Por: J.J. Caballero
Conjugar el ardor despreocupado del grunge de los noventa con la trascendencia ácida de gran parte de las bandas británicas de esa misma década, con Radiohead como ejemplo más destacado, es algo fácil de escribir pero harto complicado de plasmar musicalmente. Si hay una banda que lo ha conseguido con un primer disco más que interesante son los madrileños PAN, un dúo creativo -transformado en banda- compuesto por la voz y las guitarras de Teresa Martínez y la batería experimentada de José ‘Tweety’ Capmany. Que él provenga de proyectos etiquetados como hardcore es lo de menos cuando las prestaciones son tan amplias, y que la producción esté dirigida por el gran Manuel Cabezalí, aunque reseñable, tampoco debería ser la clave para entender un sonido personalísimo y altamente cualificado para conectar con el oyente medio aficionado al rock sin etiquetas. A la base creativa se suman Manu Carrasco y Alain Martínez (Dinero), ahora sustituido por Carlos Bueno, para dotar de pedales adicionales a unas canciones en su mayoría mucho más intrincadas de lo que una primera escucha pueda dejar apreciar.
A la atmósfera stoner que envuelve el global de estas "Instrucciones para el vuelo" se suman tintes de rock alternativo de alta intensidad en títulos elocuentes como "Estamos en guerra y nadie lo sabe", que si los unimos a la íntima psicodelia destilada en "Mundo perfecto" resultan en una amplitud de matices y polivalencias que hablan sin por sí solos de la valía de estos músicos. Quien espere encontrar dureza en las guitarras andará bien servido con la distorsión hard-rock de "Eclipse sónico" y la más clásica pero igualmente trepidante "Falso emperador". Son canciones trabajadas desde las letras, que evidencian poso literario en la modernidad de "Pareja caucásica sonriendo". ¿Divertido título o pretensiones poéticas? Puede que un poco de ambas cosas, pero para despejar dudas y posicionarse la mejor opción es arroparse entre sus poderosos arreglos. También afilan las acústicas en "Nik ere bai" y se ponen delicados en una balada amable como "Camino a Sirio", otro juego de palabras delicioso. Y si hablamos de momentos en los que se atempera el fuerte carácter de la mayoría de temas, escogeríamos ese "Norte y sal" atravesado por el piano y nos derjaríamos arrastrar al centro de su geografía musical. Lo apuntaba más arriba, PAN es una banda contagiosa y engañosamente ecléctica que no pierde personalidad en los puntuales momentos de experimentación.
Sí, se puede sonar como unos Smashing Pumpkins abducidos por el power pop y ser un fanático del stoner rock al mismo tiempo, y que se te noten ambas cosas es más un mérito que una desventaja a la hora de llegar a grandes audiencias. Es difícil que lo consigan y todos sabemos por qué, mas no será por falta de argumentos tajantes. Aquí dan las primeras instrucciones para no perdernos los próximos.