Por: Albert Barrios
El poder redentor de la música es muchas veces nuestra salvación. Siempre presente en tus mejores épocas, te agarra y no te suelta ni en los peores momentos. Te sostiene, te ayuda en tu larga travesía por el desierto. Cat Power es única: tiene un don especial que nos conecta con ella, entra en nuestra vida y nos explica sus problemas, sus temores, sus esperanzas. Siempre hemos empatizado con ella, porque a pesar de su inmenso talento, es como nosotros; muy frágil, sentimental e insegura, tierna y excitable, dolorida por un destino vital que a veces no comprende o no quiere aceptar. Después de años con depresión y problemas con el alcohol, el nacimiento de su hijo hace tres años lo cambió todo. Durante mucho tiempo la música fue su única motivación, su razón de ser, pero ahora la búsqueda había acabado.
En el mundo actual, dominado por la inmediatez y la viralidad, Chan Marshall es una rara avis: después de tocar techo a nivel comercial en 2006 con "The Greatest" (uno de sus mejores trabajos , su entrega más soul, cocinado en los Ardent Studios de Memphis) , tardó seis años en publicar otro disco de canciones propias , el irregular "Sun". Matador, su sello durante más de 20 años rechazó los primeros esbozos de "Wanderer", buscaban volver a la senda del éxito, hacer de Chan una suerte de Adele del mundo indie. Pero si hay algo sagrado para la de Atlanta es la música, y buscó refugio en el sello Domino, que le dio absoluta libertad.
Y vaya disco fascinante que le ha salido; un punto de inflexión, un ejercicio de mirada interior teñido de feminismo y de celebración de la propia identidad individual. Un reset, un mensaje tan potente que necesitaba de un acompañamiento austero para desbordar pensamientos íntimos que se acentúan con una voz única que ha ido ganando matices con los años.
Inicia el disco con esa especie de plegaria aconfesional que es "Wanderer". "In Your Face" y "You Get" nos recuerdan a la Cat Power más rítmica, esa que bebía tanto del soul como del rock o la música de Patti Smith y ese faro que siempre ha sido Joni Mitchell. "Woman" es la gran sorpresa del álbum, ya que en un larga durada sin la pretensión de éxito masivo se saca de la manga el single perfecto que buscaba Matador : un perfecto crescendo, de unos leves susurros a una clara declaración de intenciones de irresistible estribillo, y para rizar el rizo, la compañía de una de sus más devotas discípulas, Lana del Rey.
A partir de este ciclónico e imprevisible arranque, todo el tono del disco cambia, se relaja para ahondar en esos sentimientos que hay que procesar. Desnuda de artificios "Stay" de Rihanna, acompaña "Horizon","Stay","Black" y "Robbin Hoo" de forma minimalista, con guitarra acústica, leve percusión ,con la total preeminencia de una vez en eco que nos atrapa sin remedio. "Nothing Really Matters", con el piano, y "Me voy", son la perfecta antesala de una preciosa coda "Wanderer / Exit", con sección de cuerda y una trompeta final que nos deja la sensación de que Chan no ha vuelto, sino que nunca se fue.