Por: Javier Capapé
Hay que agradecer al resurgimiento del vinilo como uno de los principales responsables de la concreción de los discos publicados en los últimos años. Para no perder calidad en este formato, que se está convirtiendo en el más deseado por los melómanos que siguen comprando discos físicos, los álbumes más recientes no exceden en mucho los cuarenta minutos y esa duración se convierte en la medida más adecuada para degustar un disco plenamente. Tenemos que reconocer por tanto que este formato ha hecho que la mayoría de los lanzamientos actuales no excedan de este minutaje y que las canciones presentadas pocas veces estén por encima de los diez cortes. De esta forma al oyente no se le escapa nada y puede sumergirse en la obra presentada con toda la atención que ésta requiere y sin llegar a bajar la guardia. Así es como se nos presenta en solitario Carlos Tarque, con diez canciones en menos de cuarenta minutos que consiguen mantener la atención plena y no permiten el más mínimo descanso para el que escucha.
Tarque. Así de claro. Simple y contundente. Este nombre es perfectamente familiar y reconocible para la mayoría de los seguidores del rock en castellano porque es una de las voces con más personalidad y carisma de nuestro panorama, quizá sólo superada por el mismísimo Miguel Ríos. Así pues, la presencia de este nombre “"a las claras" en la portada del primer LP en solitario del líder de los murcianos M Clan deja muy claro lo que nos va a ofrecer. Nada de medias tintas. Canciones directas y con gancho, que rezuman solo rock por los cuatro costados. Rock del que huele a garaje, del que precisa poco más que una guitarra, bajo y batería, además de un nivel de decibelios por encima de la media, para arrasar y convencer desde la primera escucha. Rock heredero de los mejores Stones, Faces, Led Zepellin, AC/DC o The Who, sin más aditivos.
Para llegar a este puerto Carlos Tarque se ha rodeado de los compañeros de profesión que mejor saben llevarle por este terreno, como es el productor y guitarrista Carlos Raya, habitual en las filas de M Clan desde la salida de Santiago Campillo tras la publicación de "Sin enchufe" y responsable del inicio de la carrera de Quique González o la consolidación de Fito y Fitipaldis. Junto a Raya otros inseparables de la última etapa de los M Clan, Iván González "Chapo" al bajo y Coki Giménez a la batería, que otorgan pulso y entereza a una base muy bien sostenida. De esta manera, con un cuarteto puro de rock, Tarque se aleja de los últimos experimentos más folkies y de sonido americana de su banda madre y deja de lado todas las florituras. Estas diez canciones suenan más cerca de sus primeros discos "Un buen momento" o "Coliseum" que de los últimos publicados junto a su inseparable Ricardo Ruipérez como "Memoria de un espantapájaros" o "Delta".
No busquen encontrar nada desconocido en este disco. No es su intención. Desde el inicio con "Bailo", y ese rock sureño contundente dirigido por la batuta de Carlos Raya, hasta "Cactus en el corazón" no hay tiempo para experimentos más allá de un buen riff o un solo con slide hiriente. Así son estas diez canciones. Huelen a carretera, sus letras son directas en contenido y arman su melodía con base sólida y precisión. No dan pie a muchas interpretaciones. Lo que se escucha es lo que hay. Totalmente directo. Los estribillos pegadizos a la par que rudos destacan en "Ahora y en la hora", "Heartbreaker" o "Electrosock". "Donde nace el R&R" nos remite a Miguel Ríos y entronca con ese tema casi olvidado pero magnífico que nos regalaron M Clan hace unos años titulado "Rock and Roll del siglo XXI". Los medios tiempos apenas se dejan notar salvo por el homenaje a las "damas del dolo"”, como las llama Tarque, en "Janis, Amy, Billie" o la pieza ya nombrada que cierra el disco con tintes más existenciales que es "Cactus en el corazón". El tema de la muerte asoma aquí, pero también en "Juicio Final" sostenida a base de palmas y desgarros puntuales con la guitarra de Carlos Raya, o en las mencionadas "Ahora y en la hora" o "Janis, Amy, Billie", aunque no por eso es un disco excesivamente reflexivo, predominando por encima de todo el famoso leit motiv de "sexo, drogas y rock and roll".
La única canción a la que podemos calificar como balada es "Lobo solitario", en una línea muy influenciada por el “"Exile on Main Street" de los Stones. Y pondría el punto y aparte hablando de la que puede ser la canción más redonda de todo el conjunto, "El diablo me acompañará", con una letra semi confesional que compensa perfectamente la fuerza que concentraban sus álbumes de los noventa con las melodías trazadas en sus discos más recientes. El tempo crece en este tema hasta llegar a un estribillo más armónico entre estrofas cortantes y el final se ralentiza tras el solo con empleo de wah wah y la sugerencia del fade out, recurso casi desaparecido a día de hoy pero que aquí revitaliza un final que quedaría por explorar.
Así es este natural receso en el camino de M Clan que nos deja a un Tarque crecido, áspero y despojado de arreglos innecesarios. Esto es un verdadero disco de rock, como pocas veces encontramos en nuestro país. Una parada para tomar aire y cargar las maletas con el poso de los clásicos y los aromas de los setenta. Algo que Tarque ha demostrado saber hacer muchas veces y que aquí da rienda suelta sin ningún complejo ni atadura.