Cafe Berlín, Madrid. Jueves, 28 de febrero del 2019
Texto y fotografías: Oky aguirre
En un horario más próximo a "Baby Discos" y cuando todavía no nos había dado tiempo a dejar a los niños en casa después de sus extraescolares, a las ¡¡20:30!! comenzaba Fernando Rubio la presentación de su nuevo disco, "Cheap Chinese Guitar", adorado por nosotros y alabado-avalado por la crítica, y cuyo aforo no le hizo justicia, en un Café Berlín ciertamente desangelado. Una cosa está clara: peor para ellos. La mirada de Fernando denotaba cierta tristeza, contenida cuando empezó con "Come into my Dreams", disipada enseguida por el maravilloso slide de Talismán (Joaquín es el escudero que te llevarías al fin del mundo), llenando de calidez y calidad musical una sala hasta hace unos minutos fría.
Es imposible no emocionarse con "Inner Demons" y ese deje a lo Steve Miller, o no sentirse viajando con "Meteor Showers" desde Nashville hasta Irlanda, para oír esa armónica que ojalá llegara a Van Morrison para quitarle esa naftalina jazz de ascensor y vuelva al Soul que desprende gente como Fernando Rubio. Fue una gozada verle cambiar su Gibson color crema por una ¿Ibáñez? para arrebatarse con "Carry On Blues", con JJ Cale flotando en el ambiente. Ese toque personal de Americana Music que posee el "Rubio" fluyó toda la noche, con unos Inner Demons compenetrados al máximo, sobre todo en unos coros maravillosos, que bordan en directo y que se me hacen imprescindibles -el bajo de Román no tiene precio, siempre ahí, a lo que quiera el maestro. Y los teclados de Carlos Campoy fueron tan sutiles como el mejor Dr. John.
Lo que a todos nos pasó cuando escuchamos por primera vez "Thank you for being there", esa sensación de canción irrepetible y para ti siempre desde su primera palabra, se multiplicó por mil con su voz en directo, sabiendo que "nos pellizcó el corazón", como él suele decir en sus entrevistas, lo que es ya un sello de identidad desde aquél "Tides" (2009), del que tocó un tremendo "Back On The Move", encadenado endemoniadamente con su último "Bloody Black Soul", -me encanta cuando nombra a los Coasters- explosivo tema en onda a un Eric Burdon y sus War (me recordó al "Back Back Road", con ese swing Roots-Rock).
Al final hubo cambio de baterías, cambiando Paco del Cerro las baquetas por mandolina, donándoselas a un amigo presencial del público, que manejó las escobillas dulcemente en una pequeña sesión acústica maravillosa.
Sin su "guitarra chinorri barata" y con armónica en mano, terminó homenajeando a sus amigos blueseros de Moratalaz con "Need to make a dollar", un blues negro celestial de Keith Dunn (tuve que preguntar a Fernando por semejante temazo).
Es entonces cuando pasó: vimos al duende. Esas cosas que ocurren en muy pocas ocasiones, que no esperas pero buscas cuando vas a un concierto, que suele venir dada por el carisma de un intérprete que emana "Positive Vibrations" a raudales. Como un Bob Marley o Dylan cualquiera. El último día de febrero todo eso pasó en Madrid. Menos mal que no nos lo perdimos los pocos afortunados, que salimos con nuestros corazones tan contentos, justo para la hora de cenar, con esa sonrisa que siempre dan las Positive Vibrations, esta vez a la Americana.