Por: Artemio Payá
Qué grata sorpresa nos ha dado Efe Eme con la edición de esta guía que repasa la historia del power pop y la new wave, un género tan amplio y con tantos afluentes que el título de esta no podría haber sido mejor escogido: tres minutos de magia. Un documento necesario para todos aquellos que miles de veces hemos disfrutado de canciones que en aproximadamente ciento ochenta segundos son capaces de serpentear entre trepidantes guitarras y estribillos de alma pop y regalarnos impagables momentos de emoción.
En ella, Carlos Perez de Ziriza nos somete a un delicioso atracón que por supuesto comienza con la madre del cordero -Big Star, Raspberries y Badfinger- y que llega hasta nuestros días con artistas como Weezer o New Pornographers pasando por Matthew Sweet, Teenage Fanclub o The Romantics, por poner algunos ejemplos. El recorrido es exhaustivo y se antoja adictivo como las propias canciones de las que se habla. La historia se repite casi siempre: canciones perfectas, algunos discos de éxito y salvo honrosas excepciones una carrera de fondo transitando al margen de la industria, es decir con cierta independencia, pero también con alto grado de penurias económicas. ´
El libro se enfoca de forma cronológica, con jugosa información biográfica, dando detalle a la discografía seleccionada de cada uno de los protagonistas y agrupando cada capítulo según procedencia geográfica o relación espacio-temporal, lo que facilita un mapa sonoro mental y una lectura fácil evitando que nos enfrentemos a un tsunami de datos improcesables.
En lo musical no quiero entrar demasiado aparte de lo mencionado más arriba, aquí hay mandanga de primera y no sólo se rinde tributo a las bandas que son obviamente los protagonistas de la historia sino que también se subraya a los productores de cabecera del género (Mitch Easter, Ric Ocasek ) o a las discográficas que han apostado siempre por este estilo (Omnivore Records, Rock Indiana, Bittersweet) y está recomendado tanto para los neófitos como los fanáticos. Sea de una u otra forma resulta inevitable recorrer sus páginas con un tocadiscos cerca, aunque habida cuenta de la cantidad de discos que se encuentran descatalogados o difíciles de encontrar hay que tirar en ocasiones de Spotify.
En definitiva, un sensacional tratado en el que se percibe la pasión de su autor en todas y cada una de las líneas y en consecuencia se torne en una lectura inmensamente placentera, pero con un problema nada baladí: supone un serio riesgo para la economía personal o familiar del lector ya que uno quiere poseer todos o casi todos los discos de los que se habla en sus páginas y que todavía no descansan en su estantería. Lo digo por experiencia, avisados estáis.