Pocas veces nos vamos a topar con ejemplos tan clarividentes de lo que significa el trabajo en equipo aplicado a la dinámica de un grupo como el que refleja este "That Santa Fe Channel", segundo y nuevo álbum de Cordovas. Y es que el quinteto procedente de Nashville ha plasmado todo su espíritu comunal en unas composiciones primero pensadas y esbozadas durante su estancia en Todos Santos, México, lugar donde organizan periódicamente el festival Tropic of Cancer Concert Series, y después trabajadas y desarrolladas en la casa-estudio ubicada en la capital de Minnestoa donde conviven juntos todos los miembros de la formación. Un concepto colectivo que al margen de su valía a la hora de remarcar el sentido de hermandad, y visto el brillante resultado artístico ofrecido, también se vislumbra como el añadido perfecto para ubicar su sonido típicamente americano bajo un ambiente todavía más especial y específico.
Pese a todo, es indudable que el grupo tiene en Joe Firstman a su cerebro motor y mentor. Un músico que desde joven ya mostró un talento reseñable que sin embargo la siempre difícil adecuación al negocio le ha llevado a formularlo de manera tambaleante. Una carrera, en consecuencia, escrita con una diversidad de episodios que incluyen periplos en solitario, dirigiendo la banda que aparecía en el programa de televisión Last Call with Carson Daly en la cadena NBC y finalmente dando vida al conjunto que nos atañe, quienes sin duda han entregado un disco llamado a, cuanto menos, ser uno de los destacados este año dentro de un contexto clásico.
Ya en aquel debut homónimo de hace más de un lustro se avistó que su estilo estaba inmerso plenamente en la raíz del rock sureño de bellas melodías y alma delicada. Recurrir esta vez a la producción de Kenneth Pattengale, mitad de los muy recomendables The Milk Carton Kids, y, en consonancia con la idiosincrasia que hay detrás del proyecto, a una grabación realizada a través de tomas en directo, son determinaciones que redundan en una nueva entrega que todavía escava más y mejor en ese sabor añejo. Una formulación que adquirirá casi la perfección a la hora de manejar con precioso y preciso tacto los juegos vocales, espacio en el que siempre es recurrente fijarse en los Crosby, Stills, Nash & Young y donde se exponencia esa experiencia coral. Mientras, la instrumentación cruje con esa naturalidad y calidez que desprende la aguja en el contacto con vetustos vinilos de James Taylor, Little Feat o Grateful Dead.
Estamos ante un ramillete de canciones que por su propia esencia se hace difícil el hecho de individualizarlas y desposeerlas de su sentido global. No significa eso que estén exentas de calidad propia ni que constituyan un bloque granítico, todas ellas poseen la entidad suficiente como para ser destacadas, pero su extraordinario potencial lo alcanzan en su visión colectiva. El inicio con la estupenda "This Town’s a Drag", donde la arrastrada narrativa que entona la voz cantante no eclipsa la delicadeza de las melodías ni el sollozo que trasladan las guitarras, es el punto de arranque para liberar un continuo goteo de belleza por medio de la sedosa e íntima "Selfish Loner" , a lo más puro The Band; el melancólico medio tiempo de "Santa Fe" o la preciosa y delicada "Your Town". Un aspecto algo más canalla, aunque siempre dirigido por elegantes interpretaciones, predominará en los diversos acercamientos a un boogie-rock que libera por igual la influencia de Gram Parsons como el espíritu de Allman Brothers; valga como ejemplo de ese sutil abanico de matices la incorporación de la estremecedora épica recogida en "Talk to Me" o el vodevilesco "Step-Back Red".
"That Santa Fe Channel" es un disco que, sin renegar de su dependencia a unas formas que nos remiten varias décadas atrás, desprende magia. Cada uno de sus elementos, al margen de la calidad que hay en su desempeño, funcionan como componentes de un organismo vivo donde su correcto comportamiento particular es la señal inequívoca de la buena salud del sujeto. Y es que en este trabajo todo encaja, todo brilla y deslumbra con la intensidad necesaria para evocar ese sonido atemporal expresado bajo la lógica del alma.