Por: Oky Aguirre
Musicalmente hablando, no hay nada que hoy en día más me estimule tanto como ver un "explicit" en el mundo de las redes sociales, donde Youtube es Dios y Spotify la Vírgen María, mientras en cualquiera de los rancios televisivos telediarios vemos a niños sirios compartiendo juegos con bombas o a negritos culpables de que un bombero español vaya a la cárcel por la fatalidad de haber intentado salvarle, no vaya a ser que traigan a sus hijos sietemesinos para robarnos a nosotros, dignos europeos (escribiendo estas líneas un inmigrante en París escalaba cuatro plantas de un edificio para salvar a un niño).
Vivimos en un mundo machista y racista. En la música aún más. A estas alturas es inevitable no haber presenciado el fantástico y abrumador vídeo de Childish Gambino –216.162.593 visualizaciones, algunos fliparán cuando vean "Atlanta", serie minoritaria pero esencial, a la vez que le reconocerán en la saga Star Wars como amigo de Han Solo-, pero a pocos nos ha llegado la película "Dirty Computer" -1.537.618 visualizaciones-, que una tal Janelle Monáe denomina acertadamente como "emotional picture", y que complementa al disco que la sitúa ahora mismo como la auténtica reina del pop de nuestra era. Días en donde podemos tranquilamente ver como un hombre le pega un tiro en la cabeza a alguien, mientras baila magistralmente, cuando casi nadie ha sido testigo de una maravillosa y sensible "Oda al Coño" -perdonadme la expresión, pero es literal y visual en videos como "PYNK"- que forma parte de esta película, futuro manual para el momento que estamos viviendo y vamos a vivir, en donde, por fin, las mujeres estarán al mando.
"Dirty Computer" surge después de la ola de racismo y xenofobia que siguió a la elección de Trump en 2016. Como dijo Janelle en Rolling Stone el pasado abril: "Estados Unidos pasaba de tener un presidente amante de la música a otro que nos perseguía". Se puso en acción: Brian Wilson fue el primer invitado en contribuir: "Me emocionó que me pidiera que cantara sobre su canción, me encanta la melodía y las armonías", dice el maestro, en el mismo medio, quien junta su voz con la de Matt Jardine para abrir una joya contemporánea con 14 piedras preciosas como canciones (todas con la denominación ·"explicit" en Spotify), y que gracias a la producción de Jon Brion -Kanye West, Beyoncé- y la inspiración de sus padrinos Prince –estuvo involucrado en el proyecto antes de su muerte- y Stevie Wonder –a quién dedica un tema que no es más que una conversación entre ambos- la van a convertir en diosa. Janelle ya no es esa simpática bailarina funky que nos encandiló con "The ArchAndroid", "The Electric Lady" y "Tightrope" y que se hacía llamar Cindi Mayweather; se ha liberado con este disco conceptual que respira sinceridad y actitud en su fuertemente creíble mensaje feminista, ensamblado celestialmente por el don de la Monáe hacia todos los géneros teñidos de negro.
"I Like That" es una delicia R&B impregnada de recuerdos hacia el "Sexual Healing" de Marvin Gaye con un fuerte mensaje anti bullying; "I Got The Juice", con Pharrell Williams, va a ser uno de los hits del año, con un estribillo magistral. En “Make me feel” estás viendo el espíritu de Michael Jackson entremezclado con un tremendo homenaje al mundo púrpura de Minessota, con un reconocible "Kiss" para siglos posteriores. Con "Crazy, Classic, Life" es donde te das cuenta de lo que vale una canción; si ya el comienzo te atrapa, es al llegar el rap cuando sabes que estás asistiendo a algo fuera de lugar, cuando la frescura de algo nuevo en tiempos rutinarios se traduce en canción. Con razón ganó varios concursos imitando a Lauryn Hill, porque flota en "Don´t Judge Me", lo mismo que la presencia de Madonna en sus mejores 80-90 en "So Afraid" y en el cierre del disco que da sentido a toda la obra. "Americans", que despide con "Please sign your name on the dotted line". Tú decides.