Por: Amaia Santana
"Me parece terrible que la gente me tenga por alguien creativo, el mero pensamiento es aterrador”, confiesa un desgarbado Micah P. Hinson, al término de su concierto en el Kafe Antzokia de Bilbao. Con pintas de un Holden Caulfield discretamente atormentado pero entrañable, esta confidencia tal vez pueda justificar las constantes divagaciones con las que hilará sus canciones, así como su desatino a la voz y a las cuerdas, sin ningún tipo de pudor ni complejos. El esperado concierto del músico de Memphis fue un fiasco técnicamente: cantó mal y tocó peor. Pero, por alguna extraña razón, se lo perdonamos todo. Al fin y al cabo, sus canciones, su mensaje, su aura, justifican lo irregular de sus medios en directo: precisión minimalista demoledora, o despropósito de un trovador errante, al más puro estilo American hobo. "I’m a fuckin’ visitor" (soy un puto visitante), añadirá con simpático desdén, en una de sus numerosas peroratas biográfico-hilarantes.
Su concierto en el Antzokia, previsto en un inicio en la intimidad de la caja negra superior, se celebra en el escenario principal por petición popular, algo que agradece el bueno de Micah. "Gracias a esto mantengo a mi familia".
Aparece en escena ataviado de su guitarra-homenaje a Woody Guthrie (y también a la vanidad), botellín de cerveza simbólico y un katxi de zumo de naranja, que bebe con solemnidad de ritual. "Esta es la mejor mierda del mundo", aconseja.
Inicia su periplo estrambótico-espiritual con la preciosa "Beneath The Rose"; primeros gallos y guitarra desafinada. Poco importa, en realidad. "Canta raro", observa una espectadora anónima (y crítica).
Las alusiones a su mujer y a sus hijos son continuas y enternecedoras, aunque intente disfrazarlas de socarronería rockera: "Tengo dos hijos y otro en camino, ahora se trata de sobrevivir (…) No me entendáis mal: los quiero, pero no los pedí", bromea. En realidad, sí que los pidió. Parece que Santiago Apóstol escuchó sus plegarias y se produjo el milagro. Desde entonces, la catedral de la ciudad compostelana se ha convertido en su refugio sacrosanto, cuyos pacientes 24 músicos del Pórtico de la Gloria se ven homenajeados en su último álbum, "Micah P Hinson and the Musicians of the Apocalypse"; grabado en la Texas donde "aún se está criando", en apenas 24 horas y con otros tantos músicos. Micah presenta esta noche canciones como "I Am Looking For The Truth, Not A Knife In The Back" o "Fuck Your Wisdom", desprovistas de toda ornamentación instrumental. La primera suena más reflexiva en directo respecto a la inquietante versión de estudio; mientras que la segunda se ve interrumpida motu propio para calzarse su gorra verde. "Choose vanity over wisdom".
Incrusta la armoniosa "2s & 3s" en medio de "Oh, Spaceman", en un engranaje de lógica extraña y fluida.
Micah mira varias veces el reloj. “"He tocado un montón de canciones desde que miré la hora la última vez, ¡y sólo han pasado diez minutos!". ¿Se le está haciendo largo el concierto, es un número ensayado, o realmente le inquieta que perdamos el último tren en este miércoles de ceniza, lluvioso y desapacible? Asegura que se debe a esto último. Maldice entre dientes "la industria del taxi" y dice estar verdaderamente preocupado porque lleguemos sanos y salvos a casa. "No soy un vago", aclara.
Mención especial al público: entre el respeto y la curiosidad, guarda silencio sepulcral durante todo el recital –salvo, eso sí, alguna inoportuna llamada al móvil en el momento de mayor tensión dramática o el clásico borracho que cree estar en San Mamés-. Es un público que, por cierto, huele muy bien. Maravilloso.
Fidedigna versión de "In The Pines/Where Did You Sleep Last Night" de Leadbelly, si bien el músico alaba la versión de Kurt Cobain. Cuenta que no estaba planeado que tocaran esa canción en el famoso "Unplugged" de la MTV, pero el líder de Nirvana simplemente empezó a tocar y el resto de músicos le siguieron. Desbarra de este halago a su última adquisición en una tienda de gangas: buenos vinilos -“"¡por un cuarto de dólar!"- de “Nigros’ Sinful Music”: "Antes, todo lo que no era góspel se consideraba música pecaminosa”, explica.
"The Sleep of the Damned" sigue el mismo esquema de temas anteriores como "It’s Been So Long" (con una eclosión cuasi grunge): Rasga con ímpetu la guitarra al inicio, se produce un pico de tensión con su consiguiente sobrecarga, que vuelve a sumirle en su peculiar ensimismamiento.
Se despide con una especie de nana retorcida. Tarda unos minutos en volver a aparecer, fumando un pitillo con su característica boquilla. "Sé que no debería fumar, pero soy un artista", se excusa con desparpajo texano.
Los bises, que se prolongarán durante media hora larga, incluyen el poderoso hillbilly "Diggin’ Grave"; o "She Don’t Own Me", que recibe un caluroso aplauso que le hace sonreír, cabizbajo, como un adolescente tímido. Cálida desnudez en "Not Forever Now"; fragilidad arrolladora en "Drift Off To Sleep". Parece que ahora se lo está tomando (más) en serio y ha dejado la munición pesada para el final, como la canción "oscura" "(Sweetness) Take Off That Dress For Me", que según su autor versa sobre una violación, aunque en una radio británica le dijeron que era una canción muy romántica. "Forma parte del cancionero americano", ironiza.
Leve concesión de guitarreo rockero con la abrumadora -y muy apocalíptica, de hecho-, "Small Spaces", de su último LP.
Micah se queda en ocasiones semicatatónico, pensando en Dios sabe qué. Risitas entre el público. ¿Es así de verdad o es una pose? ¿Una autoparodia, quizá? Terminado el concierto, mientras vende sus vinilos y CDs con la misma parsimonia y despreocupación con la que ha interpretado el repertorio del Apocalipsis y otros grandes éxitos, admite que los chistes son necesarios; "si no, sería demasiado depresivo", justifica. Una amable pantomima para no hundirnos en la intensidad de sus letras desgarradoras, como la agridulce "Dyin’ Alone", con la que despide el concierto: "I'm not afraid of the suffering or the pain / I'm just afraid of dyin' without findin' you" (No tengo miedo al sufrimiento o al dolor / Sólo tengo miedo a morir sin encontrarte).
Jesus. Christ.