Por: Jon Bilbao
Las "marionetas de carne", el grupo Meat Puppets, siempre se ha caracterizado por ir a su bola, en el mejor sentido de la palabra; también por cruzar variadas influencias que han dado como resultado un sonido característico y único. Durante la década de los ochenta fueron conocidos entre músicos y aficionados al rock underground por publicar varios álbumes mayúsculos en los que daban cabida al punk, la psicodelia o el country sin llegar a sonar forzados. Más bien al contrario: esas eran sus cartas, así era su herencia musical y de esta forma lo plasmaron. Sonaban idiosincrásicos y (quizás sin ser demasiado conscientes en el momento) estaban desbrozando el camino para las bandas coetáneas y posteriores.
Llegaron los noventa, con la famosa participación de los de Arizona en el "MTV Unplugged" de Nirvana en 1993 (y publicado en 1994) y su consiguiente ascenso a la fama y a los infiernos del exceso y la autoconsciencia. En 1996 se separaron tras más de quince años de carrera, y después de varias idas y venidas, los dos hermanos Kirkwood unían ideas y fuerzas en 2006 para devolverle la vida a su banda de siempre. Los álbumes publicados por los Puppets durante este nuevo siglo sonaban más maduros, quizá también más contenidos, y es que no siempre puede uno ser lo salvaje que fue varias décadas atrás.
Aún así los Meat Puppets actuales tienen mucho que decir y lo expresan de manera interesante y efectiva. Este "Dusty Notes" llega seis años después del anterior y tiene como novedad la reincorporación a las baquetas del batería original, Derrick Bostrom, que llevaba sin grabar con la banda desde el lejano 1995. El trío fundador se rodea para esta ocasión de Elmo Kirkwood (hijo de Curt, que lleva ocho años ya con ellos) a la guitarra y, por primera vez, cuentan con el teclista Ron Stabinsky, que queda como indiscutible protagonista de este álbum. De hecho el uso (que puede parecer desmesurado) de sonidos de teclado desconcierta un poco al principio, pero al final termina por cuajar en el conjunto. Sonidos de órgano, piano, clavicordio o vientos, que confieren un aire distinto aunque válido a baladas de medio tiempo como "Unfrozen Memory" u "On".
Los dos primeros pelotazos de este nuevo trabajo ayudan a despertar el interés en el oyente. Por un lado la apertura de "Warranty", de característico sonido Puppet, y por el otro el hit "Nine Pins", sustentado en gran medida por el banjo y por un teclado que inicialmente puede llevar a pensar en un salón recreativo. La canción homónima es un country (limpio y afinado, no como en los ochenta) que lleva vientos de aires mariachi y que curiosamente no desentonan. La brumosa balada "The Great Awakening" o el suave e ineludible cierre de "Outflow" serían otros ejemplos del genio de los de Arizona. La suavidad y limpieza general del disco se ve interrumpida por el metal progresivo de "Vampyr´s Winged Fantasy", pieza que recuerda como ninguna otra a la etapa años noventa del grupo. "Dusty Notes" sigue la senda iniciada por el grupo en el siglo XXI, pero es de sonido más inesperado que los anteriores. De estos últimos cinco álbumes de Meat Puppets el que nos ocupa no me parece el más satisfactorio, personalmente hablando, pero tengo claro que es un firme paso adelante. Ahora toca disfrutarlos sobre las tablas. Apunta: sábado 22 de junio, en el Azkena Rock Festival vitoriano.