Por: Oky Aguirre
Pocas cosas son comparables al descubrimiento musical. "La canción Rock and Roll" es sobre mí. Si no hubiera escuchado rock and roll en la radio, no habría tenido ni idea de que había vida en este planeta. Lo que hubiera sido devastador: pensar que todo, en todas partes, era como si fuera de dónde vengo. Eso habría sido profundamente desalentador. Las películas no me lo hicieron. La televisión no lo hizo por mí. Fue la radio la que lo hizo". Son palabras de Lou Reed, que expresan perfectamente lo que nos puede pasar a cualquiera de nosotros con la música de Los Hermanos Cubero, dos "insensatos" en su propuesta, tan sólo apoyada con guitarra y mandolina, que según ellos vienen arrastrando desde el colegio, donde "éramos los raros; nos gustaban el Bluegrass y las Jotas”.
Desde luego que sí eran los raros; y por eso nos han atrapado. Con su arraigado acento manchego y utilizando un castellano que suena impoluto, actual y veraz, estos dos "pobres desgraciaos" - como diría la maravillosa "La sangre de tu tristeza" de los Gabinete - nos han situado en Kentucky cuando realmente respiramos La Alcarria, fundiendo, con una hermosura desbordante, el folclore castellano con las más bellas raíces de la Americana Music. Estos dos muchachos han encumbrado nuestra Seguidilla castellana -copla o cancioncilla de cuatro versos que suelen rimar entre sí; Cantares del pueblo llano, fáciles de entender y cantar- a las más altas categorías de la World Music (tiempo al tiempo).
Después de que en 2010 se hicieron con el II Premio Europeo de Nueva Creación de Folklore «Agapito Marazuela» o de haber compuesto "Jota para Bill Monroe" -abuelo del Bluegrassy la Southern Music, responsable del "Blue Moon of Kentucky" y Capitán general de la "música para paletos" estadounidense- mientras pulían su irreconocible sonido como dueto en dos discos como "Flor de Canciones" y "Arte y Orgullo", nos disparan al corazón, esta vez apoyados con violín y contrabajo, con una obra que no debería pasar inadvertida, sobre todo para gente sensible y receptiva, ya sea por esa esencia musical o por sentir la carencia de un ser querido.
"Quique dibuja la tristeza" es uno de los discos más sobrecogedores del año, en España, Europa y hasta en La Antártida. Después del fallecimiento de la mujer de Enrique, Olga, por esa enfermedad que cualquier familia hemos padecido, el puto cáncer, los buenos -y malos- pensamientos rondaban en su cabeza en forma de estrofas que, gracias al apoyo de su hermano Roberto, podemos hacerlas nuestras.
Sería una tontería desglosar cada una de las canciones como si esto fuera un disco de los Arcade Fire o Arctic Monkeys, cuando lo único que uno puede hacer es dejarse llevar por cualquiera de los títulos de sus canciones: "El tiempo pasó", "Sonrisa Inabarcable", "No nos despedimos", "Tenerte a mi Lado", "Tu recuerdo es mi Consuelo", "Qué Haré el resto de mi Vida", "Me quedo con lo Bueno". Todo a través de sutiles rasgos musicales que superan nacionalidades, que nos sitúan al lado de esos benditos "paletos", sentados en un porche, que bien podrían ser los Lynyrd Skynyrd, Camarón de la Isla y Paco de Lucía, J.J.Cale o Link Wray. Todo sensaciones que aquí os dejamos en su video de la ya inolvidable "Lo que ni Yo soñára". Lo demás es cosa vuestra.
"Cómo podré ordenar; lo que pasa en mi cabeza
Cuando Olga falleció; perdí toda certeza
Ya nada me divierte; todo me infunde tristeza
Siempre ando distraído; y no es mi naturaleza”