Por: J.J. Caballero
Ya desde la inquietante fotografía que ilustra la portada, realizada siguiendo una técnica artesanal del siglo XIX, quienes se acerquen a la música de La BIG Rabia deben saber que se enfrentan a un mundo perdido pero vigente, clásico pero actual, lleno de simbología antigua pero adaptado a la más rabiosa modernidad, pero sobre todo consciente de que no hay límites cuando los presupuestos se tienen tan arraigados y suenan tan diáfanos. "Boda negra" es el resultado de una experiencia profundamente consciente de sí misma, en la que los teclados sinuosos (gran colaboración de Javi Mora) se enredan con las percusiones (Antonio Lomas, ex de Lori Meyers y batería de Grupo de Expertos Solynieve entre otros) y las guitarras de punteo vetusto, pulsadas más para crear ambientes que para transmitir sentimiento melódico. Tal es la idea que tienen del mundo estos dos chilenos afincados en Sevilla que ya han grabado algún EP y tres deliciosos discos largos –atención al inmediatamente anterior, un sorprendente trabajo homónimo producido por sus buenos amigos de Pelomono, entre los que se cuenta Pedro de Dios, el hombre que grita al micrófono de Guadalupe Plata-.
Sebastíán ‘Puñete’ Orellana e Iván ‘Vaniv X’ Molina han encontrado la senda adecuada a sus propósitos. Rock arrastrado emponzoñado de blues arrabalero, inclinaciones a géneros autóctonos como la cumbia y el bolero, aseveraciones cercadas al punk y artesanía folk en general. La falsa añoranza de un tiempo que les obligó a abandonar su tierra natal en "Capitán", el olvido imposible del amor en"Mujer sin alma" y su complementario regocijo en el despecho en "Olvídate de mí" son claros ejemplos de que la banda se mueve en un campo temático bien fértil para las emociones y los sentimientos desbocados. El equilibrio entre la fuerza que estos temas podrían tener con una inyección de electricidad y el punto de ebullición medido que exhiben a nivel de arreglos los hace sencillamente irresistibles. Como si Tom Waits bailara un vals mestizo con Paquita la del Barrio en la Plaza Roja de Moscú, para ser más gráficos.
El hammond del grandísimo Julián Maeso en "Mi compromiso" y "Lula" y la ayuda puntual de Raúl Fernández y sobre todo de Paco Lamato (habituales escuderos de Pájaro, otro célebre compañero de correrías) terminan de dotar al disco de la entidad suficiente para afirmar sin temor a equivocarnos que La BIG Rabia son una extraña anomalía, una entidad bicéfala perfectamente ensamblada para que sea factible de una vez por todas que el rock es eso que muchos afirmamos conocer sin tener ni puñetera idea de lo que es en realidad. Se puede aprender mucho escuchándolos.