Teatro Barceló, Madrid. Sábado, 9 de febrero del 2019
Por: Oky Aguirre
Por: Oky Aguirre
"¿Qué es un concierto? Una conspiración de cientos de personas para pasar un buen rato. Nos gusta esa conspiración", le comentaba Wilko Johnson a nuestra compañera Amaia Santana hace unos días, en la que también nos anticipaba lo que iba a ser su próximo concierto: "Nada de experimentos, nada complicado". Esta frase resume toda una carrera de alguien que en realidad no debería estar aquí, si nos fiamos de las nefastas estadísticas que se puedan tener en cuanto a esperanza de vida al padecer un cáncer de páncreas –el mismo que se llevó a Aretha-.
Antes de ver viva a una leyenda como Wilko y sin un momento para acomodarnos, recibimos un pedazo de concierto del texano Jesse Dayton, tan enorme como su tamaño, quien fuera guitarrista de Johnny Cash, Waylon Jennings, o Willie Nelson, y que presentaba su décimo disco "The Outsider", publicado el año pasado, y su reciente "On Fire in Nashville". Madre de mi vida…. Si le dan quince minutos más revienta el Teatro Barceló. Qué auténtica gozada de Americana music, country, blues, rockabilly, boogie boogie e incluso punk, con una presencia y actitud guitarrera fuera del clásico rollo texano con sombrero cowboy, y que en su formato power trio, batería enfurecida y contrabajo de pie, nos tuvo toda la noche a punto de explotar, recordando mucho a The Blasters y ese sonido fronterizo, como cuando se marcaron un "Whole Lotta Rosie" de AC/DC mezclado con "La Grange" de sus maestros ZZ Top. Presentó sus canciones con amenas historias con aroma a Speedy Gonzalez y alternando preciosidades como "Pancho & Lefty" con la potencia de un sonido ya característico en temas como "Daddy Was a Badass". De verdad, apabullante.
Tras los escasos minutos que se tardó en acondicionar el escenario y una escueta presentación, de repente aparecen por allí un tío calvo vestido de negro con una Telescaster preciosa y un cable extensible rojo que le mantuvo unido a su amplificador en una noche en la que no paró –increíble cuando hace unos años estaba conectado a otras máquinas-. Acompañado del batería Dylan Howe y su inseparable bajista Norman Watt-Roy, compañero desde su época con Ian Dury & The Blockheads y al que mi amigo Martín y yo le sacamos un parecido mezcla de Héctor Salamanca y Miles Davis en los noventa, y que se mostró como un auténtico maestro a la hora de llevar el peso del concierto. La noche fue una celebración del power trio –antes con Dayton- y la ausencia de florituras. No dieron un momento de respiro con canciones con un solo sentido: conspirar y pasar un buen rato.
Su último disco, "Blow Your Mind", después de treinta años, está lleno de ellas y las interpretó todas, unas mejor que otras, destacando "I Love The Way You Do", "Beauty", "Blow yor Mind", "Take it Easy", "Marijuana” y “That’s The Way I Love You”, conservando ese beat de cafre cavernícola del rock´n´roll que aún sigue paseándose por los escenarios desatado y “ametrallando” al personal con su guitarra mientras toca de esa forma tan indescriptible, entre rumbero-blusero. Si a eso le unes su repertorio de Dr. Feelgood, con "Goin´Back Home", "Back in The Night", "She Does it Right" y su legendario "Roxette", dejando para el final un largo bis con "Bye Bye Johnny", punteando a Chuck Berry con la guitarra en sus espaldas, se puede decir que la hora y media que pasamos la pasada noche fue un regalo que nos dio la vida. Quién mejor que Wilko Johnson para recordárnoslo. Tú sí que eres un “guitar hero”.