Acaso influidos por el título, es comprensible acercarse al nuevo trabajo de Carlos
Sadness esperando un disco ecléctico, por "diferentes" y enérgico, por la "luz". En efecto,
se trata de un recorrido de carácter alegre, al que ya nos tiene acostumbrados el catalán,
aunque salpicado de melodías más lentas y letras intimistas, como ocurre en "Semitransparente", "Silencio antiguo" o "Pompeia", la que cierra el disco.
El instinto acierta al prever la tónica general, pero nos equivocamos si a tenor de esta descripción suponemos encontrar "más de lo mismo". Sin desmarcarse del estilo que proponía en sus trabajos anteriores, constatamos una evolución tanto en la forma como en el contenido de los catorce temas que conforman "Diferentes tipos de luz".
Abre el disco "Física moderna", disciplina que asoma en varias ocasiones en sus variantes clásica o astronómica. Desde la portada —diseñada por él mismo, al igual que el interior del cedé—, que muestra una "pinkfloydiana" refracción de la luz, a canciones como "Hale Bopp" o "Longitud de onda". Estas referencias incesantes a la ciencia no son nuevas; recordemos, por ejemplo, "Celeste”, “Qué electricidad" o "Astronomía en el Tibidabo". Tampoco son excluyentes, dejando espacio a las humanidades de la mano de Bach y Velázquez (en "Sebastian Bach") o el surrealismo pictórico (en "Kandinsk").
Si por los discos anteriores pasaron artistas como Bebe, Iván Ferreiro, Santi Balmes o Zahara, en esta ocasión es Óscar Alfonso Castro, más conocido como Caloncho, quien ejerce la colaboración en "Amor papaya". El tema, que junto con su versión en solitario "Amor papaya en invierno" sirvió de adelanto de este tercer disco, y preparó los oídos para lo que estaba por venir. El perfecto maridaje entre el ukelele, predominante, y los sonidos electrónicos que se van incorporando a lo largo de la canción supone una constante a lo largo del cedé.
Reinan, por supuesto, las melodías buenrollistas, bailables y coreables a las que ya nos tenía acostumbrados con "Ciencias celestes" y "La idea salvaje", y que se han ido convirtiendo en una de las señas de identidad del artista.
El instinto acierta al prever la tónica general, pero nos equivocamos si a tenor de esta descripción suponemos encontrar "más de lo mismo". Sin desmarcarse del estilo que proponía en sus trabajos anteriores, constatamos una evolución tanto en la forma como en el contenido de los catorce temas que conforman "Diferentes tipos de luz".
Abre el disco "Física moderna", disciplina que asoma en varias ocasiones en sus variantes clásica o astronómica. Desde la portada —diseñada por él mismo, al igual que el interior del cedé—, que muestra una "pinkfloydiana" refracción de la luz, a canciones como "Hale Bopp" o "Longitud de onda". Estas referencias incesantes a la ciencia no son nuevas; recordemos, por ejemplo, "Celeste”, “Qué electricidad" o "Astronomía en el Tibidabo". Tampoco son excluyentes, dejando espacio a las humanidades de la mano de Bach y Velázquez (en "Sebastian Bach") o el surrealismo pictórico (en "Kandinsk").
Si por los discos anteriores pasaron artistas como Bebe, Iván Ferreiro, Santi Balmes o Zahara, en esta ocasión es Óscar Alfonso Castro, más conocido como Caloncho, quien ejerce la colaboración en "Amor papaya". El tema, que junto con su versión en solitario "Amor papaya en invierno" sirvió de adelanto de este tercer disco, y preparó los oídos para lo que estaba por venir. El perfecto maridaje entre el ukelele, predominante, y los sonidos electrónicos que se van incorporando a lo largo de la canción supone una constante a lo largo del cedé.
Reinan, por supuesto, las melodías buenrollistas, bailables y coreables a las que ya nos tenía acostumbrados con "Ciencias celestes" y "La idea salvaje", y que se han ido convirtiendo en una de las señas de identidad del artista.