Texto y fotografías: Javier Capapé
No puedo ser objetivo con Fabián. Tampoco lo pretendo. Sus canciones me acompañan en la intimidad desde hace mucho tiempo. De hecho, ya no concibo la canción de autor sin el filtro del leonés. Su concierto del pasado viernes en La Campana Underground de Zaragoza lo esperaba desde hacía mucho tiempo. Desde que hace unos años no pudiera verlo en el mismo lugar en su primera presentación en la capital del cierzo. Esta vez estaba dispuesto a entregarme por completo como tantas otras veces he hecho con su música. Quería sentir cada acorde y emocionarme con cada giro vocal. Quizá tenía puestas muchas expectativas en el concierto y eso puede no ser bueno, pero sin lugar a dudas la presentación de "El rumor de los tiempos" en Zaragoza contuvo todo lo que podía esperar y me regaló instantes para guardar siempre en el recuerdo. Intenté quitar de en medio el mayor número de distracciones (salvo varias fotos para inmortalizar la noche y algún apunte del setlist) y me dispuse a detenerme en las letras, a prestar toda mi atención, como cuando escucho sus canciones en la intimidad que confiere la noche cómplice. Fabián se dejaría la piel para cada uno de los presentes, pero en mi caso sentí que volcaba directamente sus composiciones sobre mí, como si hubiéramos tenido un encuentro mano a mano, donde las canciones se presentaban en primera persona y me permitían convertirme una vez más en su protagonista. Ya he dicho esto mismo cada vez que hablo sobre Fabián, pero ese es el poder que tiene para mí su música, algo que he sentido en contadas ocasiones, y que la pasada noche del viernes 17 de mayo pude volver a hacerlo ayudado también por el clima creado en el sótano de la "Campana" donde unos pocos privilegiados fuimos protagonistas de un buen puñado de canciones que nos regaló el de León como quien sabe que ofrece lo mejor de sí mismo.
Hay que tener en cuenta que Fabián se trajo a la Campana Underground la versión reducida de sus presentaciones en directo. La Banda del Norte se quedó en casa con la excepción del asturiano Alfredo González, que le acompañó al piano y los coros creando un ambiente íntimo acorde al espacio donde nos encontrábamos. El concierto por tanto iba a ser algo reducido y con un toque muy personal. Pocos asistentes en las entrañas de la "Campana", pero creando el mejor clima para este tipo de música que siempre gana en las distancias cortas. Fue el propio Alfredo González el que abrió la velada con su piano para presentarnos algunas canciones de su último disco como "Afluentes", que le da el nombre, y "El punto del empate", aunque también sonaron de su repertorio más rodado la poderosa "Colisión de trailers" y la que presentó como su canción talismán “Hasta las manos”.
Sin la contundencia de su último disco, pero mostrando a la vez el reverso más delicado de algunas de sus canciones, Fabián subió al escenario abriendo con "Los ídolos" y "Artista", dos de los temas más potentes de “El Rumor de los Tiempos”, aunque desprovistos de artificios y de esas poderosas guitarras eléctricas que los definen a ambos. Aquí eran sustituidas por la delicadeza del rasgueo calmado de las seis cuerdas y de sutiles toques de piano, creando nuevas versiones igualmente atractivas e incluso por momentos más intensas, porque muchas veces la intensidad no es potencia sino lograr transmitir de una forma más directa, y en eso teníamos todo a nuestro favor en el concierto del viernes. "Mis calles de arena" fue su primera concesión al pasado, que a partir de ese momento cobraría más protagonismo del esperado. Y es que "El Rumor de los Tiempos" es un disco que puede moverse más cómodamente con banda y quizá por eso sólo llegarían a sonar de éste la mitad de los temas. El resto de discos de Fabián, sobretodo los primeros, es más fácil adaptarlos a versiones desnudas, y de esa manera se puede recurrir en este tipo de conciertos a un repertorio más equilibrado entre toda su producción discográfica sin detenerse tanto en su última criatura. Así sus seguidores degustamos todas sus etapas, pero siempre en una versión minimalista a la hora de encararlas. Poco a poco Fabián fue encontrándose visiblemente más cómodo, hacía algún guiño a los presentes, intercalaba clásicos como "Insurrección" de El Último de la Fila en el medio de "He quedado con los chicos" para buscar la participación del público, o hacía bromas para invitarnos a corear con él algunos versos de "La luz distinta". Pero preferíamos contenernos y escuchar con atención. No queríamos perder detalle y adoptábamos una posición similar a la de los dos músicos que ocupaban el escenario: más contención para buscar una mayor conexión, bañando de los aportes justos de sensibilidad y verdad a cada una de las magníficas composiciones que desfilaban ante nuestra atenta mirada.
"Sálvalo", una de sus canciones más completas y avaladas por la crítica, se convirtió en una nueva y atrayente criatura al ser desprovista de artificios, como también ocurrió con “El Rumor de los Tiempos”, aunque después de ésta escuchamos al Fabián susurrante, al que canta al oído mejor que nadie, y nos regaló unas sentidas "Tú no sabes qué es la lluvia", "Atardeceres" y "No tengas miedo", cerrando este bloque con el corazón en un puño al entonar “Todas las aves del sur”. También habría algunas sorpresas guardadas. Fabián invitó a subir al escenario a Óscar Llorente, músico cántabro afincado en Zaragoza al que produjo su primer disco “Gente corriente” tras la insistencia de este último, que encontraba en la música del leonés el sonido con el que pretendía impregnar su puesta de largo. Y efectivamente la canción que interpretaron juntos demostró que las propuestas de ambos no distan mucho en las formas y que "Aquí" le quedaba como anillo al dedo a Fabián (que también la interpreta en su versión en disco). Jaime Lapeña, músico bien curtido en la escena local, aportó sus dotes al violín en esta canción que encajó a la perfección con el resto de la velada y que arrancó el aplauso entregado de todos los presentes.
Se adivinaba el final, aunque las ganas de los que allí nos reuníamos hubieran dado para una docena de canciones más sin ningún esfuerzo, y así llegaron dos de los temas más certeros de su debut: "Apenas" y "Páginas tuyas", para despedirse definitivamente con una tanda de bises compuesta por las más rítmicas "La huída" (¡¡cuánto me ha dado a mí esta canción y cuánto me remueve siempre que la escucho!!) y "Palabras raras".
Tanto a Fabián como a Alfredo González se les vio disfrutar de pleno. El ambiente relajado ayudó a conectar con el público que mostró una sensibilidad especial hacia las canciones que allí sonaron. Pude ver ojos cerrados para sentir más adentro lo que Fabián nos transmitía con sus vivencias hechas canción, labios que acompañaban las estrofas con un canto tímido pero agradecido, incluso pude ver ojos vidriosos sin tener que buscar mucho más allá de los míos. Fabián encendió una luz dentro de nosotros, una luz distinta, aquella que el que la recibe sabe que no se apagará, una luz que acompaña siempre, que deja poso, que vive contigo. Así es su música y así la recibimos los que tenemos la suerte de haberle visto en directo (ahora ya puedo decir que soy uno de esos afortunados): como un abrazo cálido, como una brisa leve, que puede llegar a parecer un susurro, pero que nos llena de una luz distinta de la que no podremos separarnos.