Por: Jesús Elorriaga
Con más de cuarenta años de carrera a sus espaldas, 26 discos de estudio y varios números 1 en su haber, Paul Weller se ha ganado el derecho a hacer lo que le dé la gana sin tener en cuenta tendencias, opiniones o razones. Por eso, su último disco, "True Meanings", no va a dejar indiferente a nadie ya que, posiblemente, se trate del trabajo más templado e intimista de su discografía. Weller desenchufa los amplificadores y reduce su voracidad musical unas cuantas marchas para lanzarse de cabeza al "downtempo" acústico. El resultado es un catálogo de exquisitas muestras de introspección y claridad en canciones elaboradas con el cuidado de un maestro de orfebrería.
Y es que Paul Weller, a sus 60 años, ha encontrado el momento perfecto para hacer un disco así. En la cima de su madurez, sigue siendo uno de los músicos más respetados del Viejo Continente, sobre todo gracias a una trayectoria prolífica que le ha mantenido siempre abierto a nuevos sonidos. Por otro lado, la fugacidad de la vida y la toma de conciencia de su propia mortalidad le ha hecho reflexionar acerca de los valores importantes de la existencia: Apreciar los momentos hermosos y disfrutar al máximo del presente, a pesar de los altibajos. Para mostrar todo esto tenía que desnudar sus canciones dejándolas sólo con lo elemental, una guitarra y su voz.
En "True Meanings" da la sensación de que, después de diez años intensos de viajes por diferentes parajes sonoros, The Modfather ha vuelto a casa para descansar, cambiar las maletas y, de paso, salir a la terraza con una guitarra a cantarnos cómo ve la vida. Sin más pretensiones. Este disco nos lleva directamente a "Days of Speed", aquel directo donde, con sólo una guitarra, hacía un repaso a su carrera dándole a las canciones un toque más refinado y que al mismo tiempo lo llena todo. Esta vez, recupera esas sensaciones con una banda de músicos más jóvenes que Weller (pero con mucha experiencia, como el guitarrista Steve Cradock), acompañados por una omnipresente sección de cuerdas, con los arreglos de la ecléctica Hannah Peel. "True Meanings" es un disco con una producción cuidada y preciosista, más cercana al folk que al rock, con un punto más íntimo de lo que estábamos acostumbrados a escuchar del británico.
En general, el disco guarda un equilibrio asombroso en sus 14 canciones, donde el protagonismo de la arrugada y melódica voz de Weller, la guitarra acústica (pulcra, cristalina, alejada de efectos y distorsiones) y la sempiterna sección de cuerdas monopolizan el terreno de juego. Alrededor de estos tres pilares, entran y salen de manera sutil otros elementos que conforman el carácter personal y cercano del disco. "The Soul Searchers" es una canción perfecta para generar el ambiente distinguido en el que nos vamos a adentrar. Además, cuenta con la colaboración del "zombie" Rod Argent en el Hammond y de Connor O’Brien (Villagers) a las voces. Pura clase.
Según avanza el disco, el chico de Woking perfecciona ese sonido que ya avanzaba el primer tema pero con la influencia de Nick Drake más presente en todo momento como, por ejemplo, sucede en "Wishing Well". "Glide" y "Gravity" son dos pequeñas piezas selectas con un Weller cantándonos casi al oído en la primera y llevándonos en volandas con un valsecito cósmico en la segunda. "Mayfly" tiene un aire a "Above the Clouds", pero más folkie, con una sección de vientos que nos recuerda a la versión más elegante de The Style Council; al igual que sucede en "Old Castles", que mantiene ese aire jazzístico con un toque cool al estilo de Terry Callier y un ritmo muy parecido al "Shopping" de The Jam. "What Would He Say?" suena al Neil Young del "Harvest Moon" pero con más luminosidad y el pantalón bien planchado. "Aspects" mantiene el tono calmado del disco, con el mesías Paul Weller cantando su sermón en la montaña aupado por dos ángeles entre lo acústico y lo delicado.
"Bowie" es un particular homenaje al fallecido y (por) siempre idolatrado "duque blanco, "Books" es un viaje mental conducido con maestría por Weller, con este toque exótico mediante el sitar de Sheema Mukherjee y el armonio a cargo de un viejo conocido de la afición, Noel Gallagher. Le añadimos más arpegios, más cuerdas y la voz de Lucy Rose y obtenemos un tema que habría hecho las delicias del mismísimo George Harrison. "Movin On" contiene toda la esencia del disco, que gana matices y sabores en segundas y terceras escuchas, si no nos dejamos aplastar por la orquestación majestuosa a cargo de la Stuart Kennedy Orchestra en "May Love Travel With You" (¿Quién nos lo iba a decir tras escuchar –y venerar- discos como "Heavy Soul", "As Is Now" o, más recientemente, "Saturns Pattern").
El disco termina con "White Horses", un tema que va progresando con los protagonistas que han aparecido en escena durante todo el disco mientras elabora una atmósfera visionaria y donde (casi) por primera vez la batería adquiere un matiz reconocible al final de la canción. Paul Weller ha vuelto a dar un ejemplo de maestría de composición y estilo, alejado, eso sí, del sonido de sus últimos trabajos, lo que podría dejar perplejo a más de un incondicional.