Por: Sandra Sánchez
Es una suerte tremenda tener por encargo realizar la reseña de "No Mercy In This Land". Porque te da la oportunidad de descubrir, de escuchar una y otra vez y de analizar un disco magnífico. Este trabajo al alimón entre Ben Harper y Charlie Musselwhite es puro blues. Va a la esencia de la música, a su raíz, tiene una intensidad que se adentra más allá de lo posible hasta llegar a ser orgánica. Podríamos decir que su sonido es tan auténtico que puede tocarse.
Empecemos por el principio. Los dos artistas, pertenecientes a dos generaciones de músicos distintas, fueron presentados hace años por el mismísimo John Lee Hooker, sabedor de que tenían que conocerse, y grabó un tema con los dos, "Burnin´Hell". En 2013 hicieron un primer disco de estudio juntos, "Get up!", que obtuvo fantásticas críticas y ganó el Grammy al mejor álbum de blues. Desde entonces, a raíz de la gira que siguió a ese disco y que duró dos años, la amistad de ambos fue creciendo y a pesar de que cada uno siguió su carrera en solitario, tenían claro que aquello no era más que el principio y que volverían a encontrarse para hacer un nuevo disco. Ese momento ha llegado y el resultado es "No Mercy In This Land". El título, desolador, es también el de uno de sus temas, una canción demoledora, intensa y oscura, que te transporta hasta el corazón del blues.
La letra, escrita por Harper, es un disparo al alma del armonicista Musselwhite. "Father left us down here all alone, my poor mother is under a stone. With an aching heart and trembling hands, is there no mercy in this land". Narra la vida del músico, una auténtica leyenda viva, y es emocionante escuchar su armónica llorar.
Si escuchas este corte en primer lugar puedes pensar que el resto del disco no puede mantener tal nivel. No es así; a una canción le sigue otra a cual más redonda. El primer tema, "When I Go" es de una profundidad máxima, un blues denso de libro. Aumenta el ritmo con "Bad Habits" y sigue subiendo en "The Bottle Wins again". Llegamos a "Found the one" con una energía más positiva y esperanzada por fin, aquí el blues es menos triste, valga la contradicción. Esta energía alcanza su punto máximo con la absolutamente bailable "Movin´On"; no hay que perderse esa armónica…
Mención aparte merecen las baladas, "Nothing at all", que cierra el álbum, y "When Love is not enough", que directamente es una locura; sus acordes, la guitarra y la voz de Harper rompen el alma en esta canción de amor, que puede convertirse perfectamente en un clásico, porque lo tiene todo, especialmente la emoción necesaria para hacerlo.
La delicadeza de "Trust You to Dig My Grave", con la voz de Harper y la armónica de Musselwhite bailando es otra muestra de la grandeza de este disco, que va muy unida a la sencillez, a ofrecer la música desnuda, desprovista de ropajes, porque si tienes la esencia en estado puro cualquier ornamentación sobra.
La California de Harper y el Tennessee de Musselwhite se tocan en este trabajo, se funden y la modernidad de uno y la veteranía del otro crean una obra perfecta, insuperable. La unión de dos talentos tan enormes tenía que dar lugar a algo inabarcable, que no tenemos ni siquiera que intentar comprender, solo que disfrutar.