puesta. "Ojalá"  es como una emotiva oración que pide fuerzas para no caer en la alienante soledad del mundo moderno, pero con un aire algo triste, casi de asumida derrota. Sin tiempo a dejarte regodearte en la melancolía, "Títiri" trae una invitación a bailar con aire carnavalero y ese estribillo que se pega como una lapa, quizás demasiado para algunos.

Finalmente, "Miss you", una composición que no encaja tan bien en el tono del álbum y que casi parece un bonus track, sensación acentuada por cantar en ese inglés casi de Los Manolos pero sin dejar de ser una melódica canción de Kiko Veneno. Cuando termina el disco, apetece ponérselo otra vez. A una parte de sus seguidores tal vez no le gusten las nuevos ropajes electrónicos de las canciones, aunque si las escuchan con honestidad, fijándose en la esencia, tendrán muchos más problemas para rechazar esas melodías y esos versos tan brillantes, y es que, al tiempo, muchas de estas canciones se codearán con sus grandes clásicos sin una mínima bajada de magia en sus futuros conciertos.