Sala Hangar, Córdoba. Domingo, 3 de febrero del 2019
Texto: J.J. Caballero
Fotografías: Raisa McCartney
Se nota cuando una banda ha crecido. Los escuchas tocar en directo y no puedes evitar las comparaciones con la última vez que asististe a uno de sus conciertos. Normalmente aparecen la sonrisa de satisfacción y el gusto por seguir comprobando cómo unos músicos jovencísimos se superan a sí mismos y, lo más importante, creen a pies juntillas en lo que hacen y en la manera de transmitirlo. Los madrileños Morgan conectan con cualquier tipo de oyente predispuesto a recibir canciones emocionantes con una facilidad pasmosa, labrada concierto a concierto y tan apasionante como reveladora. Son la última gran realidad del rock español.
Hay rock, proveniente de raíces americanas, en la intro de guitarra y el crescendo posterior de "Planet Earth", con la voz entre rasposa y radiante de una Nina cada vez menos tímida, que viste de humildad sincera sus balbuceantes discursos y se desgañita en la letanía soul de "Praying" o las negroides "Blue eyes" y "Attempting", rayadas de base funk que a poco que cerremos los ojos nos trasladan a cualquier estudio en el corazón de Memphis a mediados de los sesenta, donde el rockabilly se cruzaba con el country y la interacción de músicos y músicas apegadas a su entorno hacía que todo fluyera sin chirriar lo más mínimo. En los dos discos que han editado hasta la fecha hay escalofríos como "Cold" o "Home", seguros puntales en vivo para el lucimiento vocal –otra vez- de la responsable de la mayoría de las letras y la fantástica guitarra de Paco López, un músico que algún día hará algo realmente grande, si es que no lo está haciendo ya.
Abarrotar una sala como Hangar, abanderada de la música en directo más palpitante y actual, un domingo por la tarde en una ciudad incomprensible en muchos aspectos como Córdoba, no solo fue algo inédito hasta la fecha sino francamente motivador. Y eso lo consiguen bandas que se basan en el boca a oreja, que trabajan enconadamente por defender un repertorio que haría palidecer a otras en teoría más experimentadas. En definitiva, gente que no necesita grandes altavoces ni dispendio escénico para cautivarnos. Porque el público requiere cierta interactuación para ser completamente feliz, y la tiene en "Oh oh", uno de los grandes momentos de un último álbum (un logrado estudio del amor y todas sus carreteras secundarias titulado "Air") que ya tiene un par de años y que encuentra en la magnífica "Another road (gettin’ ready)" el pulso funk que necesita para ser aún más completo. El medio tiempo de "The child", el hermoso reposo instrumental de "Flying peacefully" y sobre todo los dos verdaderos momentos para enmarcar, con una Nina desbocada casi a capella en la rotunda "Marry you" y deshecha en agradecimientos en "Thank you", que hacen que creamos una y otra vez en los poderes de un grupo de amigos esparcidos en mil y un proyectos individuales que se reúnen para componer, tocar y ser más fuertes. Se echan de menos más incursiones en el castellano, porque "Sargento de hierro" es una verdadera preciosidad, y se aprecian destellos de clase en la recientemente grabada versión de “The chain" de los clásicos Fleetwood Mac, y en general todo vibra al ritmo que debe, creando un ambiente de intimidad entre la multitud, un respeto absoluto por los músicos por desgracia poco frecuente por estos y otros lares. Una actuación impecable.
Morgan son ya sobre el escenario una garantía. Parecen tocar con los ojos cerrados y han conseguido un sonido prácticamente único, sobre todo por tener en sus filas a una voz singularísima y cada vez más identificable. Pero lo más importante es que han logrado forjarse una personalidad abrumadora, que se agiganta cuando los escuchas en directo, lejos de la cierta frialdad de algunos tramos de su discografía. Y eso, amigos y amigas, no es algo al alcance de demasiada gente.