Por: Jesús Elorriaga
Decía el escritor inglés Nick Hornby que "las canciones desnudas, sin una puntada de Stratocaster en ellas, dan miedo: tienes que entenderlas por ti mismo". Por eso resulta tan sugerente la propuesta de Steve Gunn en su último disco "The Unseen in Between" (Matador, 2019), donde hace desfilar a un puñado de canciones a las que viste con fina seda transparente, con precisos y cuidados complementos que las dotan de una particular elegancia sin llegar a quedarse desnudas del todo.
Hay razones poderosas para justificar una carrera tan progresiva en poco más de una década, dejando aparte sus colaboraciones con Kurt Vile o Mike Cooper, entre otros. Steve Gunn se mantiene, con su estilo calmado y natural, como una de las figuras más determinantes del panorama musical norteamericano actual. En "The Unseen in Between", el cuarto en su discografía, nos lleva de viaje introspectivo hacia paisajes emocionales que buscan, en historias aparentemente cotidianas pero cargadas de absoluta lucidez, la calma en mitad de la tormenta. Ayudado esta vez en el bajo por el director musical de Bob Dylan, Tony Garnier, y con su colaborador habitual en la producción, James Elkington, el músico de Philadelphia deja un mensaje y una actitud clara desde la portada del disco, en la que tanto él como su guitarra adquieren el papel protagonista absoluto en casi todos los temas (al menos en la primera mitad).
Dos de los tres primeros adelantos, "New Moon" y "Vagabond" ya nos situaban sobre el terreno en el que se iban a edificar los temas de este disco. Espacios íntimos y delicados donde las composiciones de Gunn le hacen destacar como un Michael Chapman rejuvenecido o un Kevin Morby influenciado por el folk-rock británico (plasmado simbólicamente en el video del segundo single, "Stonehurst Cowboy", que está grabado en las calles de Londres). En "New Moon", que además es la que abre el disco, el ritmo lo va marcando una guitarra acústica a la que se van integrando otros elementos, como ese trémolo a lo "How Soon Is Now?" de los Smtihs, constante y obsesivo hasta que entra el vuelo rasante de unas cuerdas sobre la melodía que nos llevan hasta "Vagabond", uno de los temas más animosos del disco y en los que está escudado en los coros por Meg Baird.
"Chance" nos acerca al neo folk galvanizado con bastante distinción y ejerce de preludio para uno de temas más desnudos y sentidos del disco, "Stonehurst Cowboy", donde la única presencia de la voz y la guitara acústica de Gunn se bastan para narrar una hermosa reflexión sobre la pérdida de su padre (fallecido poco después de publicar el anterior disco) y las calles donde se crió de pequeño, con esos lugares abandonados donde los recuerdos, a pesar de la ausencia, permanecen, "Trees Are strong, faces are gone". My background is the same”."Luciano", en cambio, se adentra poco a poco en ambientes psicodélicos de bajo alcance en una atmósfera minimalista y fantasmal, en sintonía con "New Familiar" donde el arpegio se repite como un bucle de energía contenida apoyado en un muro de sonido eléctrico en el que la voz se integra como un elemento más del decorado.
El disco continúa la estela de los dos temas anteriores con la calidez de "Lightning Field" antes de recuperar el toque intimista en "Morning is Mended", cerrando con "Paranoid" el círculo de esta road movie atmosférica con una instrumentación más elaborada, donde pianos y cuerdas salen otra vez a escena. En "The Unseen in Between" Steve Gunn nos ofrece un bálsamo musical de diferentes texturas agradables que continúa con el sonido ecléctico de sus anteriores trabajos en esta exposición de retratos particulares de personajes, vivencias y lugares recorridos estos últimos años y que nos permite sentirlos como propios.