Sala Oasis, Zaragoza. Sábado, 10 de noviembre del 2018
Texto y fotografías: Javier Capapé
Tarque y la Asociación del Riff: la mejor manera de presentar a esta banda que va a hacer las delicias de los amantes del rock con músculo, sin trampa ni cartón. Esto es lo que escuchamos los que abarrotamos la Sala Oasis zaragozana el pasado sábado 10 de noviembre. Solo Rock and Roll. Tarque no se anduvo con medias tintas y apenas hizo cuatro paradas en el cancionero de su banda madre. Lo que venía a ofrecer era su disco en solitario, un cañonazo del mejor rock crudo y sin concesiones, que sonó completo y totalmente fiel al original. Porque lo que se destila en ese disco es lo que presentaron los cuatro músicos que también formaron parte de su grabación: Coki Giménez a la batería, “Chapo” González al bajo, el inmenso Carlos Raya a las guitarras y la inconfundible voz y el carisma de Carlos Tarque. Aquí no hicieron falta recursos efectistas. Todo lo que sonó era para encumbrar al rock clásico de los setenta que Tarque domina como nadie en el territorio nacional. El mejor y más grande frontman del país (con permiso de Loquillo, quizás).
El concierto se llenó de tics del género que alumbró Chuck Berry: desde la formación clásica de cuarteto, con bajos pesados y sin desdoblar guitarras, hasta los dejes vocales de nuestro protagonista, pasando por las bromas en alusión a los "malos hábitos" (con copa compartida con el público incluida) y el baño de masas con su público recorriendo el centro de la sala entre los presentes. Pero lo que verdaderamente importa no es la pose sino la música que escuchamos esa noche. Y ahí no hay ninguna pega que poner al intenso show. Dieciséis canciones compusieron el setlist, entre las que se incluyeron todas las que forman parte de su último trabajo, publicado simplemente bajo el nombre de "Tarque". Con varias de ellas arrancó la velada: "Ahora y en la hora", "Heartbreaker" y "Bailo", de las más contundentes del disco, y desde el primer arpegio todo el mundo se rindió a los pies del músico murciano, que sabía que tenía el éxito asegurado por la entrega de sus fieles zaragozanos. "Juicio final" convenció mucho más que en la versión contenida del disco y tras "El diablo me acompañará" dejó a un lado su debut en solitario para interpretar la que definió como su canción talismán, a la que siempre vuelve en sus conciertos. Se refería a "Perdido en la ciudad", uno de los temas más destacados de aquel lejano "Un buen momento" de M Clan, con la que quiso acordarse de Santi Campillo, que fue con quien compuso esta canción que le acompaña desde hace más de 25 años en todas sus presentaciones en vivo (él mismo apuntó que era su primera composición, datada del año 1992).
También hubo espacio para las versiones de algunos de sus ídolos. Esta vez no fueron los Faces ni los Who los que sonaron, como muchas veces ocurre en sus conciertos junto a Ricardo Ruipérez, sino Free. Carlos Tarque siempre ha mostrado admiración por Paul Rodgers, como volvió a recalcar en la Oasis, y así se marcó un "Fire and Water" donde por encima de su interpretación vocal lució más el buen hacer de Carlos Raya con un intenso solo a las seis cuerdas de su desgastada stratocaster y un final apabullante con la batería de Coki Giménez. Las revoluciones bajaron con "Lobo solitario", ya que hasta el momento apenas habíamos tenido un solo segundo de calma, y en una línea más cercana al pop que practica por momentos con M Clan sonó también su particular tributo a las damas del dolor "Janis, Amy, Billie".
Uno de los momentos álgidos del show se produjo con "Se hizo de noche cuando te conocí", una de las canciones más inspiradas del que puede considerarse el disco más redondo que haya grabado Tarque: "Para no ver el final". El solo de Carlos Raya nos dejó a todos boquiabiertos, sabiendo que teníamos delante a uno de los mejores guitarristas de nuestro país de todos los tiempos. Siempre en la línea del rock callejero y luciendo impasible su potencia a manos de su Gibson Les Paul. Tras este momento memorable llegó una versión-homenaje a Leño, de los que interpretaron, como si de un himno se tratase, "¡Qué desilusión!" con la participación de todos los presentes con puños en alto y coros entregados. "Cactus en el corazón" presagiaba el final, aunque todavía quedaba el paseo entre el público con la siempre efectiva "Calle sin Luz", rematando con la descarga de alto voltaje que es "Electroshock".
La vuelta tras un pequeño parón se produjo mano a mano entre los dos Carlos: Tarque con una sentida interpretación y Raya a la guitarra cortante a la par que conmovedora se lucieron con "Miedo”", hasta que en la parte final de la canción se acompañaron de bajo y batería para dejar que nos moviéramos entre la épica y la emoción de un tema tan bien medido y estructurado como éste. Ya solo quedaba otro de los que podemos considerar nuevos himnos de Tarque como es "Donde nace el Rock and Roll". Una canción que parece que hayamos tenido siempre con nosotros y que se convirtió en una explosión de euforia para despedir un concierto en el que todos pudimos constatar que el rock and roll sigue vivo, por encima de modas y nuevas tendencias. Siempre abriéndose paso y haciéndonos recordar que ésta es la actitud correcta, la que imprime la recientemente bautizada Asociación del Riff.