Por: Txema Mañeru
La verdad es que daba por desaparecidos a estos precursores del grindcore que vienen de Providence, Rhode Island. Surgieron a comienzos de este milenio de las cenizas de As The Sun Sets y pronto se les relacionó con propuestas como las de Birthday Party del primer Nick Cave, Nation of Ulysses o Make Up, pues Ian Svenonius los apoyó desde sus comienzos. Debutaron en 2003 tras un EP homónimo con "Canada Songs". En 2006, de la mano de Hydra Head, subieron un importante peldaño con un "Hell Songs" ya más decantado por el noise agresivo. En 2010 se despidieron con el homónimo "Daughters", de mucha repercusión mediática y donde parecía que iban a seguir varios de sus miembros en el proyecto llamado Fang Island.
Durante estos años regresaron para algunos conciertos celebrados en su Providence natal e incluso acompañados por su colegas de The Dillinger Escape Plan en alguno más reciente. Sus cerebros empezaron a maquinar nuevas composiciones y la rotunda voz de Alexis Marshall tenía ganas de volver a gritar a los cuatro vientos sus arrebatos que van desde el hardcore al noise pasando por el más violento mathcore.
Comienzan con la salvajada cacofónica titulada "City Song" con unos zumbidos y redobles que se van adueñando de tu cerebro. La violencia desborda una "Long Road, No Turns" que gustará a los seguidores de los más duros Einstúrzende Neubauten. También tienen efluvios a los de Blixa Bargeld en una "Satan In The Wait" cuyo título ya dice todo, pero que también guarda unos excelentes momentos melódicos a base de teclados. "The Lords Song" resuena apocalíptica e industrial y "The Reason They Hate Me" parece una confesión en la que suenan las sirenas de la destrucción que dejan paso a un mantra repetitivo cercano a los más agresivos inicios de los Public Image Limited pero con un tono más industrial y noise.
Pero todavía se guardan una bomba más final bajo el título de "Guest House". Una brutalidad que de nuevo tiene tintes épicos y apocalípticos y que contiene algunas de las mejores y más crudas guitarras de un Nick Sadler muy protagonista en este regreso. Casi tanto como la gutural, pero cambiante y adaptable voz de Marshall. ¡Ojalá hayan vuelto para quedarse y ojalá podamos disfrutarlo en sus caóticos conciertos!