Real jardín Botánico de Madrid. Viernes, 29 de julio del 2018
Por: Oky Aguirre
Las viejas glorias están de moda: la misma noche que en Bilbao se juntaban Steve Winwood, Mavin Staples y Wilko Johnson, en Madrid simultaneaban los Guns N' Roses con la mítica leyenda Jeff Beck, que pisaba el escenario del Real Jardín Botánico de Madrid-Alfonso XIII, posiblemente una de las mayores gozadas veraniegas de la capital. Fue una lástima perderme a Ana Popovic, acojonante guitarrista, fan de Rory Gallagher, Stratocaster incluida, que por lo que me comentaron fue una auténtica explosión de blues-rock sin respiro. Un viejales como yo –y por lo visto, como los que poblaban un abarrotado y espléndido sitio- no podía faltar a una cita con un "espécimen" como Jeff Beck; responsable, junto a Jimmy Page o Eric Clapton, de los Yardbirds, siempre comprometido en magnificar la guitarra eléctrica y las armonías –inolvidable la gira que hizo con Brian Wilson hace pocos años-.
De nada me sirvió mi acreditación VIP, dotada de sofás más dados al ambient que al rock y al soul, para evitar bajar inmediatamente a un escenario que sugería grandes momentos musicales. Jeff Beck es de esos artistas que aunque no conozcas sus canciones sabes que no te defraudará; porque te llega, unido a una presencia y actitud que hacen del escenario el salón de su mansión. El viernes nos dimos cuenta de lo que significa pisar uno de ellos; donde un artista se hace y donde no todos valen, dominando cada segundo de su concierto y el del resto de sus compañeros -Vinnie Colaiuta a la batería, fantástica Rhonda Smith al bajo y gloriosa Vanessa Freebairn-Smith al violoncello y guitarra; de matrícula de honor el cantante Jimmy Hall, cuya voz y sombrero hicieron presente al espíritu de Joe Cocker-.
Emoción es lo que pasó cuando Jeff Beck, eterna Stratocaster blanca impoluta, inició su concierto magistral con los tres simples acordes de "Stratus", para encadenar con "Pull It" y un "Nadia" que ninguno de los presentes olvidaremos, gracias a Nitin Sawhney, pero sobre todo a los diez segundos de "slide" que engrandecen una canción. Como la bestial versión que se hizo del "Little Wing", en donde asistimos al absoluto dominio de varias técnicas y poses guitarreras, creadas por él mismo y sus coetáneos, siempre con sus gafas de sol puestas. En media hora se despachó 5 o 6 temas de elegancia absoluta, destacando "Cause We've Ended As Lovers", "Blue Wind" y "You Never Know", para dar paso a un "Superstition" que casi deja sin voz a Jimmy Hall, que anteriormente se había cantado, casi en éxtasis, "A Change is Gonna Come" y "Going Down".
El verano empezó justo cuando acababa el concierto. Pero antes tuvimos la suerte de llevarnos para siempre un "A Day in The Life" y el recuerdo de haber vivido casi dos horas con una maravilla como Jeff Beck.