Por: Pepe Nave
Deerhunter es de esos grupos con un sonido muy reconocible, empezando por la peculiar voz de su cantante y líder absoluto, Bradford Cox, pero que en cada nuevo disco se las arregla para encontrar matices y conceptos que lo diferencien de su anterior producción. En su octavo trabajo, "Why Hasn’t Everything Already Disappeared?"(4AD, 2019), de título muy explicativo, el pesimismo y la crítica de la actual situación de la sociedad capitalista marcan las letras y el estado de ánimo de las canciones. Esta vez, Bradford Cox se ha apoyado más en el piano para componer, lo cual se nota en la menor presencia de las guitarras, que aquí tienen un papel menor comparado con su protagonismo en la mayor parte de su obra .
Para dar pistas sobre el significado de las letras, en la web del sello 4AD, se listan todas las canciones, con un par de líneas dando la clave de cada una de ellas. No obstante, los textos son lo suficientemente abiertos para albergar otras lecturas.
El disco se abre con "Death in Midsummer", con un clavecín tocado por Cate Le Bon, co-productora del disco, y un piano acompañándolo, antes de que entre la voz en pocos segundos, en lo que de entrada parece una "torch song" de pop psicodélico de finales de los sesenta. En cuanto irrumpe la sección rítmica, un tanto pesada, la canción entra en un ambiente más oscuro subrayado por frases como “tus amigos han muerto y sus vidas se desvanecieron, algunos trabajaban en las colinas, otros en fábricas, trabajaron toda su vida y en un tiempo tú verás tu propia vida esfumarse”."No one’s sleeping", dedicada a la diputada británica Jo Cox asesinada en 2016 por un desequilibrado de ideas neonazis, dibuja un escenario dominado por la coerción y la violencia. En contraste con la letra, el pop preciosista con tintes oníricos marca de la casa, que tan bien encaja en el sello 4AD (sello de entre otros Cocteau Twins, Pale Angels, Piano Magic, etc.).
Tras un instrumental electrónico y psicodélico, llega otra de esas canciones cuyo sonido remite a una sensación de alegría falsa y un toque perverso, como si en una feria de atracciones repleta de sonrientes niños, sorprendiéramos al mando al payaso de "It". Se trata de "Element", que habla del deterioro de la naturaleza y que cuenta en los machacones coros, algo "T-Rexianos", con James Cox, padre de Bradford."What happens to people?" es la canción que más remite al pop etéreo de discos como "Microcastle" (2008) y es candidata a ser la favorita de los fans incondicionales de la banda, redondeándola la sentida letra sobre la pérdida de las ilusiones de la gente en el transcurso de la vida.
Después de la extraña pieza con sonido electrónico y la voz filtrada de Bradford, titulada "Détournement", no sabemos si en honor del concepto situacionista de la distorsión de significados, se inicia con ímpetu desde el segundo cero la canción más melódica del disco, "Futurism", una joya de pop en contra de la nostalgia. "Tarnung" ralentiza y enrarece el sonido de nuevo, que vuelve al pop casi bailable en "Plains", dedicada a James Dean. "Nocturne", la última del disco, empieza algo comatosa hasta que pasados los dos minutos entra en una bonita y larga coda instrumental comandada por un piano tocado en modo rítmico, al que se van sumando sintetizadores y otros sonidos y que después del duro trayecto, nos mece en un remanso de paz, quién sabe si no es ya el tránsito después de la muerte.
En resumen, otro gran disco de Deerhunter, que quizás le cueste algo más a los fans amantes de las guitarras y de las canciones más próximas al indie-rock de discos como "Monomania2 (2013), pero que tras repetidas escuchas va desplegando sus bonitas melodías en contraste con las oscuras letras, sus múltiples detalles de sonido y esa sensación de que Bradford Cox no quiere repetirse.